Con la vuelta al cole, llegan también las preocupaciones de los padres sobre el bienestar de los más pequeños, en el que la salud visual juega un papel importante. Especialistas de
Miranza, grupo de Oftalmología, recuerdan que
examinar y constatar el buen
funcionamiento de la vista resulta un factor clave que ayuda a evitar algunos
problemas de aprendizaje y de
rendimiento escolar de los más pequeños.
¿Pero cómo detectar los problemas de visión entre los escolares de menor edad? Según los expertos de Miranza, algunos signos de alerta son la
irritación y el
picor de ojos, el
lagrimeo, así como la
fotofobia y
sensibilidad a la luz. Además, es indispensable durante la etapa escolar, prestar atención a ciertos comportamientos que podrían indicar una sintomatología típica de patologías de la vista, como sentarse cerca del televisor,
mala comprensión lectora,
dificultad para leer en la pizarra o mala coordinación ojo-mano.
El
diagnóstico temprano puede ayudar a evitar o a corregir con éxito diversas patologías, como
estrabismo y
ambliopía (ojo vago), dos de las más habituales en la etapa infantil, así como a prevenir futuras
complicaciones visuales. No obstante, muchas veces los niños no son conscientes de las limitaciones visuales que tienen o no saben expresarlas, lo que dificulta la detección de cualquier problema en la vista.
Alfonso Castanera, oftalmólogo especialista en Oftalmopediatría y Estrabismo de Miranza IBO (Palma de Mallorca), indica que cuando hay casos de ambliopía, defectos de graduación elevados o estrabismos en los
antecedentes personales y familiares, es importante hacer una primera valoración a los
seis meses de edad. “Se trata de un chequeo muy simple, que consiste en la obtención de unas imágenes fotográficas y una serie de datos que nos permiten saber si un bebé de seis meses está en
riesgo de poder desarrollar ambliopía y estrabismo o no. A partir de ahí, se establece un protocolo de seguimiento para identificar, lo más rápidamente posible, los factores que pudieran conducir a estas patologías y tratarlos”, afirma.
¿Cómo cuidar la salud ocular en la infancia?
Para cuidar y conservar el bienestar ocular de los más pequeños, Castanera recomienda a los escolares “hacer
descansos periódicamente, alternar los periodos de fijación en visión próxima con fijación en visión lejana, tener
buena iluminación a la hora de estudiar, así como combinar estos periodos con la realización de
actividad al aire libre”.
Igualmente, Ana Wert, oftalmóloga pediátrica, experta en estrabismo de IMO Grupo Miranza (Barcelona y Madrid), recuerda la importancia de
no abusar del uso de pantallas. “Muchos niños en edad escolar pasan demasiadas horas en visión próxima y muy pocas en visión lejana, y eso comporta una tendencia a la
miopización progresiva, entre otras alteraciones”.
Los especialistas recomiendan no esperar a la edad escolar para realizar la primera visita al oftalmólogo, y aconsejan llevar a cabo la
primera consulta entre los seis y los nueve meses. Posteriormente, se recomienda acudir a controles de salud visual a los 18 meses y a los tres años. En adelante, una
revisión anual bastará hasta el final del proceso madurativo de la visión, que se produce entre los 8 y los 10 años.
¿Cómo hacer que los niños incluyan las gafas en su rutina diaria?
Llevar
gafas o utilizar
parche para la oclusión de un ojo puede ser una experiencia divertida para algunos niños, pero no para todos, ya que pueden sentirse física o emocionalmente incómodos con estas correcciones. Para Wert, es fundamental concienciar con naturalidad a los escolares sobre la importancia de su
salud ocular. “Es necesario que los más pequeños comprendan que el cuidado de su visión les va a proporcionar un
mayor bienestar a la hora de hacer mejor sus tareas escolares, así como, por el contrario, las consecuencias de no ponerse gafas o usar parche. Debemos trasladar este mensaje al niño con
sensibilidad y sin atemorizar, desde el mismo momento de la consulta oftalmológica”.
La especialista indica que es igualmente importante mostrar a los más pequeños
ejemplos positivos de su entorno de personas que llevan gafas, así como hacerles
partícipes de la elección de las suyas propias tratando de respetar sus gustos. La dinámica puede ser progresiva, en un principio el niño podría empezar a usar sus gafas durante un pequeño lapso de tiempo, aunque el objetivo es poder ir aumentando este periodo para conseguir
mayor tolerancia a las gafas y de esta forma, incorporarlas en la
rutina diaria.
Consejos para elegir las gafas más adecuadas
Lo ideal es involucrar a los niños en la elección de sus gafas, ya que es importante que se sientan
cómodos y a gusto para llevarlas a lo largo del día. Teniendo en consideración este principio, hay que identificar aquellas gafas cuyos
materiales las hacen
resistentes y
ligeras a la vez, como las
monturas de silicona.
Otro aspecto relevante es el
tamaño y la
forma, lo cual dependerá del tamaño del rostro del niño y de la distancia que hay entre los ojos. Es importante observar que el puente de las gafas quede correctamente apoyado en la nariz y que los cristales sean de
material orgánico y con un
tratamiento de anti rayado, así como que las varillas sean flexibles y cuenten con la longitud adecuada. En este sentido, la
recomendación del optometrista será clave para orientar a mayores y niños.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.