La
miopía es uno de los defectos de la visión que afecta a un porcentaje de la población mundial cada vez mayor. En su espectro patológico se incluye la
alta miopía, designada así cuando el paciente tiene seis dioptrías o más. Como expertos en la materia, desde el
grupo Miranza, a través de su director médico y especialista en córnea y catarata en Madrid,
Félix González, explican cuáles son las cuatro claves para abordar con éxito la
cirugía refractiva, uno de los principales métodos para tratar la miopía: buen diagnóstico, buena indicación, última tecnología y experiencia del cirujano.
¿Qué es la alta miopía, cuáles son sus causas y cómo se diagnostica?
La miopía se produce cuando la imagen se proyecta por delante de la retina. La mayoría de las veces ocurre porque el ojo tiene una longitud más grande de lo normal. Se considera que una miopía es alta a partir de seis dioptrías, aunque hay diferentes criterios al respecto. Con respecto a las causas, la mayoría son genéticas, pero cada vez tiene más peso lo que llamamos la causa ambiental. Es decir, antes la prevalencia de la miopía era menor que ahora, pero se prevé un aumento considerable en el futuro. La miopía se diagnostica cuando, en la exploración, el paciente acusa que no ve bien de lejos. Tras pasar por una revisión oftalmológica, el especialista detecta que, efectivamente, la imagen se está proyectando por delante de la retina.
¿Qué perfil tienen las personas que la sufren y cuáles son sus factores de riesgo?
No hay un perfil concreto. A día de hoy, aproximadamente el 25 por ciento de la población mundial es miope y, de ellos, se estima que unos 170 millones son altos miopes. Para el año 2050 se espera que, aproximadamente, el 50 por ciento de la población sea miope a nivel mundial, y el porcentaje se eleva hasta el 56 por ciento en Europa. Va a ser más frecuente ser miope que no serlo. Y de ellos, aproximadamente el 10 por ciento va a ser miope elevado, es decir, por encima de 5 dioptrías. Esto supone que habrá aproximadamente unos mil millones de miopes elevados en el mundo en el año 2050. Es realmente una pandemia que va a afectar en muchos aspectos, porque el hecho de tener miopía no sólo conlleva que el paciente necesite una prótesis, una gafa o una lentilla para ver bien de lejos, sino que además repercute en diversas patologías oculares y retinianas, sobre todo en problemas de alteraciones maculares ligadas a la miopía.
¿Cuáles son esas otras patologías oculares que agrava la miopía?
La miopía se asocia a mayor riesgo de desprendimiento de retina y a mayor riesgo de maculopatía miópica, ya que la mácula se altera y se degenera como consecuencia del elongamiento del ojo.
¿Qué medidas se ponen en marcha desde Miranza para prevenir o no acrecentar el nivel de alta miopía?
Hacer revisiones periódicas es uno de los métodos más determinantes para descartar que los pacientes tengan cualquier alteración retiniana o para abordarla y prevenir el desarrollo de la miopía. Es algo que ya se está tomando muy en serio en muchos países. De hecho, hay algo anecdótico pero muy importante. Ahora mismo, Apple, con sus iPhone, ha desarrollado un control parental que, cuando el niño se acerca mucho la pantalla, esta activa un mensaje advirtiendo de que se tiene que observar la imagen desde una distancia determinada. Sabemos que la incidencia de la miopía está creciendo y se está desbordando como consecuencia del uso de dispositivos de visión cercana como los móviles, las tablets y los ordenadores. Es verdad que en nuestra vida cotidiana no podemos cambiar eso, pero sí sabemos que, cuanto más cerca estemos de esa fuente de lectura, más posibilidades tenemos de que aumente la miopía. Además, los pediatras, por ejemplo, están complementando el seguimiento de los niños miopes, muchas veces con unas gotas de atropina diluida, que se ha comprobado que son eficaces en algunos casos para disminuir el crecimiento del ojo y, por tanto, retrasar la miopía.
"Hacer revisiones periódicas es uno de los métodos determinantes para descartar alteraciones retinianas"
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¿Cuáles son los criterios para determinar si un paciente es un buen candidato para someterse a cirugía refractiva?
En primer lugar, el paciente debe ser mayor de 18 años, aunque solemos esperar un poquito más a que esté más estabilizada la refracción. Posteriormente se realiza un estudio ocular completo, y es muy importante determinar que no haya ninguna patología importante para contar con las condiciones adecuadas. Fundamentalmente, lo que más valoramos en gente joven es que la córnea esté en buen estado. No solemos operar con láser a pacientes con alta miopía, así que, en estos casos, muchas veces la opción quirúrgica refractiva pasa, no tanto por que se trate de personas de menos de 55 años, sino por que tengan espacio suficiente para colocar una lente fáquica, conservando la córnea y el cristalino. En pacientes mayores de 55, recurrimos normalmente a sustituir el cristalino, que ya es disfuncional, por una lente intraocular para, de alguna forma, adelantarnos con fines refractivos a la cirugía de cataratas que en el futuro nos tendremos que hacer.
