La crisis sanitaria por
Covid-19 ha tenido efectos devastadores en la
salud mental, especialmente entre niños y adolescentes. Unos jóvenes que, en pleno desarrollo, se han encontrado con una inestabilidad y una desestabilización que ha podido acabar propiciando la aparición de un
Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Tanto es así que, según asegura a
Redacción Médica Miriam Sánchez, directora general de ITA, la red ha detectado un incremento del 35 por ciento en llamadas de petición de ayuda que han supuesto el inicio de muchos tratamientos.
"El TCA aparece muchas veces como esa oportunidad de mala solución", destaca Sánchez en el
Día internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Una importante jornada para abordar el diagnóstico, tratamiento y futuro de de la 'otra pandemia'.
Entrevista completa a Miriam Sánchez, directora general de ITA.
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¿Qué ha supuesto la pandemia en salud mental?
La pandemia no solo ha traído enfermedad, sino que también ha traído una gran inestabilidad, miedo y pérdida. Con todo este cambio, las personas han reaccionado gestionando el sufrimiento como han podido. Eso ha supuesto la desestabilización de algunas personas que ya presentaban algún tipo de patología, pero también han aparecido problemas en personas que estaban bien. Nos hemos encontrado con un gran sufrimiento que se expresa en síntomas y patologías en salud mental.
¿Han detectado un cambio de tendencia en el impacto de los TCA en niños y adolescentes a raíz de la pandemia de Covid-19?
En el grupo ITA hemos detectado un gran incremento, de un 35 por ciento, en llamadas de petición de ayuda que han supuesto el inicio de muchos tratamientos, especialmente en gente joven. Los adolescentes han sido los principales damnificados de esta situación que hemos vivido porque, en un momento vital, en el que necesitan el contacto y están en pleno desarrollo, se han encontrado con esta inestabilidad; sin poder experimentar la transición normal que supone la adolescencia. En muchos casos, ha aparecido la necesidad de control, de cambiar algo porque no podían cambiar el entorno. El TCA aparece muchas veces como esa oportunidad de mala solución.
También hemos detectado un descenso de la edad de aparición del problema. Si antes estábamos en una media de 11 o 12 años, ahora hemos detectado casos en niños de 9 o 10 años, que ya expresan ese malestar a través del control alimentario y de la focalización en el deseo por cambiar el cuerpo.
¿Cómo se ha adaptado ITA a la nueva situación?
Sánchez: "Nos hemos encontrado con un gran sufrimiento que se expresa de síntomas y patologías en salud mental".
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Hemos tenido que hacer diferentes fases. En la inicial, con el confinamiento, tuvimos que desarrollar nuevos programas para tratar a las personas que debían estar en casa. Las personas que estaban ingresadas, debían permanecer ingresadas porque el tratamiento así lo requería y, si no, se pondrían en riesgo. Con lo cual, los centros de hospitalización tuvimos que funcionar para que no perdieran ese tratamiento necesario. La pandemia no cambia que una persona que necesita estar ingresada tenga que seguir estándolo, por lo que tuvimos que adaptar nuestros protocolos de seguridad para continuar con estos tratamientos. Estuvieron aislados de sus familias, lo cual supuso mucho sufrimiento, y los profesionales realizaron un gran esfuerzo para atenderlos, evitar contagios y que pudieran seguir evolucionando.
Por otro lado, nosotros tenemos cerca de 15 centros externos en la que las personas residen en sus casas, por lo que no podían acudir a ellos por el confinamiento. Tuvimos que crear programas
online que nos permitieran acercarnos a personas que necesitaban un tratamiento intensivo y adaptar toda esa asistencia para que, desde sus casas, pudieran seguir sintiendo el apoyo y la cercanía de los profesionales y tratando lo que les ocurría. El malestar y el sufrimiento no entiende de pandemias; sigue su curso, incluso empeora. El malestar podía estar en el hogar, con la familia, por lo que el confinamiento aumentó esa situación. Las visitas con el psicólogo y el psiquiatra, así como las terapias en grupo, se realizaron
online, con una gran intensidad de tratamiento.
¿Considera que la teleasistencia funciona con este perfil de pacientes?
Funciona, siempre que se aplique a las personas que pueden ser susceptibles de recibir tratamiento
online. Es muy importante discriminar que hay personas necesitan estar ingresadas, un control y al profesional cerca. Para esas personas, la teleasistencia puede aportar soporte y ser complementaria, pero no va a ser un tratamiento eficiente. En casos menos graves, con menos sintomatología, la teleasistencia ha funcionado bien. Ha permitido ser una alternativa para seguir con el tratamiento desde el hogar, aunque consideramos que no sustituye al tratamiento presencial. Es muy importante seleccionar qué pacientes pueden beneficiarse de ese tratamiento.
Miriam Sánchez, directora general de ITA, incide en la importancia de generar recursos específicos para cada patología.
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¿Cuáles son los principales signos de alarma, especialmente conductuales y psicológicos?
