Desde el año 2006 se conmemora el Día Mundial del Riñón, una fecha creada para generar conciencia entre la población sobre la importancia de la detección de cualquier patología en los riñones de forma precoz.
La Sociedad Española de Nefrología califica a la Enfermedad Renal Crónica (ERC) como la epidemia silenciosa debido a su alto impacto en la Salud Pública y el paradójico desconocimiento que tiene la población acerca de ella. Además, es el final común a un amplio abanico de patologías que afectan al riñón de forma crónica e irreversible.
Cuando un paciente padece ERC le condiciona, por una parte, a aumentar el riesgo de sufrir un evento relacionado con la enfermedad vascular, y, por otra, al deterioro progresivo de la función renal que puede llevar al paciente a necesitar un Tratamiento Renal Sustitutivo (TRS) con diálisis o trasplante renal.
María Ángeles Arto, nefróloga de HLA Clínica Montpellier, profundiza en cuáles son las patologías más frecuentes relacionadas con el riñón, los factores de riesgo más comunes para el desarrollo de enfermedades renales y cómo se pueden prevenir en una entrevista difundida por el grupo hospitalario.
¿Cuáles son las patologías más frecuentes relacionadas con el riñón?
La enfermedad renal se puede dividir en dos grandes grupos. Por un lado, el Fracaso Renal Agudo (FRA), que se trata de un síndrome clínico secundario a múltiples etiologías, en el que aparece un deterioro brusco de las funciones renales basales que, a su vez, alteran la homeostasis del organismo.
Por otro, la Enfermedad Renal Crónica (ERC) es la más frecuente y se define como las alteraciones funcionales y/o estructurales del riñón, persistentes durante más de tres meses, que pueden acompañarse o no de un descenso en el filtrado glomerular. Las causas más frecuentes son la nefropatía diabética, la nefroangioesclerosis asociada a hipertensión arterial y las enfermedades glomerulares.
¿Cuáles son los factores de riesgo más comunes para el desarrollo de enfermedades renales y cómo se pueden prevenir?
Con relación al Fracaso Renal Agudo, los factores más importantes que lo pueden condicionar son la depleción de volumen en el FRA prerrenal, la toma de nefrotóxicos (los Medicamentos Antiinflamatorios No Esteroideos ‘AINES’ o el contraste yodado) en el FRA parenquimatosos y los procesos obstructivos de la vía urinaria (hipertrofia de próstata o litiasis).
En relación con la Enfermedad Renal Crónica, los factores de riesgo más importantes son los de carácter de riesgo cardiovascular como son: la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, las dislipemias, la obesidad, el tabaco, la edad, etc. Es importante un correcto control de todos estos elementos para proteger la función renal y una vez establecida la ERC, ralentizar su evolución.
¿Cuáles son los síntomas de una enfermedad renal?
En referencia a la ERC, cuando la función renal está mínimamente alterada (filtración glomerular 70-100 por ciento del normal), la adaptación es completa y los pacientes no tienen síntomas. A medida que la destrucción de las nefronas progresa, se altera la capacidad de concentración de la orina, la poliuria (producción de orina) y la nicturia son los primeros síntomas.
Cuando la filtración glomerular cae por debajo de 30 ml/min, aparecen progresivamente los síntomas que conforman el síndrome urémico: anorexia y náuseas, astenia, déficit de concentración, retención hidrosalina con edemas, parestesias e insomnio. Como vemos, los síntomas son inespecíficos, pudiendo ser causados por otra enfermedad intercurrente. La sintomatología que va apareciendo es secundaria a alteraciones analíticas derivadas de la mala función renal.
¿Cómo se diagnostica una enfermedad renal?
El diagnóstico, dado que la ERC da sintomatología en fases ya avanzadas, puede ser tardío. Es necesario realizar una buena historia clínica, se debe prestar especial atención a la sintomatología urinaria como nicturia, poliuria, polidipsia, disuria o hematuria. También hay que obtener una historia completa de las enfermedades sistémicas, si ha habido una exposición a tóxicos renales, infecciones, posibles antecedentes familiares de enfermedad renal y factores cardiovasculares.
