Presentadores, deportistas o modelos. Las caras que aparecen en televisión para invitar a los espectadores a que dejen su dinero en juegos online siempre son conocidas. Las casas de apuestas se reproducen como setas en los barrios, mientras que la oferta crece en internet. El estudio
'Edades', presentado recientemente por el
Ministerio de Sanidad, puso sobre la mesa algunas de las repercusiones que tiene esta "normalización del juego", como lo denominan muchos expertos. Por ejemplo, que tanto en 2015 como en 2017 un 2,9 por ciento de la población de 15 a 64 años, aproximadamente
906.000 personas, hicieron un uso compulsivo de internet. O que el 3,5 por ciento de esa población jugó con dinero online en el último año. El que fuera jefe de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal hasta septiembre de 2018,
Jerónimo Saiz, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares, ha visto como ha ido incrementando el número de personas con probles de adicción a las apuestas al mismo tiempo que disminuía la edad de estos pacientes. Sobre esto, y sobre las posibilidades de lo médicos una vez jubilados, ha hablado con
Redacción Médica.
Como jefe del Servicio de Psiquiatría que ha sido en el Hospital Ramón y Cajal, ¿ha visto un incremento de pacientes jóvenes con problemas de adicción a las apuestas de juego en los últimos años?
Indudablemente. Ha habido una progresión en el número de personas que consultaban y también un descenso en la edad. Cada vez más nos hemos ido encontrado con personas muy jóvenes e, incluso, adolescentes por debajo de la edad legal para poder acceder al juego que consultaban con nosotros por problemas de adicción.
¿Ha cambiado el perfil de los pacientes?
Jerónimo Saiz explica los datos que hay alrededor de las apuestas.
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Ha ido cambiando, sí. Ha sido importante sobre todo el cambio legislativo que se produjo en el año 2011, que introdujo la posibilidad de jugar legalmente los juegos online y también dio acceso a formas de publicidad y otro tipo de cambios, algunos bastante profundos, como por ejemplo que la dependencia de la dirección general del juego, que antes era del Ministerio del Interior, pasara a ser del Ministerio de Hacienda y Economía.
¿Cómo ve Psiquiatría, como especialidad, que haya famosos prestando su imagen para promocionar estas apuestas?
Pues mal, lo vemos mal la verdad, porque además muchas de estas personas son iconos, son ídolos para la juventud. Se supone que si alguien con ese perfil, prestigio y personalidad hace publicidad del juego es que el juego por lo menos no es tan malo ni tan peligroso. Es una actitud que debería corregirse. Primero, limitando esas formas de publicidad. Desde el punto de vista de una normativa que las impida, que las prohíba. Y también desde el punto de vista ético de cada persona que accede a esa modalidad de publicidad tendría que saber que hay un potencial de crear enfermedad y de ser destructivo para un grupo de personas.
¿Deberían abordarse las apuestas con una mayor regulación como ocurrió en su día con el tabaco?
Desde luego, sin ninguna duda. No hay por qué no hacerlo. En ese sentido además las asociaciones que regulan las clasificaciones diagnósticas en Psiquiatría, han admitido el juego patológico, la ludopatía como una adicción más. Se trata de una adicción de conducta, comportamental. Tanto la Organización Mundial de la Salud como la Asociación Americana de Psiquiatría, en su clasificación DSM- 5, lo asimilan en todo a una adicción. Lo mejor que podemos hacer los médicos, más que diagnosticar y tratar (y a veces curar), es prevenir. Se pueden hacer campañas de prevención y publicidad. De la misma forma que se hace para invitar a la gente a jugar, también para señalar los riesgos que tiene el juego. Esto es incluso obligatorio en algunos países.
¿Han hecho llegar estas reivindicaciones de esto al Ministerio de Sanidad?