Serían múltiples porque la patología se expresa de diferente manera para cada persona y debemos analizar y comprender qué ocurre de manera individualizada. Las principales señales de alerta son cambios en el estado emocional; aumenta la tristeza y la ansiedad, además de haber una mayor irritabilidad. Por otro lado, hay cambios en los hábitos y en acciones que antes realizaba con normalidad. Por ejemplo, hay cambios en la ropa, en la alimentación, aumenta la dificultad de comer con normalidad porque la relación con la comida y con el cuerpo se ve alterada. Muchas veces observamos aislamiento en el espacio alimentario; dejan de comer con la familia, dejan de querer ir a comer con los amigos, dejan de salir. En otros casos, el aislamiento es total.
"El malestar y el sufrimiento no entiende de pandemias; sigue su curso, incluso empeora"
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En las fases iniciales, lo que podemos detectar principalmente son cambios anímicos y cambios en su manera de hacer. También puede manifestarse con conductas más obsesivas; deseo de orden, de control, de limpieza… Son señales que dictan que la persona está sufriendo y sintiéndose mal y hemos de ver por qué. Los síntomas nos hablan de un malestar más profundo.
Las personas que padecen algún trastorno alimentario, a menudo, a su vez presentan otras patologías. ¿Cuáles destacan entre niños y adolescentes?
La comorbilidad puede ser con adicciones, con trastornos depresivos, con trastornos ansiosos... Podemos tener muchas expresiones de otras patologías. Lo que sí es importante destacar son las causas. Solemos encontrarnos con personas que han sufrido
bullying, algún trauma significativo o situación de abuso. Ese es un perfil de personas que acaban expresando el malestar a través del trastorno alimentario. También suele ser común el trastorno de personalidad.
La ideación suicida y y las conductas autolesivas son especialmente preocupantes entre niños y adolescentes. ¿Cómo se puede ayudar a este tipo de pacientes?
Hay un incremento significativo en los últimos años, muy vinculado a esa dificultad para gestionar el malestar y el sufrimiento. La autolesión es un mal manejo del malestar emocional, que se intenta controlar a través del dolor físico. Es una mala solución cuando no se tiene otra, por eso es muy importante trabajar para que tengan otros recursos.
La ideación suicida habla del deseo de dejar de sufrir. La mala solución que puede ser querer acabar con la vida tiene que ver con querer acabar con el sufrimiento; un sufrimiento que muchas veces es muy intenso. Es muy importante transmitir que el sufrimiento se resuelve de otra manera, que hay que pedir ayuda y que hay otras formas de salir de ese pozo. Hay que buscar ayuda profesional, no se resuelve con voluntad. No es un tema de actitud, es un tema complejo que requiere una solución compleja como es un tratamiento especializado.
"Es muy importante seleccionar qué pacientes pueden beneficiarse de un tratamiento telemático"
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Nuestros tratamientos están enfocados a tratar a las personas desde todos los ámbitos que están afectados para tratar todo aquello que les daña y potenciar los recursos que necesitan para encontrar una salida a ese sufrimiento. Generamos recursos específicos para cada patología y para cada necesidad porque, en función de la gravedad de la sistomatología que aparezca, necesitarán un tipo de terapia e intensidad de la misma. Es muy importante hacer el tratamiento específico y necesario, ajustándolo en cada momento en función de la evolución que va teniendo.
¿Padres y familiares intervienen en este proceso de recuperación?
Siempre que es posible. Es muy importante trabajar con el entorno porque también sufre. Debemos acompañarles para que entiendan lo que está ocurriendo y ayudarles a tener recursos y herramientas para ayudar a la persona que sufre y también a ellos. Muchas veces acaban presentando algún tipo de síntomas del propio malestar y cansancio por aguantar la presión de ver sufrir a una persona que quieres.
Muchas veces se habla de algo que tiene que ver con lo físico y necesitamos transmitir la importancia de ver la complejidad de lo que le está ocurriendo a la persona para poder comprenderla y que puede hacer el proceso. Igual que no se formó rápido, no se resuelve rápido. Es importante que el entorno entienda que va a pasar por fases complejas, pero que tiene solución. Los TCA se curan, pero necesitan el tiempo y el acompañamiento indicados.
La salud mental ha pasado a ocupar un importante espacio en el debate político. ¿Cómo cree que debe ser esa Estrategia de Salud Mental que está elaborando el Gobierno?
Estamos ante una gran necesidad de tratamientos específicos y de dar una respuesta a tiempo. Deberíamos analizar lo que ahora está ocurriendo, que está dificultando que las personas tengan al tratamiento que necesitan. Por tanto, lo primero es hacer un buen análisis y trabajar la relación público-privada. Ante el incremento de demanda, los servicios están muy saturados; incluso cuesta encontrar profesionales preparados que puedan dar respuesta. Todos debemos ayudar a que la sociedad tenga acceso a los tratamientos necesarios y de calidad, con la temporalidad que necesitan. Si un tratamiento que implica un seguimiento semanal o diario se le aplica un seguimiento mensual estaremos gastando recursos sin alcanzar los objetivos esperados ni resolver el problema. Deberíamos buscar estrategias que nos ayuden a dar los servicios necesarios y en el tiempo adecuado.
La directora general de ITA explica cuáles son los principales signos de alarma de los TCA.
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