Los trastornos del sueño pueden advertir sobre el empeoramiento de los pensamientos suicidas en los jóvenes, independientemente de la gravedad de la depresión de un individuo, según un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en Palo Alto (Estados Unidos).
Aunque ya se habían evaluado previamente los trastornos del sueño como un factor de riesgo de suicidio, ningún análisis había investigado objetivamente el sueño perturbado como un indicador de riesgo a corto plazo. Este trabajo recogió características de sueño tanto objetivo como con la información aportada por los jóvenes con alta probabilidad de suicidio.
Según la autora principal del estudio, Rebecca Bernert, “el sueño es un barómetro de nuestro bienestar y afecta directamente en cómo nos sentimos al día siguiente. Creemos que el mal sueño puede quebrar un respiro emocional durante los momentos de angustia, afectando a la forma en que regulamos nuestro estado de ánimo y así bajar el umbral para los comportamientos suicidas”.
En ese sentido, la experta considera que “las alteraciones del sueño se diferencian de otros factores de riesgo porque son visibles como una señal de advertencia, pero no estigmatizantes, y altamente tratables, por eso creemos que pueden representar un importante objetivo de tratamiento en la prevención del suicidio”.
Relojes para una medición precisa
Los participantes en el análisis fueron 50 jóvenes entre 18 y 23 años con antecedentes de pensamientos o intentos de suicidio. El sueño se evaluó objetivamente durante una semana, durante la cual usaron dispositivos de reloj como forma precisa de distinguir los patrones de sueño-vigilia y generar una variedad de mediciones de sueño.
Al inicio del estudio y siete y 21 días después, respondieron a cuestionarios para medir la gravedad de sus síntomas suicidas, insomnio, pesadillas, depresión y consumo de alcohol. Aquellos con un alto grado de variabilidad en los tiempos en los que se quedaban dormidos durante la noche y los tiempos en que se despertaban por la mañana eran más propensos a experimentar síntomas suicidas en las calificaciones a los siete y 21 días. Los científicos hallaron que dormir en momentos muy diferentes cada noche era especialmente predictivo de un aumento en los síntomas suicidas.
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