La exposición a
factores medioambientales contaminantes está detrás del aumento de las
alergias alimentarias y las patologías cardio-respiratorias que experimenta la población infantil y adulta. Esta es una de las principales conclusiones de la primera jornada del
I Encuentro Internacional sobre Salud y Enfermedades Medioambientales que reúne este jueves y viernes a más de un centenar de profesionales de diferentes sectores en el
Hospital HM Nou Delfos de Barcelona con el objetivo de debatir sobre cómo éstos pueden influir en el desarrollo de nuevas patologías en el futuro o del incremento en la
incidencia de trastornos ya conocidos. Asimismo, se trabajará en el diseño de nuevos protocolos de diagnóstico y abordaje.
Uno de los temas que más preocupa a los especialistas son las
consecuencias futuras que la exposición a determinados factores medioambientales va a tener en la salud humana, pues cada vez hay
más evidencia científica que lo constata.
En este sentido, preocupan los efectos que los contaminantes ambientales con
actividad hormonal puedan tener en la salud de la mujer, pues ésta es especialmente sensible al tener un
sistema hormonal más complejo. Se trata de sustancias presentes en productos que se utilizan en profesiones desarrolladas fundamentalmente por
mujeres (cosmética, perfumes, limpieza, menaje de cocina…), aunque también pueden encontrarse en plásticos de botellas, tuppers, pesticidas, etc.
Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, que ha presentado la ponencia 'Hijas del petróleo', asegura que "existe un vínculo entre algunos
derivados del petróleo y nuestra salud, pues interfieren en la producción de hormonas y el metabolismo humano. Son los disruptores endocrinos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente, hay unos
800 compuestos químicos sospechosos de causar este efecto".
El hecho de que sea la
mujer la que está más expuesta en general a este tipo de productos hace que pueda transmitirlos a sus hijos a través de la placenta, el
cordón umbilical o la leche materna, lo que podría favorecer la aparición de asma, trastornos de déficit de atención o hiperactividad en los niños y, a la larga, contribuir al desarrollo de obesidad, diabetes mellitus tipo 2,
hipotiroidismo, trastornos reproductivos o la aparición de tumores. "Las posibilidades que tiene una mujer de
transmitir a su bebé los elementos contaminantes a los que ha estado expuesta son del 100 por ciento", destaca Olea.
Aumento de casos de pubertad precoz
Los
disruptores endocrinos están asociados al incremento de casos de adelanto del desarrollo puberal entre la población infantil. Olea ha participado en una investigación liderada por Carmen Freire, investigadora del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y otra de las ponentes de este I Encuentro Internacional sobre Salud y Enfermedades Medioambientales, en la que se ha analizado la
orina de más de 1.500 niños y niñas de entre 7 y 11 años de poblaciones rurales y urbanas de Asturias, Guipúzcoa, Sabadell, Menorca, Valencia y Granada midiendo la concentración de cuatro metabolitos de insecticidas organofosforados (incluyendo clorpirifos y diazinón) y piretroides, además de fungicidas ditiocarbamatos (como mancozeb).
Las niñas que presentaron una
mayor concentración urinaria de residuos de fungicidas e insecticidas organofosforados presentaban probables signos de haber iniciado la pubertad, sobre todo, en lo que se refiere al desarrollo de las mamas. Los niños, por su parte, que daban muestras de haber empezado el desarrollo genital presentaban concentración de los insecticidas clorpirifós y piretroides.
Alimentación global sostenible
Una de las maneras más eficientes de prevenir estas problemáticas sería la consecución de una alimentación global
sostenible y saludable, ya que existen unos patrones alimentarios que dejan huella no solo en el planeta, sino también en el organismo. Estos patrones están asociados a la
producción, el transporte, procesamiento, embalaje y consumo de alimentos, que incluyen factores como el uso de la tierra, el agua, la energía, los pesticidas y los fertilizantes, así como la emisión de gases de efecto invernadero y la degradación de la biodiversidad.
Por su parte, Paula Sol Ventura, cofundadora de Kosma Observatory y especialista en Endocrinología Pediátrica en el Hospital HM Nens de Barcelona, ha impartido la conferencia 'Huella medioambiental de los patrones alimentarios' en la que ha asegurado que "esta huella, por su propio ciclo de vida, supone
un riesgo para la salud humana y algunos riesgos para el medio ambiente y la economía mundial. En lo que se refiere a la salud, los distintos tipos de malnutrición y enfermedades no transmisibles son algunas de ellas. La paradoja de esta situación reside en que mientras, aproximadamente, existen 800 millones de personas que sufren hambre en el mundo, al mismo tiempo hay
680 millones de personas con obesidad, con lo que esto conlleva".
Para redefinir los actuales patrones medioambientales de la alimentación y sus efectos en la salud humana, Kosma Observatory ha reunido en este I Encuentro Internacional sobre Salud y Enfermedades Medioambientales a profesionales de la salud, empresa, industria, agricultura, universidad, etc. "El objetivo es
compartir el conocimiento de los diferentes actores involucrados con el objetivo de reclamar una mayor investigación y trabajar en el diseño de nuevos protocolos de diagnóstico y
abordaje de estas enfermedades, y, por último, la transferencia del conocimiento existente a la población", refiere Carole Confoti, cofundadora y presidenta de Kosma Observatory.
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