La anemia de enfermedades o trastornos crónicos (ATC), también llamada anemia de la inflamación, puede observarse con más frecuencia en
pacientes de edad avanzada (≥65 años) con ciertas afecciones crónicas.
Tal como explica la doctora
Lissbett Suárez González, hematóloga del
Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre, “la
anemia de las enfermedades crónicas es la segunda causa más frecuente de anemia tras la anemia ferropénica y la más observada en pacientes hospitalizados. Estas afecciones son enfermedades oncológicas, onco-hematológicas, endocrinopatías, infecciosas (VIH/SIDA, endocarditis infecciosa, absceso pulmonar, hepatitis B/C), enfermedad renal crónica, hepatopatías, enfermedades neurodegenerativas, trauma severo, quemaduras y ulceraciones cutáneas extensas, entre otras”.
“El
diagnóstico precoz de la anemia ya sea de forma aislada, casual o en contexto de otra enfermedad es muy importante para su correcta interpretación diagnóstica y tratamiento”, afirma Suárez.
Alteración del hierro
En este tipo de anemia existe una
mala distribución del hierro. Según la profesional, “hay un
aumento de la hepcidina, péptido que aumenta en procesos crónicos e impide el uso del hierro para formar hemoglobina. Por otra parte, disminución de la eritropoyesis o formación de glóbulos rojos por producción insuficiente de eritropoyetina, hormona secretada por el riñón o de otros factores (hormonas tiroideas, andrógenos, etc.) o
combinación de los mismos. Por último, existe un acortamiento de la vida media de los
hematíes o glóbulos rojos por aumento de la actividad eritrofagocitaria”.
Sintomatología
“Los
síntomas y signos de los pacientes
dependen de la enfermedad de base”, comenta Suárez. Suele prevalecer la clínica del trastorno de base sobre la clínica del síndrome anémico o solaparse ambas. Por esta razón, es clave el diagnóstico previo y el control por parte del profesional de la enfermedad de base. “Cansancio, mareo, cefalea, palpitaciones, fatiga, calambres, labilidad emocional, depresión, palidez cutánea, taquicardia… pueden ser algunos de los síntomas ante los que
conviene acudir a consulta”, afirma la doctora.
Diagnóstico
Los exámenes que se pueden hacer para diagnosticar la anemia o descartar otras causas incluyen: el
conteo sanguíneo completo (CSC) o hemograma; herramienta básica que aporta información muy valiosa, conteo de reticulocitos, frotis de sangre periférica, metabolismo del hierro: hierro sérico, ferritina sérica, índice de saturación de transferrina, transferrina, proteína C reactiva, función renal, hepática, tiroidea, entre otros. “Suele observarse aumento de ferritina con valores disminuidos de hierro sérico e índice de saturación de transferrina”, afirma la profesional quien subraya que “el
estudio de médula ósea se realiza en aquellos casos que exista alta sospecha diagnóstica de patología onco-hematológica como síndrome mielodisplásico, mieloma múltiple, entre otros”.
Tratamiento
“No hay un consenso para el tratamiento de la anemia de la inflamación”, subraya la profesional. “Es un tipo de anemia que los pacientes suelen tolerar
sin necesidad de requerimientos transfusionales, salvo casos muy puntuales”, afirma.
“Básicamente está dirigido a la
corrección del trastorno subyacente que provoca la anemia, -comenta la hematóloga-; por ejemplo, en casos relacionados con enfermedad renal crónica con hemoglobina <10g/dL, el uso de agentes estimulantes de la eritropoyesis debe ser considerado. En este tipo de pacientes el uso concomitante de hierro tiene indicaciones precisas. Se prefiere su uso por vía intravenosa ya que tienen menos tolerancia oral y mala absorción oral debido al bloqueo de la expresión de una proteína transportadora de hierro: ferroportina”.
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