El
accidente cerebrovascular o ictus cerebral se presenta cuando se interrumpe o reduce el flujo de sangre a una zona del cerebro, privándole de oxígeno, provocando que las células nerviosas dejen de funcionar y mueran en pocos minutos. La Sociedad Española de Neurología (SEN) cifra en
110.000 el número de personas que sufren un ictus cada año, siendo un 15 por ciento de esas personas las que fallecen y, entre los supervivientes, un 30 por ciento se queda en una situación de dependencia funcional.
Además de ser la
primera causa de mortalidad en las mujeres y la segunda en los hombres, un total de 350.000 personas han sufrido una limitación en su capacidad funcional como consecuencia de la enfermedad. En el Día Mundial del Ictus, el 29 de octubre, José Ramón Valdizán, neurólogo de HLA Clínica Montpellier, explica los signos de alarma, las secuelas más habituales y las fases de tratamiento de esta enfermedad.
¿Qué síntomas alertan de la presencia de un ictus?
Los principales signos de alarma son la aparición de una cefalea intensa no habitual o la dificultad para hablar o comprender con mayor o menor intensidad en caso de que el ictus afecte al hemisferio izquierdo (en el caso de los zurdos sería en el hemisferio derecho).
También la dificultad para mover la mitad o parte del cuerpo (cara, brazo o pierna), tener una menor sensibilidad hemilateral, un
estado confusional brusco con desorientación o la dificultad para ver por uno o ambos ojos además de una brusca inestabilidad (en este caso hay que explorar las funciones cerebelosas).
¿Cuáles son los factores de riesgo que tiene asociados el accidente cerebro vascular?
Los procesos clínicos que favorecen la aparición del ictus, uno solo o combinados, son: la edad superior a los 55 años, la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo, la obesidad, el síndrome de hipopnea-apnea del sueño, el alcoholismo y drogodependencia, la hipercolesterinemia, la cardiopatía, la ausencia de ejercicio físico, antecedentes familiares de ictus o infección de Covid-19.
¿Por qué hay cada vez gente más joven que sufre un ictus?
Alrededor de un 10 por ciento de los ingresos por ictus tienen menos de 45 años. A estas edades la primera causa es el
consumo de estupefacientes y después las enfermedades de coagulación y cardiopatías. Los síntomas clínicos son similares en todas las edades.
¿Cuál es la mejor manera de actuar ante un ictus?
Como en cualquier crisis, lo primordial es que el acompañante mantenga la calma y evitar que se acerque cualquiera a la persona afectada. Es necesario
un ambiente sin gritos y ruidos, sentar al paciente en un lugar cómodo, hablarle y pedir que eleve una pierna o brazo, intentando evitar todo aquello que le dificulte respirar (cinturón, sujetador, tirantes, bufanda, camisa…), observando si eleva el tórax, comprobando que respira con normalidad.
Es importante evitar darle comida o bebida al paciente para evitar el riesgo de atragantamiento, y
llamar al 112 o sistema de ambulancia de Soporte Vital Avanzado para su traslado a un centro hospitalario preparado para tratar el ictus. Será aquí donde le realizarán las pruebas pertinentes o según protocolo, como un TAC cerebral de urgencia además de los análisis que consideren.
Tardar menos de seis horas en ir a Urgencias reduce las complicaciones un 25 por ciento.
¿Cuáles son las secuelas más habituales que deja esta enfermedad?
Dependen de la combinación de diferentes variables como la
edad, la rapidez del traslado, el tratamiento de urgencia y las enfermedades causantes del ictus. La secuela más frecuente es el fallo motor en un lado del cuerpo, la dificultad para hablar si afectó al hemisferio correspondiente y desorientación. En caso de predisposición, pueden aparecer
crisis convulsivas junto a la cefalea, inestabilidad en la marcha no sólo debido al fallo motor, una dificultad en la visión y amnesia sobre lo sucedido.
¿Cuáles son las fases de tratamiento del ictus?
Todo el tratamiento dependerá de las causas y situación del paciente. Ya en la planta hospitalaria, se realizará una
exploración neurológica más precisa y se le administrarán los fármacos necesarios. En pacientes diabéticos, no se debe poner glucosa salvo que presente hipoglucemia. Seguidamente se avisa a la unidad de rehabilitación para que empiecen la exploración y tratamiento lo más pronto posible. Mientras, se complementará el estudio (electroencefalograma, eco-doppler de troncos supraaórticos, resonancia magnética, electrocardiograma, etc.) según la causa, así como los
análisis de sangre y orina pertinentes. Con toda la información se podrá señalar el tipo de ictus que ha podido padecer el paciente:
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Infarto cerebral: suelen ser el 75 por ciento de los casos, debido a una obstrucción arterial por una trombosis o embolia. También por la disminución del flujo arterial con fallo cardiaco.
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Hemorragia cerebral por rotura de una arteria cerebral o aneurisma. Es el ictus de peor pronóstico.
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Accidente isquémico transitorio (AIT), donde los síntomas suceden por una disminución del flujo de sangre en un periodo temporal no causando daño permanente.
¿Qué novedades ha habido en el tratamiento del accidente cerebro vascular?
Existen nuevos fármacos neuroprotectores que pueden llegar a
disminuir la mortalidad de un cinco por ciento a un 18 por ciento, que se aplica a las seis horas de sufrir el ictus. Por otro lado, existen técnicas como la trombectomía mecánica, que consiste en introducir un catéter por la arteria femoral haciendo avanzar un stent hasta la arteria obstruida para capturar y extraer el trombo.
¿Cómo puede recuperarse el paciente que ha sufrido un ictus?
Si el paciente ha sufrido un accidente isquémico transitorio (AIT) breve, la recuperación puede ser de
unos cuatro meses. Si el ictus es de mayor grado, un 40 por ciento pacientes pueden quedar con secuelas. El tratamiento es multidisciplinar (motor, oftalmológico, enfermería, psicológico, logopédico, dietético…). Y por supuesto no olvidar el apoyo a los familiares más cercanos. Ya en su domicilio, hay que animar al paciente
a reanudar sus amistades, actividades lúdicas, controlando siempre los factores de riesgo debido a que uno de cada cuatro pacientes que han padecido un ictus, pueden volver a sufrir un segundo episodio. También es importante valorar la calidad del sueño para restablecer el ritmo circadiano.
¿Cuándo se debe empezar la rehabilitación del paciente?
Lo antes posible. Desde su instalación en planta cuando esté estabilizado y se tenga un diagnóstico del tipo de ictus, poniendo en marcha el equipo multidisciplinar junto a una clara información a la familia con apoyo emocional. Las
campañas preventivas del ictus cerebral cada día tienen más importancia, así como nuevas estrategias para su tratamiento, prevención y optimización en la recuperación. Posiblemente, los futuros tratamientos basados en la plasticidad cerebral mediante terapia celular constituyan una esperanza de mejor recuperación. También la interfaz cerebro-computadora (Brain–Computer Interfaces), basada en la misma estrategia de reagrupación sináptica, que
permite la recuperación motora en algún grado junto a la comunicación.
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