El Ministerio de Sanidad no es el que tiene la responsabilidad última. Yo he formado parte del
Consejo Asesor de Juego Responsable -que se acaba de renovar en estos días-, un órgano asesor cuyas decisiones no tenían ninguna capacidad vinculante, pero que trataba de influir o de intervenir sobre la dirección general del juego en estos aspectos. Los profesionales que allí estábamos, que éramos muy pocos, y las asociaciones de jugadores rehabilitados hemos señalado estos peligros. Yo mismo, junto al catedrático de Psicología de la Universidad de Valencia, Mariano Chóliz, hemos publicado en prensa especializada artículos haciendo ver que se estaba perdiendo una oportunidad para regular con más eficiencia el acceso a estas modalidades de juego por parte de las personas más jóvenes, o por parte de los grupos más vulnerables. Y desde luego también para regular la promoción y la prevención.
Jerónimo Saiz está a favor de que se regule la publicidad de las apuestas.
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¿Cómo se aborda este trastorno cuando un paciente es muy joven? Se habla siempre en Psiquiatría de la importancia de que los pacientes sean conscientes del problema que tienen. En el caso de los pacientes que hablaba antes, ¿son conscientes?
En general, en los problemas de adicción, no solo en el juego, el primer paso para llegar a la recuperación y para poder ser tratado es reconocer el problema, y esto muchas veces tarda y es difícil y se hace solo parcialmente y con las personas jóvenes a veces es más duro, más difícil. Primero porque lo ocultan, porque lo niegan, y luego pues porque muchas veces su capacidad de autocrítica y su voluntad están en un periodo inestable en el que es más dificultoso lograr su colaboración.
Supongo que también trabaja con la familia.
Sin duda. En la ludopatía siempre se trabaja con el apoyo del entorno, el apoyo conyugal, familiar. En las personas más jóvenes todavía es más importante, puesto que casi todos ellos dependen de la familia, viven con ella, de tal manera que su intervención es fundamental.
¿Hay marcadores psicobiológicos que pueden predecir la vulnerabilidad a padecer este tipo de trastorno?
Hay marcadores. De hecho, en nuestro grupo en el hospital Ramón y Cajal, en la Universidad de Alcalá hemos hecho mucha investigación en torno a marcadores genéticos de la ludopatía. Pero son inespecíficos. Son marcadores que en todo caso lo que nos detectan es una vulnerabilidad, no solo hacia la ludopatía, sino hacia otras formas de conducta adictiva o conducta que pudiéramos integrar dentro de un marco de psicopatología de trastornos en el ámbito de la maduración, del equilibrio, o de la estabilidad mental.
¿Y tiene algún dato...?
Las estimaciones sobre la incidencia de la ludopatía son difíciles. En primer lugar porque aquellas personas que juegan muchas veces lo ocultan o no lo confiesan, de tal forma que hay que recurrir a sistemas de recogida de datos indirectos obtenidos, en muchas ocasiones, a partir de encuestas, algunas telefónicas. Los datos que tenemos son parciales. Pero parece que la incidencia de la ludopatía, con diagnóstico estructural, está entre el 0,5 por ciento y el 1,5 por ciento de la población.
"No olvidemos que todo el que juega, pierde. Gana la casa de apuestas, por eso se pueden permitir hacer publicidad con estrellas del deporte"
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Pero si hablamos de aquellas personas que están jugando más de lo que deben, o de lo que pueden, o de lo que quieren, los porcentajes son más altos:
por encima del tres por ciento. Los indicadores que tenemos, que sí que son valiosos, son los que proceden del consumo del juego, es decir, de cuánto se está gastando en apuestas y de cómo su perfil. Desde que el juego online está presente, se recoge con toda precisión estos datos y vemos que cada vez hay personas más jóvenes; que el juego online ha facilitado mucho el acceso, la disponibilidad, desde cualquier teléfono móvil se puede jugar con una tarjeta de crédito, y han crecido mucho algunas modalidades de juego como las apuestas deportivas, también el póquer, las apuestas de casino online, hasta el bingo se puede jugar online. Todo ello pues ha condicionado que pueda haber
personas muy jóvenes que lleguen a estas formas de juego.
