El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, cuyo propósito es generar un conjunto de estrategias que sirvan de apoyo a las personas que sufren problemas de salud mental. El esfuerzo por diagnosticar y tratar trastornos de salud mental en edades tempranas evita todo tipo de problemas derivados, como puede ser el suicidio. Según el Consejo General de la Psicología en España (COP), las muertes por suicidio han aumentado a nivel mundial y especialmente en nuestro país, donde se ha convertido en la primera causa de muerte no natural en las/os adolescentes.
Santiago Pérez, psicólogo de HLA Montpellier, que explica los factores de riesgo que aumentan las probabilidades de que una persona intente suicidarse y cómo pueden ayudar los familiares y amigos a estos pacientes.
En el año 2022, se produjeron 18.330 fallecimientos por causas externas, de ellos, 4.097 corresponden a casos de suicidio, lo que supone un aumento del 2,3 por ciento con respecto al año anterior y evidencia, una vez más, el paulatino aumento de este grave problema de salud pública en España. ¿Qué hace falta para llevarlo al debate público?
En primer lugar, hay que tener en cuenta que no existe un plan nacional de prevención del suicidio. En España, durante años hemos tendido a ocultar e intentar lavar los trapos dentro de casa. Ha existido una correlación importante entre la pandemia y el índice de suicidio, pero ya se estaba produciendo un incremento importante. Siempre se había considerado que el comunicar sobre el índice de suicidio ayudaría a un efecto contagio. Esto se ha demostrado que no es así, sólo el divulgar cómo se producen los suicidios genera causalmente un efecto contagio. Pero se está comprobando que, a mayor concienciación social, mayor capacidad de detección y prevención.
¿Hay un perfil determinado de paciente joven con ideas suicidas o es un problema que se puede presentar independientemente de la edad, el género, la clase social, etc.?
Paradójicamente, y aunque últimamente hablamos de los suicidios en adolescentes, siendo la causa de muerte no natural más probable de 15 a 29 años, el perfil de la persona que decide suicidarse es un varón de 40 a 64 años. Y lo que es más importante, los medios son mucho más contundentes. Es decir, un adolescente busca en la autolesión o en un intento de suicidio callar una pulsión de sufrimiento que le desborda. A una edad más adulta ya le ha desbordado y busca dejar de sufrir definitivamente, lo que provoca que su intento acabe en muerte con mayor probabilidad.
¿Una persona sana puede llegar a suicidarse si se enfrenta a determinados acontecimientos vitales adversos?
Sí, con rotundidad. La persona que decide quitarse la vida no lo hace porque quiera dejar de vivir, lo hace porque quiere dejar de sufrir. Lo cual, como seres "sufrientes", todos somos vulnerables a este hecho. Cierto es que determinados perfiles patológicos cercanos a la psicosis paranoide incrementan la posibilidad de que ocurra.
¿Cuáles considera que son los principales factores de riesgo que pueden inducir al suicidio?
Las causas del suicidio son netamente multifactoriales, por lo que requiere de una intervención global. Entre ellas destacan ser migrante, recursos sociales y económicos, red de ayuda, soledad, depresión profunda, etc. En el suicidio encontramos la lucha entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte, es un aniquilamiento del yo. Es importante no acercarnos a planteamientos sensacionalistas y abordar cada caso de forma particular, se conoce que hay una correlación entre la auto lesión y el suicidio.
¿Cuál es el tratamiento psicológico indicado para una persona que ha intentado suicidarse?
Tal y como explicábamos debe ser un abordaje en 360 grados. Primero debemos dar lugar a sostener el sufrimiento que está teniendo el paciente, nunca entrar en el juicio ni en el consejo porque lejos de generar una buena trasferencia, dará la sensación de falta de entendimiento. Muchos pacientes arrastran culpas traumáticas que no han podido sanar, así que el profesional debe tener la experiencia adecuada para dirigir una sesión con una persona que tiene ideaciones suicidas, o bien ya lo ha llevado a cabo. En cada sesión puede existir un peligro de muerte. Si aun así consideramos que el peligro es inminente, hay que actuar para realizar un ingreso hospitalario.
¿Qué recomendaciones daría a una familia que se enfrenta a un caso de intento de suicidio? ¿Cómo afrontar que un hijo o hija adolescente diga: "no quiero vivir más"?
Es imprescindible la escucha, no la punición. Ante el miedo que sufren los familiares, suelen intentar decir qué tienen que hacer. Esto es un error importante hoy en día, sobre todo en adolescentes, se está produciendo un hecho bastante preocupante. El adolescente, como ente social, está perdiendo la noción de la vida y comienzan a contagiarse. Es decir, lo ven como una salida a problemas menores, relativizan y devalúan sus propias sus vidas contemplando el suicidio como una columna donde apoyarse cuando se sienten vulnerables.
¿Cuál diría que es la mayor dificultad a la que se enfrenta un terapeuta tras la muerte de un paciente por suicidio?
Es muy posible que cualquier profesional de la salud mental se haya enfrentado a este hecho en alguna ocasión. Desde luego, es mi caso. En primer lugar, sufres el duelo de la pérdida y la culpa. En terapia se construye un vínculo muy potente, que como profesional debes saber gestionar con la mayor deontología posible. Nuestra profesión requiere de seguir en contacto con nuestros propios psicólogos, con los que debemos trabajar la crudeza de nuestro día a día.
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