Los
suicidios entre los médicos han aumentado en los últimos diez años respecto a la población general y ya se conoce que el impacto de la pandemia del Covid-19 ha incrementado las tendencias suicidas entre los profesionales. Por ello, según demanda la autora del pionero ensayo nacional que ha puesto datos al suicidio médico en España, se deben acometer
medidas de carácter inmediato para paliar esta situación.
Según asegura a
Redacción Médica la psiquiatra del Hospital Universitario Santa María de Lérida,
María Irigoyen Otiñano, su estudio ha logrado
ratificar lo ya adelantado por otros países: el
suicidio es más prevalente entre la población médica que entre la general y todavía es más intenso en el caso de las mujeres médicas.
Además, según destaca la investigadora,
sorprenden las edades entre las que se producen el mayor número de casos. “Hay que tener en cuenta que el
suicidio entre los médicos es un evento tardío que acontece entre los
40- 60 años mientras que en la
población general sucede entre los
20-30 años. Es un dato llamativo porque no hay muchas mujeres médicas de 60 años. La
feminización de la profesión es reciente y cuando pasen más años veremos el impacto real, que probablemente sea mayor”, augura Irigoyen Otiñano.
En los datos de los últimos diez años sobre defunciones por suicidio en base a la edad y la especialidad médica, Irigoyen Otiñano observó que la media anual era de 1,3 por cada 1.000 médicos, pero que ese porcentaje fluctuaba. “Esto nos hace pensar que
habrá más, pero no lo podemos asegurar. Aunque es muy plausible que haya un aumento”, resalta la psiquiatra.
Medidas para reducir los suicidios entre sanitarios
Ante esta prevalencia ya superior respecto a la población general se suma el
impacto de la pandemia. “Ya sabemos, por estudios nacionales e internacionales, que
el impacto psicológico de la pandemia ha provocado un aumento de las tendencias suicidas entre profesionales sanitarios”, detalla Irigoyen Otiñano.
Unos motivos por los que la profesional reclama que se tomen medidas para “hacer algo” con estos profesionales que son una “
clara población diana” a atender. “Hay que elaborar unas
líneas de actuación muy definidas de prevención, un sistema de vigilancia en el entorno profesional, fortalecer las estrategias preventivas y mejorar las condiciones del trabajo. En definitiva, todas aquellas medidas que puedan promover un mayor del bienestar y, sobre todo, una mejor identificación y manejo del mismo”, reivindica la psiquiatra.
El estigma médico, aliciente para las tendencias suicidas
Otro de las cuestiones que agrava el trágico final de un trastorno mental entre los médicos es el
estigma que rodea a estos profesionales a la hora de reconocer que sufren una patología mental. “Es un colectivo que tiene
muchas dificultades para reconocer el malestar y para pedir ayuda. Por un lado, se opta por automanejarse y automedicarse. Por otro lado, hay
temor a perder la licencia (a nivel deontológico es un deber estar en una buena situación de aptitud física y psíquica) por reconocer que están pasando un mal momento”, explica Irigoyen Otiñano.
Esto genera un caldo de cultivo que complica el manejo de los médicos enfermos, ya que en muchas ocasiones no se detectan los casos. La consecuencia directa de esta ocultación, según asegura la psiquiatra, es que el trastorno se complica y
puede acabar en un suicidio.
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