Hay más acceso que antes.
Es mucho más fácil. Además tampoco hay rechazo social. Cuando uno va al casino, a una sala de bingo o juega con una máquina tragaperras de un bar, el resto de las personas que están te ven hacerlo. Pero si estás en tu casa con una cerveza, viendo el partido de fútbol y oyes que se puede apostar a quien meterá el gol siguiente, o si será de córner o penalti, puedes hacerlo con total discrección. Hay tal publicidad entorno a esto que es
muy fácil que un chico de 14 o 15 años coja la tarjeta de su padre o de su madre y
se inscriba. Hay más de un millón de personas inscritas en los registros de las operadoras online en españa. Y el número no para de crecer.
¿Hay diferencias de género?
Sí, casi un 80 por ciento son hombres y un 20 por ciento mujeres. Incluso juegan con diferentes juegos: a las apuestas deportivas juegan masivamente los hombres y, por ejemplo, en el bingo más las mujeres. Los hombres apuestan más, una media de entre 300 y 400 euros por persona y año, mientras que la mujer no llega a 200 euros.
¿Se debería hacer algo a nivel educativo?
Sí, estaría bien, desde luego, hacer algo a nivel educativo ya que todas estas cosas en los adolescentes surgen en el instituto y muchas veces se juega en grupo, no hay que olvidar que se han abierto casas de apuestas en
todo Madrid, por ejemplo, que es lo que mejor conozco, pero también en el resto de ciudades. Algunas de ellas tienen una densidad grande en barrios donde el
nivel adquisitivo no es muy grande, pero que además están cerca de institutos de estudios superiores o de colegios. Estamos hablando de un
riesgo real. Está prohibido que entren los menores, hay que identificarse, pero no es muy difícil eludir ese control.
¿Cómo se aborda la adicción en personas jóvenes?
El psiquiatra explica cómo se aborda la adicción a las apuestas en personas jóvenes.
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En general hay que personalizar cada caso. Normalmente recurrimos a formas de psicoterapia: la
entrevista motivacional. Es decir, tratar de conseguir en el sujeto un
contrato terapéutico en el que su decisión y su voluntad sea dejar de jugar. Hay distintas fórmulas para hacerlo. En general, la más utilizada es una
fórmula radical: no jugar nada nunca, entender que el juego para estas personas es como un veneno, un agente contagioso, y que cualquier contacto con él va a ser muy difícil que sea bajo control. Para la mayoría de la gente jugar es un proceso intrascendente, de ocio, pero para el ludópata no: es una adicción que acaba destrozando su vida.
No olvidemos que todo el que juega, pierde. Es un mensaje que habría que incluir en los anuncios. Las operadoras ganan, siempre ganan, por eso tienen tanto dinero para hacer publicidad y contratar a los astros del fútbol, o del tenis, o de lo que sea. Pero el que pierde es el jugador, y cuanto más juega, más pierden.
Ha estado usted trabajando más de 30 años en el Hospital Ramón y Cajal.
Y más de 40, también. Prácticamente desde que se abrió. Estuve un año trabajando en Nueva York, pero no he dejado nunca de pertenecer a la institución y, de hecho, aún ahora que estoy en la Universidad sigo estando en el hospital físicamente.
¿Cómo ha evolucionado el abordaje en el campo de la Salud Mental?
El campo de la Salud Mental ha ido cambiando mucho, sobre todo si nos remontamos a la aparición de la Ley General de Sanidad, hace 40 años, se produjo una reforma de la Psiquiatría que la integraron el resto de las especialidades médicas. Los enfermos pasaron a depender de la red sanitaria general, en algunos sitios antes, en otros después, con imperfecciones en algunas autonomías, pero al final se crearon Unidades de Psiquiatría en hospitales generales.
