Un
80 por ciento de los casos de cáncer de piel son
carcinomas basocelulares, el tumor maligno más frecuente en humanos, cuyo principal factor de riesgo es
la exposición al sol. Por ello,
las zonas más expuestas durante todo el año son las más vulnerables, como
el rostro y, en concreto,
los párpados, principal localización de este tipo de tumores cutáneos.
“
La piel de los párpados es unas 10 veces más fina que la del resto del cuerpo, siendo muy delicada ante el daño actínico. Además, a la hora de aplicarnos el protector solar, muchas veces lo hacemos solo en verano y, aún así, a menudo nos olvidamos de la zona periocular, que queda desprotegida”, destaca
Marco Sales, especialista en oculoplastia de IMO Grupo Miranza.
Según el oftalmólogo, “otro de los riesgos de los tumores en los párpados es que pueden pasar desapercibidos o
confundirse con lesiones benignas, como quistes, verrugas u orzuelos”. Mientras que el melanoma palpebral (mucho menos frecuente) tiene una progresión más rápida y agresiva, el carcinoma basocelular suele ser de crecimiento lento, así como tener diversos aspectos, lo que puede dificultar su diagnóstico. Por esta razón, ante cualquier
lesión en el área palpebral, como manchas rojizas, bultos rosados o de aspecto brillante, llagas abiertas o costras que no terminan de curarse, etc. conviene consultar al especialista para determinar si se trata de un cáncer de piel.
Cirugía precoz para tratar los tumores de párpados
“Si los detectamos tempranamente,
los tumores de párpados tienen un buen pronóstico y en más de
un 90 por ciento de los casos podemos curarlos completamente”, destaca Sales. Hay que tener en cuenta que algunos tipos como
el carcinoma escamoso o el carcinoma sebáceo pueden llegar a producir metástasis sin un tratamiento temprano adecuado y, aunque el carcinoma basocelular raramente se disemina a otras partes del cuerpo, sí que puede comprometer el globo ocular si se deja crecer sin tratamiento.
En la intervención es fundamental asegurar la eliminación total de las células malignas, dejando un
margen de seguridad libre de tumor, por lo que, en un área tan pequeña como es el párpado, se requieren técnicas con control intraoperatorio de márgenes quirúrgicos. El siguiente paso esencial es reconstruir el defecto creado al quitar el tumor. “Una vez realizada la extirpación del tumor, contamos con diferentes procedimientos de reconstrucción palpebral, ya que
el objetivo es dejar el menor impacto estético y preservar la adecuada función del párpado como elemento protector del ojo”, concluye Marco Sales, uno de los especialistas de Grupo Miranza referentes en cirugía oculoplástica mínimamente invasiva.
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