HLA Centro Médico Zaragoza refuerza su cartera de servicios con la incorporación de una nueva especialista en Otorrinolaringología,
María José Lavilla. Es fundadora de la
Unidad de Implantes Cocleares e Hipoacusias en Extremadura y acumula una amplia experiencia en cirugía de oído, tecnología de amplificación auditiva y audiología, especialmente en niños.
Actualmente, la profesional es también profesora asociada de la
Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza y, además, ejerce en el
Hospital Clínico Universitario de la capital aragonesa, formando parte de la Unidad de Implantes Cocleares.
La doctora, en su reciente incorporación a HLA Centro Médico Zaragoza, ha explicado en una entrevista difundida por el grupo hospitalario cuáles son las patologías más comunes que trata en su práctica diaria, enfocándose siempre en el paciente y con el firme "
compromiso con la excelencia médica".
¿Cuáles son las patologías más comunes que trata en su práctica diaria y qué pruebas se realizan para su diagnóstico?
La patología y las infecciones agudas y crónicas del oído. Trato sobre todo los problemas de audición y pérdida auditiva tanto en niños como en adultos, incluyendo el diagnóstico y tratamiento a cualquier edad y el seguimiento específico con cualquier tecnología de amplificación auditiva.
También el tratamiento quirúrgico de la pérdida auditiva, que incluye el implante coclear y otros sistemas implantables y la cirugía del oído o timpanoplastia, que puede ser necesaria en caso de perforaciones de oído y otras otitis medias crónicas tanto en el niño como en el adulto.
Aparte del oído, en mi práctica clínica trato también los problemas nasales más comunes como la rinitis, la sinusitis y diferentes problemas alérgicos, así como los trastornos comunes de la garganta que incluyen la amigdalitis, la faringitis, la laringitis y los trastornos de la voz, además de los problemas de equilibrio, siendo uno de los más importantes la enfermedad de Menière, y los tumores de cabeza y cuello, tanto benignos como malignos.
Entre los exámenes más comunes para el diagnóstico se encuentran la otoscopia y microotoscopia que se utilizan para examinar el oído y detectar y tratar anomalías en el conducto auditivo y oído medio. Por otro lado, la fibroendoscopia se utiliza para examinar la nariz y la garganta en busca de anomalías que van desde las fosas nasales hasta la laringe e hipofaringe.
Por otro lado, el estudio audiológico incluye la audiometría tonal para medir el nivel de audición; la audiometría vocal, que determina lo que entiende una persona con lo que oye y la audiometría infantil, que incluye exploraciones subjetivas adaptadas a la edad del niño como la audiometría de observación del comportamiento y la condicionada por el juego. En ocasiones hay que recurrir a la realización de pruebas objetivas en las que no se requiere la colaboración del niño, como los potenciales auditivos.
Finalmente, el estudio radiológico de las diferentes áreas incluye la radiografía simple para fracturas y patologías nasales, la ecografía cervical para patologías de las glándulas salivares, el TAC para senos paranasales, garganta y oído y la resonancia magnética.
¿Cuáles son los síntomas que indican que una persona debe consultar a un otorrinolaringólogo?
Una persona debe acudir al otorrinolaringólogo ante cualquier síntoma que altere su calidad de vida, como la pérdida de audición, la insuficiencia respiratoria nasal o el trastorno del equilibrio. La prevención y el tratamiento precoz son muy importantes en los problemas auditivos.
Hay síntomas urgentes que requieren ser consultados a la mayor brevedad posible, como el dolor de oído/s que no mejora con el tratamiento propuesto por el médico o con síntomas de alarma asociados (desde fiebre, supuración, inestabilidad, cefalea, rigidez cervical, vómitos, sensación de adormecimiento de la cara o alguna otra parte del cuerpo, voz engolada, dificultad para abrir la boca, pérdida de peso, etc.).
También por la sospecha de un cuerpo extraño localizado en el oído, la nariz o la garganta, la inestabilidad cefálica o sensación de mareo de inicio brusco, el sangrado de nariz que no se autolimita o es recurrente durante el último mes o el dolor de garganta y las alteraciones de la voz (disfonía o ronquera) que no mejoran con el tratamiento propuesto.
¿Cómo maneja el tratamiento de pacientes pediátricos en comparación con los adultos?
Lo mejor es que intenten perder el miedo, con mucha paciencia, creatividad, e ingenio, pero sobre todo con experiencia y tiempo, adaptando las técnicas de exploración a la edad y las características de cada pequeño.
Otra peculiaridad de los niños es el impacto que supone para su desarrollo el realizar un diagnóstico precoz de sus patologías, sobre todo en el diagnóstico precoz de la pérdida auditiva. Durante los primeros años de vida, la audición y el lenguaje están íntimamente unidos, de modo que el grado de pérdida auditiva influye en la adquisición del lenguaje y la producción de su voz.
Si un niño pequeño no oye las frecuencias del habla, no podrá desarrollar el lenguaje oral, lo que repercutirá en su psicoafectividad y en su comportamiento. En la actualidad, se han desarrollado programas de detección de la hipoacusia del recién nacido. Concretamente en Aragón, a los tres meses ya están diagnosticados y a los diez meses realizamos la cirugía del implante coclear a los niños con hipoacusia profunda, realizándolo en ambos oídos en la misma cirugía si la hipoacusia es bilateral.
¿Qué tendencias ha observado en la prevalencia de hipoacusia entre los jóvenes y cómo ha impactado el uso de dispositivos electrónicos con auriculares en esta tendencia? ¿Qué recomendaciones tiene para prevenir la pérdida auditiva relacionada con el ruido en esta población?