Además, se aplicó un modelo, que llamamos modelo comunitario en la asistencia psiquiátrica, que tiene que ver con el desplazamiento del eje de la asistencia desde los antiguos hospitales psiquiátricos, los manicomios, a los
centros de Salud Mental comunitarios. Son centros para atención ambulatoria dotados con un personal multidisciplinar que dispone de todos los medios para llegar a atender todos los problemas de Salud Mental. Hay Urgencias de Psiquiatría, Unidad de Hospitalización Breve, sistemas de rehabilitación psicosocial y, por supuesto, atención ambulatoria. Y todo esto se integra dentro de este modelo que lo que pretende es, sobre todo, la reinserción del paciente en su medio tan pronto como sea posible, así como luchar contra el estigma de la enfermedad mental y trabajar con ella. Es
una enfermedad más, pero que tiene sus
peculiaridades y muchas veces sus dificultades de manejo y de acceso.
¿Diría que Psiquiatría es una de las especialidades donde, en los últimos años, ha ido cambiando más el abordaje y los medios?
Jerónimo Saiz considera que la tecnología evolucionó mucho menos en Psiquiatría que en otras especialidades.
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Cambió en la aplicación del modelo comunitario. Sin embargo, la Psiquiatría desafortunadamente no se ha beneficiado de la tecnología, cosa que sí ha ocurrido con el resto de la Medicina. Por ir a una especialidad paralela, que es la Neurología, cuando yo hice la especialidad los neurólogos para diagnosticar un tumor cerebral, por ejemplo, solo disponían de la ecografía, de la arteriografía cerebral y eran sistemas muy rudimentarios y muy imperfectos. Hoy en día disponen de la resonancia magnética, del escáner, del PET... Su progreso ha sido espectacular. No digamos nada en otras especialidades quirúrgicas y médicas. Sin embargo, la
Psiquiatría sigue dotada de unos medios extremadamente simples, una mesa, un papel, dos sillas, una frente a otra, y con eso trabajamos. Eso no ha cambiado mucho realmente.
¿Y por qué hemos evolucionado tanto en la tecnología en ese sentido?
Porque el órgano sobre el cual se sustenta la actividad mental es el
cerebro, una víscera compleja, complejísima, enormemente intrincado en su conocimiento y muy interconectada, con muchos sistemas, vías y centros, y aquellas cosas que conocemos son extremadamente groseras, por ejemplo, desde el siglo pasado conocemos los distintos sistemas de neurotransmisión química, la noradrenalina, la serotonina, la dopamina. También estamos conociendo, a raíz de la
neuroimagen, cómo hay una conectividad intracerebral y cómo unos centros y otros se pueden conectar a través de vías, cómo hay una hiperactividad o una hipoactividad que se asocia desde el punto de vista estadístico a determinadas enfermedades, cada vez con mayor precisión, pero todo eso resulta todavía poco aplicable, resulta imperfecto.
Con la
genética nos ha sucedido algo similar, hay muchos estudios pero ninguno así aplicable a corto plazo, quizá hasta la farmacogenómica que parece lo más práctico, todavía es muy preliminar como para poder ser aplicado por sistema.
Acumula seis tramos en labor investigadora. ¿Cómo ha evolucionado la investigación?
La investigación ha cambiado mucho y ha mejorado muchísimo. Sobre todo con la creación de una estructura de investigación Ciber: un Centro de Investigación Biomédica en Red Específico de Salud Mental. Somos casi 30 grupos y llevamos 10 años funcionando. Esto ha mejorado espectacularmente la calidad y la cantidad de la producción científica en España. Creo que hay muy buenos investigadores,
personas enormemente brillantes que están a la altura de cualquier investigador internacional y grupos que son muy potentes y que efectivamente están además ahora en ese sistema trabajando en red, lo cual mejora mucho nuestras posibilidades de recogida de muestras, también de obtener recursos y yo puedo decir que efectivamente la investigación en Psiquiatría y Salud Mental está en un punto francamente alto.
