Además de sufrir diversos tipos de maltrato, entre el 85 y el 96 por ciento de los adolescentes canadienses que muestran signos de agresividad tienen problemas no conductuales, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) sin diagnosticar, ansiedad o problemas escolares.
Este hallazgo proviene de uno de los primeros estudios a gran escala en Canadá sobre maltrato y comportamiento agresivo en niños y jóvenes que ha sido publicado en el Journal of Child Abuse and Negligence. Los resultados tienen implicaciones para América del Norte en su conjunto.
El trabajo fue realizado por la Universidad McGill y la Universidad de Toronto, que analizaron casi 2.000 casos de malos tratos en Ontario durante 2013. Además, los investigadores descubrieron que casi la mitad de los adolescentes investigados por negligencia y que muestran signos de violencia se habían separado de su familia. Ello se debe a que los padres no están dispuestos o no son capaces de seguir a cargo de su cuidado.
Según la principal autora del estudio, Melissa Van Wer, "se ha escrito muy poco acerca de los menores cuyos progenitores ya no están dispuestos o son capaces de cuidar de ellos, pero era un tema que estaba a la orden del día cuando yo trabajaba en casas de acogida durante mi época universitaria. Muchos padres con hijos agresivos se veían desbordados, sobre todo cuando estos padecían de otros graves problemas. Por ello, la escasez de servicios alternativos les obligaban a acudir a agencias de bienestar infantil para que les buscaran acomodo en hogares sociales".
Una de las tasas más elevadas de Canadá
Pero no todos esos menores que habían sufrido abusos se vuelven agresivos. Los especialistas quisieron indagar en los detalles del maltrato infantil y juvenil para descubrir los factores que pueden influir en los menores que desarrollan un comportamiento violento, por lo que examinaron diferentes formas de abuso, frecuencia, gravedad, dificultades escolares, problemas emocionales y de desarrollo.
Así, el trabajo arrojó que el 13 por ciento de los jóvenes maltratados y los niños atendidos por el sistema de bienestar infantil de Ontario mostraban agresividad. Estas tasas son significativamente más altas que en la población general de niños canadienses, que se han estimado previamente entre el 1 y 4 por ciento.
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