El nivel de ruido recomendado por la OMS para garantizar nuestra salud auditiva es de 80 dB. Con una exposición superior a 85 dB ya hay riesgo de pérdida auditiva y si la exposición se prolonga en el tiempo por encima de los 100 dB, existe el riesgo de pérdida inmediata, además de que por encima de 115 dB siempre se produce daño.
Se admite que una exposición a 80 dB durante más de 8 horas al día requiere de protección auditiva para no ser lesiva. El ruido del tráfico, los transportes como los aviones o los trenes, así como las fuentes de ocio ruidosas (conciertos o discotecas) son las principales fuentes de ruido en nuestro país.
Sin embargo, el uso de reproductores de música con auriculares a volúmenes excesivamente elevados es la actividad más popular en los jóvenes, lo que condiciona que la pérdida auditiva aparezca a edades más tempranas. Se recomienda no escuchar música por encima de 85 dB. Menos aún que se sobrepase los 100 dB.
Además de limitar la intensidad, hay que limitar el tiempo de exposición para evitar una lesión auditiva. Una fórmula para prevenir la aparición precoz de la pérdida auditiva es la regla del 60-60; no utilizar los reproductores musicales durante más de 60 minutos al día y no superar el 60% de su volumen máximo.
¿Por qué sucede la pérdida de audición en personas mayores?
Sucede, en general, por los cambios degenerativos, secundarios al envejecimiento, de las estructuras implicadas en la audición que se van deteriorando. Normalmente va apareciendo de forma gradual a partir de los 45-50 años, por lo que algunas personas no son conscientes inmediatamente del cambio. Lo primero que suelen notar es que “oyen, pero no entienden”. Pueden coexistir también con la aparición de ruidos o zumbidos en los oídos que, además de ser molestos, interfieren y dificultan aún más la audición.
¿Cómo se podría prevenir la presbiacusia?
Hay que destacar el importante papel de la prevención. La presbiacusia es inevitable en algunos casos, pero podemos influir en que el deterioro sea menor o más lento evitando la exposición al ruido. Las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo también pueden afectar a la audición, por lo que es recomendable mantener unos buenos hábitos de vida y la realización de ejercicio físico.
Es muy importante detectar la hipoacusia de manera precoz y recurrir a las ayudas auditivas (audífonos y sistemas implantables) lo antes posible, ya que una pérdida de audición conlleva a un deterioro de la comprensión y a un deterioro cognitivo. Si el paciente espera a recibir la estimulación adecuada mediante la amplificación con el audífono, se irá alterando la comprensión y la funcionalidad de ese oído y después será más difícil conseguir unos resultados óptimos.
¿Qué innovaciones existen en el tratamiento de la pérdida auditiva?
Los últimos años se han caracterizado por la evolución de la tecnología de amplificación auditiva, que mejora continuamente ofreciendo más y mejores prestaciones, posibilitando que la señal auditiva sea más nítida y mejorando así la calidad de vida de las personas con problemas auditivos. Actualmente los audífonos nos permiten ofrecer tratamientos más eficaces y que se ajustan más a las necesidades, además de ser más pequeños y menos visibles, por lo que al paciente le gustan más.
Además de los audífonos, contamos con la revolución tecnológica de los implantes de conducción de vía ósea, implantes de oído medio e implantes cocleares. Con todo ello, podemos ayudar a la gran mayoría de las personas con pérdida auditiva a oír mejor a cualquier edad. La conectividad permite vincular todos estos sistemas a los teléfonos, televisión, ordenadores, etc. pudiendo oír directamente desde estos dispositivos, evitando el ruido de fondo, o que suponga un cambio sustancial en la calidad auditiva.
¿Qué medidas preventivas recomienda para mantener una buena salud auditiva?
Los especialistas aconsejamos practicar una “dieta contra el ruido”, modificando nuestros hábitos y dosificándolo. Nuestros oídos son para toda la vida y debemos cuidarlos. Usar protectores auditivos en caso de exposición continua al ruido, evitar los ruidos impulsivos (petardos, disparos…) y reducir el tiempo de exposición a sonidos de alta intensidad.
Por otro lado, se deben utilizar productos indicados solamente para el oído y siempre bajo consejo médico, por lo que hay que evitar el uso de aceites, soluciones salinas, gotas, agua oxigenada, bastoncillos u otros objetos, ya que éstos últimos pueden empujar la cera hacia adentro y dañar el tímpano. Se aconseja limpiar sólo la parte externa del oído con una toalla o gasa, nunca introducir objetos extraños ni los dedos para su limpieza ni rascado.
Los otorrinolaringólogos recomendamos ir a consulta en caso de inflamación, dolor, taponamiento, zumbidos o secreción de oído, ya que pueden derivar en problemas de audición. Por otra parte, es recomendable también ir a consulta en cuanto se note una pérdida auditiva en la que, por ejemplo, haya una dificultad para seguir una conversación o en la necesidad de subir el volumen de la televisión, ya que pueden ser tratados y, en algunos casos, prevenir su progresión.
También es recomendable realizar revisiones periódicas, al menos una vez al año, si existen antecedentes familiares y a partir de los 50 años, para realizar una prueba de audición. Finalmente, y, en caso de sospecha de pérdida auditiva en un niño, se recomienda acudir al especialista, aunque haya ausencia de dolor, fiebre o secreción, ya que puede existir una otitis recurrente que, si no es tratada correctamente, puede cronificarse y derivar en una hipoacusia.
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