¿Existen condiciones médicas o factores específicos que podrían desaconsejar la cirugía refractiva?
En el caso de existir cualquier patología ocular importante, que no nos permita realizar con éxito una cirugía con láser sobre la córnea o implantar una lente intraocular.
¿Qué alternativas de tratamiento hay para esos casos?
Los pacientes tienen que seguir con las prótesis, bien sea con gafas o bien con lentes de contacto.
¿Cuáles son los riesgos y complicaciones asociados a la cirugía refractiva en pacientes con alta miopía?
La probabilidad de riesgos es muy baja, aunque algunos de ellos sí que pueden afectar de forma importante a la visión. Hay que hacer una buena labor didáctica a la hora de explicar esas posibles complicaciones que podrían darse, como la aparición de halos o destellos fruto de una técnica láser sobre la superficie de la córnea, o en el caso de las lentes fáquicas, la posibilidad de que en el futuro se forme una catarata que haya que recambiar por una lente. Todo esto debe ponerse en conocimiento del paciente para que éste decida si se quiere operar o no.
"La probabilidad de riesgos en cirugía refractiva es muy baja, aunque hay que hacer una labor didáctica con el paciente"
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¿Se pueden minimizar esos riesgos?
Para la cirugía refractiva se hacen unas pruebas muy concretas, como topografías corneales, imágenes de OCT de segmento anterior y del segmento posterior, y también una exploración muy cuidadosa del fondo de ojo, de tal forma que sepamos muy bien cómo está ese ojo antes de hacer una indicación. Y luego ya entra en juego la experiencia de cada cirujano.
¿Cuál es el protocolo de seguimiento postoperatorio?
Los pacientes se someten a una revisión en las primeras veinticuatro horas. Tras ello, habitualmente, en una semana hacemos una nueva revisión y, posteriormente, otra en un mes. La mayoría de veces es a los tres meses cuando se valora si ese paciente es dado de alta o por el contrario se puede realizar un retoque, porque en determinadas técnicas refractivas se puede ajustar la graduación con un doble procedimiento (bioptic).
¿Hay recomendaciones específicas para pacientes que también sufran de ojos secos o astigmatismo elevado?
Efectivamente, el ojo seco, que es también muy prevalente actualmente, con una incidencia en aumento, debe ser tratado lo mejor posible antes de que el paciente sea sometido a una cirugía. De hecho, si el nivel de ojo seco es alto, muchas veces las cirugías quedan descartadas y se opta por técnicas intraoculares o por lentes fáquicas, sobre todo en el caso de personas menores de 55 años. Eso nos permite, como como ya he comentado, corregir el defecto desde dentro del ojo y no empeorar el ojo seco. Con respecto al astigmatismo, se corrige igual que la miopía y no hay que hacer ninguna valoración específica.
¿Cuáles son los últimos avances en cirugía refractiva para alta miopía de los que dispone Miranza?
Nuestras técnicas contra la miopía están muy consolidadas desde hace muchos años. Contamos con mucha experiencia, con unas lentes que han demostrado ser seguras y eficaces durante más de 25 años. Lo importante para llevar a cabo estas cirugías es tener una buena indicación, con el diagnóstico de imagen apropiado, y, para ello, es importante contar con la tecnología adecuada. Miranza destaca por su gran capacidad diagnóstica con los aparatos de exploración que poseemos en las consultas. A nivel quirúrgico, contamos con microscopios con dispositivos de asistencia electrónica en el guiado de las lentes cuando se están implantando. Son de gran ayuda para hacer más precisa todavía la implantación, sobre todo en el caso de lentes con astigmatismo, las llamadas lentes tóricas.
¿Qué próximos avances al respecto se prevén a corto y medio plazo en el tratamiento de la alta miopía?
La tendencia actual va más dirigida al implante de lentes fáquicas para corregir defectos del ojo más que a la cirugía de láser. La cirugía con lente fáquica preserva la córnea para el futuro. En el caso de que, el día de mañana, el paciente tenga cataratas o presbicia a partir de los 50 o 55 años, nos permitirá trabajar con el cristalino teniendo una córnea preservada. Por otra parte, tener la córnea intacta nos permitirá además realizar posibles retoques de baja graduación en el futuro.
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