Aunque cada vez hay más conocimiento sobre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (
TDAH), aún existen retos en su diagnóstico, sobre todo entre las
niñas y los
adultos. Así lo asegura
Francisco Javier Quintero, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor, quien ha explicado a Redacción Médica cuáles son los mayores desafíos que implican que siga habiendo un alto porcentaje de infradiagnóstico.
¿Sigue habiendo retrasos en el diagnóstico? ¿Qué tiempo promedio se tarda en diagnosticar el trastorno?
Hicimos un estudio hace unos años y desde las primeras interferencias de síntomas que generan disfunción, que suelen aparecer en torno a los seis-siete años, y el primer diagnóstico formal pasa poco más de dos años. Este tiempo en un niño de esa edad es muchísimo. Aunque es la media. Hay a quienes se les ha diagnosticado muy rápido y otros que tardan más.
¿Cuáles son los mayores retos en el diagnóstico a día de hoy?
Deberíamos tomar mayor concienciación en torno a la
prevención: en la capacidad de
diagnósticos precoces. Hay una tendencia enmarcada en un cierto ‘
buenismo’ que realmente ayuda muy poco a los niños. Y tiene que ver con que cuando empezamos a ver los síntomas, en lugar de intentar entenderlos se dice esi de: 'Vamos a esperar'; 'Vamos a dejarlo funcionar a ver esto hacia dónde va...'.
Y lo normal es que estos síntomas no evolucionen bien; si un niño empieza a tener problemas con la atención y le está costando seguir el ritmo del aula, lo razonable es que eso cada vez vaya a más hasta que comience a suspender. Si empieza a ser muy inquieto y muy impulsivo, y le pasa factura en la interacción con los mayores y con sus iguales, la situación tiende a ser cada vez mayor.
Lo que no se puede es no hacer nada. Tenemos que observar cuando un niño empieza a tener problemas e intervenir cuando comiencen las disfunciones para él o para el entorno.
Dice que hay un cierto buenismo.
Hay una tendencia muchas veces a decir que hay que esperar y ver cómo evoluciona. Estoy de acuerdo en que muchas veces si la disfunción o los problemas son leves efectivamente hay que observar, intentando corregir aquellas cosas que no están funcionando. Lo que no quiere decir no hacer nada.
"Hay una tendencia enmarcada en un cierto 'buenismo' que realmente ayuda muy poco a los niños con TDAH"
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Aquí parece que todo se trata de poner o no medicación. Hay muchas cosas para hacer alrededor de un niño con TDAH, como por ejemplo trabajar con los padres. Un programa de psicoeducación con los progenitores debería aparecer en el minuto uno de la sospecha de trastorno. Desde que empieza a ser inquieto, inatento e impulsivo, hay que ayudar a sus padres a entender lo que ocurre y a saber cómo pueden reconducir el funcionamiento de su hijo.
Y desde luego, las aulas. Los colegios son espacios privilegiados tanto para poder detectar posibles casos de TDAH como para empezar a hacer pequeñas cosas en el día a día de los niños, que desde luego mejoran mucho su calidad de vida.
En este sentido, ¿cree que hace falta hacer más trabajo entre los profesionales sanitarios y los docentes para que sepan en qué consiste el TDAH y puedan reconocerlo?
Hace falta hacer mucho más trabajo, sí.
¿Por qué se sigue diagnosticando menos a las niñas?
Porque los síntomas (la atención, hiperactividad, impulsividad) las niñas tienden a ser más inatentas que inquietas, lo cual hace que la inatención pase más desapercibida. Cuando un niño es muy inquieto en el aula se ve muy rápido. Cuando es una niña inatenta que está en su mundo, no da problemas y va aprobando, pues nadie hace nada. En general, nadie se da cuenta de que se pierde la mitad de las cosas que pasan en la clase por estar abstraída.
Hasta que empieza a suspeder, porque la exigencia aumenta al final de la Primaria o al principio de la Secundaria, y de repente saltan las alarmas de 'qué ha pasado'. Y lo que ha pasado es que la niña lleva seis años sin enterarse bien.
Aquí volvemos un poco al trabajo de los docentes.