La exploración física también es importante, como en cualquier otra patología. Debemos tener una prueba de imagen (ecografía, TAC) para ver la morfología renal y descartar otras patologías. La mayoría de las veces, el diagnóstico es más o menos temprano, con la realización de analíticas de sangre y de orina (creatinina, filtrado glomerular, cociente albúmina/creatinina en orina, etc.) en pacientes con otros factores de riesgo. En ocasiones más aisladas, para un diagnóstico exacto es preciso realizar una biopsia renal.
¿Qué consejos le daría a una persona que le han diagnosticado recientemente una insuficiencia renal?
Es importante saber qué grado de ERC se padece y cuál es su causa. Como norma general, se debe tener un control correcto de los factores de riesgo cardiovascular, un estado de hidratación correcto y evitar la toma de nefrotóxicos. Existe un documento de consenso elaborado conjuntamente por la Sociedad Española de Nefrología y la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria que presenta una propuesta con criterios unificados y concisos de definición, derivación y manejo de la ERC, promoviendo una estrecha colaboración y coordinación entre Atención Primaria y Nefrología.
¿Es hereditaria la insuficiencia renal? ¿Se deben tomar medidas en caso de tener antecedentes familiares?
Hay enfermedades renales que son hereditarias como por ejemplo la Poliquistosis Hepatorrenal Autosómica Dominante. En conjunto, las enfermedades renales hereditarias son la quinta causa más común de fallo renal después de la diabetes, la hipertensión, la glomerulonefritis y la pielonefritis. Al menos el 10 por ciento de los adultos y la mayoría de los niños que requieren terapia renal sustitutiva tienen una enfermedad renal hereditaria.
Cuando tenemos este diagnóstico, bien porque ha aparecido como novedad o porque ya se conocía la enfermedad en la familia, se debería dar consejo genético para evitar la trasmisión. Si el paciente no era conocedor y ya tiene descendencia, se deberá realizar un screening (cribado) en los hijos y derivar a Genética para realizar un estudio más profundo.
¿Por qué es importante dar visibilidad a las enfermedades renales crónicas?
La enfermedad renal es bastante desconocida y, sin embargo, es un problema de salud pública importante. Una revisión sistemática basada en estudios poblacionales de países desarrollados describió una prevalencia media de 7,2 por ciento individuos mayores de 30 años. Afecta aproximadamente al 10 por ciento de la población adulta española y a más del 20 por ciento de los mayores de 60 años, además de que está infradiagnosticada. En pacientes seguidos en Atención Primaria con enfermedades tan frecuentes como la hipertensión arterial o la diabetes mellitus, la prevalencia de la ERC puede alcanzar el 35-40 por ciento. La magnitud del problema es aún mayor teniendo en cuenta el incremento de la morbimortalidad, especialmente cardiovascular, relacionada con el deterioro renal.
¿Qué medidas recomienda para mantener unos riñones sanos?
Lo más importante es la protección y por tanto se requiere un control correcto de los factores de riesgo cardiovascular con medidas generales que pueden ampliarse a toda la población como son el ejercicio físico, la baja ingesta de sal, el control de la tensión arterial, el control lipídico, el control adecuado de la glucemia, evitar el tabaco, el sobrepeso y la obesidad.
¿Qué avances recientes han tenido lugar en investigación o tratamientos relacionados con enfermedades renales?
En los últimos años han aparecido fármacos que inicialmente estaban dirigidos como antidiabéticos orales, en los que se ha reconocido su protección cardiorrenal. El descubrimiento del papel nefroprotector de estos fármacos en las personas con diabetes mellitus tipo 2 supuso un cambio en el abordaje de la enfermedad renal diabética en los últimos años, posicionando a este grupo en el primer escalón de tratamiento de dicha comorbilidad. El papel beneficioso a nivel metabólico y cardiovascular en personas con diabetes mellitus tipo 2 ya había sido demostrado previamente en diversos estudios, así como sobre el efecto positivo en pacientes con insuficiencia cardiaca.
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