El
trastorno bipolar continúa enfrentándose a varios retos a día de hoy.
Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínic de Barcelona, ha identificado tres: el
retraso en el diagnóstico, la
prevención de la disfunción cognitiva y la
intervención temprana en esta enfermedad, confundida o banaliza a menudo por manifestarse, en más del 50 por ciento de los casos, durante la adolescencia.
El también director científico del Cibersam ha expuesto estos tres retos durante su intervención en el simposio 'Abordaje intregral del trastorno bipolar', que ha tenido lugar en el
XXII Congreso Nacional de Psiquiatría que está teniendo lugar del 26 al 28 de septiembre en Bilbao.
El trastorno bipolar es una enfermedad grave y común que afecta a más de un dos por ciento de la población. Vieta ha señalado que los psiquiatras están llegando tarde al diagnóstico en España: el
retraso promedio está en
cinco años. "Por lo tanto, ahí hay un margen de mejora importante", ha asegurado a este medio.
"Hay un margen de mejora importante en el tiempo de diagnóstico"
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El jefe de Servicio del Hospital Clínic también ha puesto énfasis en la
prevención de la disfunción cogntiva, un problema que, según ha explicado, no se reconocía hasta hace poco tiempo. "En el trastorno bipolar claramente las personas tienen comportamientos derivados de un
estado emocional alterado, pero lo que no se había visto, porque es mucho más sutil, es que también hay una
alteración a nivel cognitivo", explica. Es decir, a nivel intelectual.
"No es que las personas se vuelvan menos inteligentes -continúa-, pero sí pierden
capacidad de concentración,
agudeza mental,
memoria,
capacidad de prestar atención a las cosas… En ese sentido, tienen una cierta pérdida que se traduce en
mayor dificultad de adaptación social. Pueden perder su empleo, trabajar en un puesto par el que están sofrecualificado, encontrarse con dificultades en relaciones sociales y tener una mala organización que les hace llegar tarde a los sitios. Les ocurren muchas cosas por lo estar perfectamente concentrados".
Si no se previene sobre la función cognitiva, ha enfatizado, terminará haciendo que las personas tengan repercusiones funcionales graves que es lo que más les importa a ellos y a sus familias: perder la oportunidad de llevar una vida plena, con un trabajo estable, o con su propia familia.
Reivindicación de más programas de intervención temprano
Y, con todos estos problemas, aparece un tercer reto que facilitaría muchísimo la vida de estas personas: la
intervención temprana. Diagnosticar el trastorno bipolar a tiempo ayudaría a prevenir esta disfunción cognitiva, pero en España no siempre es fácil
"Hay comunidades autónomas, como
Cataluña y
Navarra, donde la intervención temprana está cubierta en psicosis. Pero solo el 25 por ciento de los pacientes con trastorno bipolar debutan con psicosis. La mayoría no", asegura. Parte de Cantabria también cuenta con esta intervención. Andalucía y Madrid tienen programas sueltos.
Al afectar únicamente a este porcentaje de pacientes con trastorno bipolar hace que sea más difícil la intervención. "La psicosis es mucho más aparatosa e identificable que comenzar con una depresión en la adolescencia -común en el trastorno bipolar-, que es algo que a veces se
banaliza como si fuese un problema de la edad o se diagnostica como una
depresión común", señala.
En trastorno bipolar hay mucho que hacer. El inicio de la enfermedad es mucho más sutil de la esquizofrenia. Y ambas son, asegura, las
grandes enfermedades psiquiátricas en adultos. "Hay que avanzar en programas porque si no se hace nada el trastorno bipolar es prácticamente igual de discapacitante que la esquizofrenia. Pero hay que hacerlo muy bien porque es más difícil de identificar a tiempo", afirma.
Por ello, no duda en reivindicar que se
implementen programas de intervención de psicosis en todas las comunidades autónomas, ya que España se está quedando "muy por detrás de otros países europeos en esquizofrenia", pero también para trastorno bipolar. "En esto no hay nada en ningún país de nuestro entorno, seríamos pioneros. Pero en algo tendríamos que serlo", señala a
Redacción Médica.
Dificultades en el diagnóstico
Que el diagnóstico de trastorno bipolar sea tardío se debe a que las alteraciones que comporta inicialmente no son específicas y a que la aparición se sitúa, de media, a los 19 años. "Acostumbra a empezar con una
depresión y a una
edad muy temprana. Entonces se suele atribuir la depresión de un adolescentes a otras causas, como la ruptura de pareja, un problema con amigos, o malas notas. Hay tantas cosas que les pasa a los jóvenes... Pero cuando hay una depresión existe algo más que un bache o una situación a la que el joven no se ha adaptado bien", asegura.
"Ir al psiquiatra debería ser como ir al dentista, no se puede esperar"
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Y para ver qué está ocurriendo realmente, Eduard Vieta afirma que hay que acudir al psiquiatra. Sin embargo, por el
estigma que sigue envolviendo a esta enfermedad, muchos padres continúan sin llevar a su hijo. A los adolesentes no se les ocurre. Y ahí, se pierde la oportunidad de llevar un control sobre la persona, que a veces no va a necesitar tratamiento y otras sí; que a veces puede derivarse al psicólogo, continuar en Psiquiatría o ser dado de alta. Pero que, si no se hace nada, puede terminar causando una enfermedad más seria.
"¿Cómo haces para no medicalizar algo que no es pero intervenir a tiempo algo que puede ir muy mal'? Ese es el dilema que tienes. No quieres decirle a todo el que tiene una situación de
estrés o
depresión que tiene un trastorno bipolar y que le vas a medicar.
No tiene sentido. Pero no puedes descuidar a los que empiezan porque si no llegas tarde", reflexiona.
Por todo, hay que sensibilizar a la población. Vieta asegura que hay que aprender que ir al psiquiatra no es que te pongan una etiqueta y te medicalicen.
Es como ir al dentista: de la misma forma que el odontólogo no te ve cuando la muela ya ha caído, sino cuando sale la caries, el psiquiatra debería poder ver al paciente con las primeras manifestaciones del trastorno bipolar. Solo así podrá descartarlo o intervenirlo de forma temprana, para beneficio de los pacientes.
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