De todos son más o menos conocidos algunos aspectos ligados al
glaucoma, como su avance silencioso, la
pérdida de campo visual periférico que conlleva o que la presión intraocular elevada es el principal factor de riesgo. Pero más desconocida es la estrecha relación de esta enfermedad con algunas patologías sistémicas, como
la diabetes o
la hipertensión, o bien oftalmológicas, como
la miopía.
En este sentido, Aitor Fernández, especialista en glaucoma de Miranza IOA recuerda que todos ellos son factores de riesgo importantes y que hay que prestar la misma atención a todos para prevenir la pérdida de visión del glaucoma que, al principio, pasa desapercibida: “
las personas con miopía deben saber que forman parte de un grupo de riesgo importante, igual que las de edad avanzada, con antecedentes familiares o con la PIO elevada”, concluye.
Y ante la pregunta de si cualquier miopía conlleva este riesgo asociado,
Elena Arrondo, especialista de IMO Grupo Miranza, explica que “si bien el riesgo afecta a cualquier persona miope, es cierto que aumenta conforme aumenta el grado de miopía, pudiendo
afectar al 12 por ciento de los miopes de 6 o más dioptrías y dispararse hasta el 80 por ciento en el caso de miopías muy elevadas, según apuntan algunos estudios y, en cierta medida, constatamos en nuestro día a día en las consultas”, explica la especialista.
Por ello, los oftalmólogos de Miranza hacen un llamamiento para que las personas con miopía, especialmente por encima de las 6 dioptrías, se sometan a controles periódicos que incluyan todas las pruebas necesarias para diagnosticar o descartar la existencia de glaucoma.
M. Jesús Chaves, de Vissum Grupo Miranza, concreta que “los pacientes miopes deben acudir periódicamente a una
evaluación de la presión intraocular, examen del fondo de ojo (retina y nervio óptico), paquimetría (grosor de la córnea) y campo visual”. Según la especialista, “en muchas ocasiones, el seguimiento de estos pacientes queda centrado en lesiones de la retina propias de la miopía magna, y es fácil que la prevención del glaucoma quede olvidada. De hecho, son nuestros compañeros retinólogos, los que a menudo nos remiten a estos
pacientes en riesgo para control y seguimiento".
La doctora hace especial hincapié en los altos miopes operados con cirugía refractiva, ya que “aunque ya no necesiten las gafas, su ojo sigue siendo anatómicamente miope, y por ello también deben realizarse revisiones y someterse a pruebas de estudio de glaucoma”. La oftalmóloga constata que es en estos pacientes “en los que a menudo detectamos
los casos más avanzados de glaucoma, debido a que han cesado sus revisiones tras operarse”.
Difícil diagnóstico
Y si el diagnóstico precoz del glaucoma ya es difícil de por sí, puesto que
la enfermedad no ofrece síntomas evidentes para el paciente en los primeros estadios, el diagnóstico de la patología se complica cuando existe una miopía de por medio. Según Arrondo, “en estos pacientes, la presión puede ser normal y, además, su nervio óptico es difícil de valorar porque son ojos que frecuentemente tienen mucha patología en el fondo de ojo, lo que añade un grado más de dificultad al diagnóstico”.
La especialista explica que el campo visual de estos pacientes “puede tener alteraciones debidas a la miopía que, igualmente, nos pueden confundir, mientras que, por su parte,
la retina puede sufrir alteraciones que pueden parecer la causa de la pérdida visual del paciente -aún sin ser estas las que le están quitando la visión-, lo que retrasa muchas veces el diagnóstico”.
Además, las pruebas de imagen, como la Tomografía de Coherencia Óptica u OCT del nervio óptico, es un factor también de confusión debido a que estas pruebas no están diseñadas para ojos miopes, pues se basan en la comparación del nervio óptico con patrones “estándares”, que no corresponden al del nervio óptico de un paciente miope.
Por todo ello, según Chaves,
“el glaucoma asociado a miopía magna es una de las enfermedades más infradiagnosticadas en oftalmología”. Sin embargo, el avance tecnológico, hace pensar que esta tendencia pueda cambiar. En opinión de Aitor Fernández, gracias a las posibilidades que ofrece inteligencia artificial, el deep learning y el big data, “toda la información que hayamos recabado o recabemos ahora sobre los ojos de estos pacientes -campimetrías, tomografías de coherencia óptica, retinografías…- no habrá sido en vano en uno años, cuando un gran algoritmo oftalmológico será capaz de discernir patrones, observar diferencias y realizar clasificaciones ahí donde ahora no somos capaces, por la gran cantidad de datos que el cerebro humano es incapaz de manejar”.
“En breve, con sólo una fotografía del nervio óptico, el oftalmólogo tendrá una probabilidad de acertar en el diagnóstico superior a la actual y con un sesgo intrapersonal de 0, dado que la tecnología orientada al paciente nos apoyará en el screening y permitirá elevar la tasa de pacientes diagnosticados, incidiendo este dato desde el primer minuto en
mejorar la salud visual de las personas”, concluye.
En cualquier caso, es importante que los pacientes miopes tengan en cuenta este factor de riesgo y se sometan a revisiones periódicas. “Son pacientes que evolucionan también bastante más rápido y con defectos más centrales que otros pacientes y que
necesitan presiones intraoculares muy bajas para estar controlados, lo cual es difícil de conseguir muchas veces, incluso con cirugía”, advierte Arrondo.
Por ello, diagnosticar y tratar a tiempo a estos pacientes y realizar un seguimiento exhaustivo de su evolución puede ser clave, debido a la dificultad diagnóstica y a la progresión de la miopía que hace muchas veces sigan perdiendo visión a niveles normales de presión cosa que no ocurre en otros pacientes de glaucoma.
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