Claro. Y sobre todo poner el foco donde creo que hay que ponerlo, que es en el déficit de atención, no en la hiperactividad. La hiperactividad es sin duda un síntoma muy importante dentro de la triada del TDAH, pero más importante es el déficit de atención. Es lo que más tiene que ver con la complicación de los niños de cara a la adquisición de un buen aprendizaje y unas buenas habilidades sociales.
¿Cómo están diagnosticando ahora y cómo se debería diagnosticar el déficit de atención?
Va mucho por barrios. Lamentablemente todavía en el mundo del TDAH hay gente que se permite tener opiniones pseudocientíficas o de corte machista. Yo jamás he visto a los cardiólogos discutir sobre la existencia de la insuficiencia cardiaca, pero sí he visto a los profesionales de la salud mental discutir sobre este trastorno.
Yo muchas veces digo que si el TDAH no existe llamémosle de otra manera, pero si son niños inquietos, inatentos e impulsivos, que les cuesta seguir el ritmo en el aula e interaccionar con los iguales, habrá que llamarlos de alguna forma. Porque habrá que hacer algo con esos pequeños. Desde luego la solución no es no hacer nada, como tampoco la es culpar a las madres de que educan mal a sus hijos.
"Hay que poner el foco en el síntoma de déficit de atención"
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El problema aquí, como digo, va por barrios. Hay áreas donde todo funciona fenomenal, la gente está bien concienciada y se ofrece una atención precoz. Y va así desde las aulas hasta los profesionales de Atención Primaria, y por supuesto los equipos de Salud Mental.
Hay colegios con una concienciación estupenda, y en cuanto aparece algo que hace sospechar montan un circuito para que alguien evalúe a ese niño o niña y seamos capaces de saber si lo que le pasa es normal o hay que hacer algo. Y lo mismo pasa en AP. Hay mucho médico muy concienciado, que desde el principio le ponen el acento necesario conforme a las necesidades del paciente.
Si se hace y bien es muy sencillo. Muchas veces me encanta ver TDAH que son muy fáciles de manejar. A mí me complica cuando aparece un niño en la adolescencia consumiendo hachís, fracasado escolarmente, con trastorno de conducta. Ahí a veces nos las vemos y nos las deseamos para enderezarlo, cuando años antes solo era inatento, algo inquito y un poco impulsivo además.
¿La patología dual hace importante que se diagnostique pronto el trastorno?
Me gusta referirme al TDAH como un factor de riesgo evolutivo, es decir, es importante porque ensombrece el pronóstico de quien lo padece. Y lo ensombrece en muchas áreas, siendo una muy relevante desde el punto de vista de la salud mental: la comorbilidad.
Puede haber trastornos de conducta, ansiedad, depresión, aprendizaje… pero hay otras comorbilidades que para mí, si cabe, son tan o más importantes. Tienen que ver con que el TDAH multiplica el riesgo de fracaso escolar, el consumo de drogas y los accidentes de circulación.
¿Qué ocurre con los adultos con TDAH?
Que están abandonados a su suerte. El problema fundamental es que en la edad adulta el diagnóstico es muy complejo. Hay muy pocos profesionales hoy por hoy en España que comprendan y diagnostiquen y, por supuesto, traten bien el TDAH en la edad adulta.
Si se trata de una continuación del tratamiento del paciente que inició sus andanzas con el diagnóstico de TDAH durante la infancia o adolescencia y se hace mayor, es más fácil verlo. En pacientes que cuando eran jóvenes y adolescentes nadie les diagnosticó y hoy tienen más de 20 años… van como pueden. Es complicado. Ahí hay una carencia importante en lo que al TDAH se refiere: en el diagnóstico y el manejo del adulto.
¿Qué cree que se puede hacer para mejorarlo?
Pues como en casi todos los problemas en salud en general, hay que formar y capacitar a los profesionales en el diagnóstico y trataiento de estos pacientes. Nadie diagnostica lo que no conoce. Pero si sabes lo que es, entonces eres capaz de detectarlo en tus pacientes y ver qué el síntoma podría ser a raíz de un TDAH.
Entonces eres capaz de explorarlo adecuadamente e, incluso, de pedir ayuda externa. A veces uno no tiene por qué tener todas las herramientas, pero tiene que sospechas. Si no es capaz de manejarlo, que sea capaz de derivarlo a alguien que sea capazde evaluarlo.
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