Sustancias que anulan la voluntad y que se emplean de forma delictiva como, a priori, es el caso de la burundanga (escopolamina) no se detectan de forma rutinaria en ningún hospital de la sanidad pública española, salvo en casos muy concretos en los que haya una orden judicial que inste a conocer qué ha ingerido el paciente con exactitud, en cuyo caso se remite la muestra a centros especializados como el Instituto Nacional de Toxicología.
En este contexto, ha trascendido esta semana que los profesionales del Hospital Son Espases de Palma de Mallorca han confirmado, por primer vez en su laboratorio con ayuda de técnicas punteras como la espectrofotometría, la presencia de escopolamina en la sangre de un paciente.
La escopolamina es un sedante que da pie a los síntomas propios de la depresión del sistema nervioso como obnubilación, discurso incoherente, pupilas dilatadas, visión borrosa o inestabilidad de la marcha (por citar las más características), y lo más habitual es que pasen desapercibidos en las consultas o los servicios de urgencias hospitalarios.
Así lo corrobora a Redacción Médica la psiquiatra adjunta del Hospital Ramón y Cajal de Madrid Enriqueta Ochoa. “Hay algunas drogas para las que, o bien no tenemos el reactivo específico, o bien se carece de la técnica necesaria para delimitarlo, o bien la sustancia es muy volátil o desaparece en relativamente poco tiempo… por lo que no se da con ellas”, explica.
Lo habitual, según ratifica esta especialista, es que sea la propia clínica del paciente, y, en concreto, su versión de lo sucedido, el único elemento de que se disponga en última instancia para deducir qué ha podido ingerir una persona que acude al hospital con síntomas de intoxicación tras haber ingerido drogas de esta índole.
Las hay que, por la relativa frecuencia de su consumo, sí se identifican con un reactivo determinado como, por ejemplo, la heroína, la cocaína, metadona, benzodiacepinas, metanfetamina… Pero otras drogas con estructura química diferente, como puede ser el caso de la burundanga, precisan de métodos no disponibles en la mayoría de los laboratorios hospitalarios.
“Salvo que haya problemas judiciales por medio no se envía una muestra de sospecha de ingesta de escopolamina al Instituto de Toxicología”, donde se identificaría la sustancia, ratifica la entrevistada.
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