Datos de un total de 7.208 casos de 54 hospitales de la mayoría de las comunidades autónomas (Madrid, Cataluña, Castilla y León, Castilla la Mancha, Aragón, Galicia, Asturias, Extremadura, Andalucía, Valencia, Canarias y Murcia) conforman el Primer Informe del Registro Nacional de Fracturas de Cadera (RNFC), un instrumento puesto en marcha por un grupo de trabajo de más de cien profesionales, formado mayoritariamente por geriatras y traumatólogos, y avalado por 21 sociedades científicas para mejorar la calidad asistencial del anciano con fractura de cadera.
El documento, correspondiente al primer año de trabajo del citado grupo y presentado en la 1ª Reunión Nacional del Registro Español de Fracturas de Cadera (RNFC), recientemente celebrada en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, tiene por objetivo principal “conocer la situación actual y la variabilidad clínica del proceso asistencial de la fractura de la cadera en nuestro país, así como comparar resultados en el ámbito nacional e internacional y proponer estándares y criterios para mejorar la calidad asistencial”, explica Pilar Sáez López, geriatra del citado centro y coordinadora del RNFC y del encuentro.
Para su desarrollo resultó de gran utilidad la participación y presencia en la jornada de Colin Currie, que ha colaborado en la elaboración de registros europeos similares, como el Fragility Fracture Network (FFN, instrumento internacional en el que se basa el que acaba de presentarse en España), y de una mesa de gestores que compartieron sus opiniones sobre el proyecto.
“La información del RNFC es útil para los hospitales participantes porque les permite implantar medidas para mejorar los resultados y disponer de información continua para comprobar si esas medidas han sido eficaces”, añadeSáez, considerando la iniciativa como “una auditoria que sirve como control de calidad continuo”, e indicando que “también es útil poder compararse con otros hospitales porque facilita el intercambio de información y la posibilidad de aprender de las mejores prácticas”.
Datos en beneficio de los pacientes
Al margen de la metodología, objetivos y beneficios que plantea, el informe arroja numerosos datos que ofrecen interesantes posibilidades de utilización en beneficio de los pacientes. Así, de los mayores de 74 años con fractura de cadera incluidos en el registro, y una media de 86,6 años, tres cuartas partes son mujeres, y el mismo porcentaje vivía en su domicilio antes del evento. Un hogar al que, sin embargo, sólo volvieron el 36,9 por ciento tras el alta hospitalaria, debiendo utilizar el resto residencias o unidades de recuperación funcional para rehabilitarse.
Igualmente, dos terceras partes de estos pacientes “tienen un riesgo quirúrgico elevado, lo que explica la elevada morbimortalidad del paciente ortogeriátrico”, en palabras de la especialista de la Fundación Jiménez Díaz. “Sin embargo -añade-, se procede a la intervención quirúrgica en el 97 por ciento de los casos”, con una demora media de 73,8 horas desde el ingreso hasta la operación y una estancia hospitalaria de 10,7 días de promedio. Algunos de estos resultados tienen posibilidades de mejora y ese es el principal objetivo de este grupo de trabajo.
Entre las conclusiones positivas del informe, la especialista destaca “el abordaje multidisciplinar de estos pacientes”, con un porcentaje de colaboración entre médicos clínicos (mayoritariamente geriatras) y cirujanos que llega al 92,3 por ciento entre los hospitales participantes. “La colaboración ortogeriátrica ha demostrado grandes beneficios en la literatura científica, en términos de menor estancia hospitalaria, mejor resultado funcional, menor mortalidad, mejor ubicación al alta, menos costes y mejores resultados clínicos, por ese motivo las Guías de Práctica Clínica recomiendan la intervención y seguimiento del geriatra al paciente anciano con fractura de cadera”, añade.
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