Veintitrés clínicas
franquiciadas de Vitaldent se quejan de los abusos a los que se ven sometidas por parte de los nuevos dueños por negarse a desvincularse del grupo y aseguran que si la situación se mantiene, les llevarán al cierre de sus locales y dejarán a miles de pacientes en la calle, según informe Efe.
Estas clínicas ya pidieron al juez de la Audiencia Nacional
Eloy Velasco que suspendiera sus contratos con la marca, una petición que fue desestimada. El magistrado autorizó la
venta de Vitaldent por 18,5 millones de euros a la empresa JB Capital Markets SV Sau, propiedad de Javier Botín, hijo del fundador del Banco Santander Emilio Botín. Tras la venta, los nuevos dueños pidieron a las franquicias que subrogaran sus contratos.
Veintitrés de ellas se negaron a hacerlo puesto que consideran que, al abrirse una causa penal contra sus directivos pueden, de acuerdo con sus contratos, rescindir los acuerdos con Vitaldent unilateralmente y seguir funcionando como clínicas privadas, una demanda que llevan paralelamente por la vía civil.
Según ha explicado el dueño de una de esas clínicas, que prefiere guardar su anonimato por temor a represalias, desde entonces esa veintena de clínicas ha sufrido
coacciones y amenazas por parte de JB, que las ha dejado, denuncia, "en un limbo jurídico".
Y es que, según su relato, ahora esas clínicas, personadas como acusación popular en la Audiencia Nacional, siguen perteneciendo a un ente,
Laboratorio Lucas Nicolás (el antiguo nombre del dueño), que es una empresa vacía, sin activos, mientras
les han cortado la financiación a los pacientes y reciben peticiones de que paguen distintos cánones y hasta cartas de desahucio de los locales.
El Santander está detrás
"Una clínica dental sin financiación es la muerte inmediata, nos nutrimos en más de un 80 por ciento de eso", denuncia este propietario, que advierte de que como la situación siga así las clínicas tendrán que cerrar y dejarán en la calle a miles de pacientes y decenas de trabajadores."Ellos
tienen la sartén por el mango, tienen muchísimo dinero porque tienen al Santander detrás y un montón de abogados", explica para añadir que no quiere dar su nombre porque los nuevos dueños "actúan en plan mafioso y al día siguiente tengo 20 monitorios".
Estas clínicas ya pidieron al juez Velasco que suspendiera sus contratos al entender, sostenían en su escrito remitido a la Audiencia Nacional, que "además de ser absolutamente intolerables desde el punto de vista jurídico", colocan a los franquiciados "en una
situación económica insostenible y crítica".
Sin embargo, el juez rechazó esta medida porque consideraba que no se ha probado hasta ahora que los contratos sean delictivos y porque
lo pedido por las perjudicadas no es una medida cautelar (de carácter provisional), sino que supondría "realmente la desvinculación fáctica de esos contratos" y su anulación, algo sobre lo que aún no se puede pronunciar al no ser el momento procesal oportuno. "¿Cuándo será el momento procesal, cuando hayamos cerrado todas las clínicas?", se pregunta el dueño de uno de esos locales que tienen previsto emprender más acciones legales para intentar desbloquear su situación.
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