¿Sigue usted trabajando en Ciber?
Sí, pero en vez de ser investigador principal soy colaborador.
¿Y asesor?
No, un soldado raso.
¿Qué hay de la figura del médico emérito en los hospitales? ¿Cree que es necesaria?
Médico emérito asistencial como tal se creó en la Comunidad de Madrid, pero ha sido aplicado en situaciones muy individuales y muy escasas. Lo que sí hay es eméritos en la universidad. Yo estoy en esa condición. Nos piden es una serie de requisitos para poder llegar a ella. Tenemos un contrato menor para continuar en labores docentes que pueden ser muy variadas. Hay quien sigue haciendo lo que hacía con un nivel de compromiso menor y hay quien se especializa, por ejemplo, en un estudio propio, un máster o en trabajos particulares de apoyo a las tutorías con los alumnos o con los profesores. Hay
mucho terreno por hacer y muchas posibilidades en la formación.
Un momento de la entrevista, que tuvo lugar en el plató de Sanitaria 2000.
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Decía que sigue vinculado con el hospital.
Sí, porque la Universidad de Alcalá tiene convenio con el hospital y tiene unas dependencias allí, tenemos aulas, clases, laboratorios y yo tengo allí mi despacho, estoy trabajando allí. Ya fui vicedecano de la Facultad en el Hospital durante casi 15 años.
Los médicos que se jubilan ¿Qué puede aportar al centro?
Pueden aportar mucho porque tienen experiencia y conocimiento. Muchas veces tienen la disposición de seguir activos y de colaborar. Además, creo que lo que caracteriza a todos los médicos es su
voluntad de servicio. Me seguía llamando la atención que, cuando una enfermo o visitante iba al hospital y sufría un desmayo o un desvanecimiento, acudíamos todos a ayudar, desde residentes que acaban de llevar y no tenían mucha experiencia, hasta personas como yo que llevábamos trabajando en una especialidad particular más de 40 años. Porque eso es lo que nos mueve y une.
Dicho esto, hay que considerar también que la jubilación es un
proceso de cambio muy importante y a veces
difícil para quien lo tiene que hacer, y para su familia y entorno. Hay muchos cambios. Uno pasa de un día para otro a ser transparente, a dejar de recibir 50 emails diarios para pasar a recibir cinco y a dejar de ser 'importante y necesario'. Hay que reconvertirse, que no deja de ser también una oportunidad; un hecho diferente al no tener responsabilidad sobre todo. No se trata de que cuando te jubilas vas a vivir sin trabajar, sino que se trata de recomponer un poco tus intereses; descubrir facetas nuevas por las que puedas estar atraído o, igualmente,
continuar activo. Hay muchas especialidades que permiten seguir trabajando por encima de la edad de jubilación con buenas condiciones, y por supuesto, con la debida dedicación a estar en un estado de información bien a punto y con las debidas garantías. Hay mucho campo y, además, se calcula que más de la cuarta parte de los médicos van a estar jubilados en España en muy pocos años. Es un capital que, desde luego, conviene no desdeñar.
¿En su caso?
Estoy activo porque sigo en la universidad como emérito y porque en mi práctica privada trabajo como lo hacía antes. Normalmente, entro otras cosas, porque trabajo con personas más jóvenes, psiquiatras, psicólogos que si yo tengo aspectos en los que no estoy debidamente puesto al día pues ellos inmediatamente me corrigen y me informan y yo mientras esté como ahora pues tengo deseos de trabajar.
Parece que en los jubilados también hay distintos perfiles, hay algunos que les gusta estar atareados, yo soy ese perfil, no me gusta estar ocioso, pero también respeto y comprendo muy bien al que ha trabajado mucho durante muchos años y quiere pasar a un estado nuevo y diferente.
Por lo que me cuenta todavía le quedan algunos años de activo.
¡Ojalá!
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