El pasado 13 de julio se celebró, como cada año, el Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), uno de los trastornos más comunes de la infancia. No en vano, afecta a uno de cada diez niños en edad escolar. La prevalencia en niños y adolescentes españoles oscila entre el 4,9 y el 8,8 por ciento. José Ramón Valdizán, neurólogo de HLA Montepellier es experto en TDAH y destaca los avances en España en cuanto a su diagnóstico.
¿Cómo se define el concepto del TDAH?
El TDAH es el trastorno del neurodesarrollo más común en la infancia, con una prevalencia entre el 5 y 7 por ciento. Se suele diagnosticar en edades tempranas y puede persistir hasta la edad adulta, si no ha sido tratado. Sus síntomas básicos son dificultad para prestar atención y para el control de impulsos, y marcada movilidad. No es una enfermedad, es una disfunción particularmente de un neurotransmisor: la dopamina. Entre el 70 y el 75 por ciento de los casos son de origen genético de carácter poligénico, es decir, con varios genes implicados.
¿Qué tipos de TDAH existen?
Según los síntomas más dominantes existen tres tipos diferentes. En primer lugar, el tipo inatento, que tiene poca capacidad de organización, dificultad para la constancia como el poder mantener una tarea, en una conversación o estudio y cambios bruscos en el juego. En segundo lugar, el tipo hiperactivo-impulsivo, que tiene dificultad para el autocontrol, es muy hablador, no guarda turno, no se queda quieto, es impulsivo, lo cual, a veces, complica el tratamiento, interrumpiendo a los demás. En edades anteriores a los 6 años ‘no paran’, tienen tendencia a no seguir las normas y es más fácil que tengan lesiones o caídas. Por último, el tipo combinado, con una mezcla de los síntomas de los dos tipos anteriores. Según la evolución y el ambiente pueden predominar unos síntomas u otros.
¿Qué factores influyen, tanto externos como internos, en el pronóstico del TDAH?
Entre los factores externos que pueden influir negativamente se encuentran la marginación y el aislamiento social, el abandono afectivo, la repulsa escolar, la mala nutrición, la intolerancia ante su forma se ser o no llevar el tratamiento correctamente. Entre los factores internos se encuentran las enfermedades ajenas al TDAH que no son tratadas, un marcado predominio genético familiar o insomnio idiopático.
¿Qué síntomas son los más comunes?
Además de los ya señalados, están la escasa gestión del tiempo, los problemas para realizar más de una tarea, frecuentes cambios de humor, temperamento irascible, tendencia al aislamiento que a veces se confunde con autismo, ansiedad ante situaciones novedosas o exigentes y facilidad para enfrentamientos sin sentido.
¿Cuándo se puede diagnosticar con seguridad y qué profesional es el que debe diagnosticar a un niño con TDAH?
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), se puede diagnosticar a partir de los 6 años, aunque un profesional experimentado lo puede hacer antes facilitando el tratamiento. Pero no existe prueba médica, genética ni psicológica específica que lo diagnostique. Se suelen emplear pruebas como el electroencefalograma, la exploración visual y auditiva para descartar patologías. Por lo tanto, en el diagnóstico es fundamental la experiencia de un experto en trastornos del neurodesarrollo, sea neurólogo, psiquiatra, neurofisiólogo, pediatra o psicólogo.
¿Qué consecuencias puede tener para un niño el TDAH?
Se debe tener claro que no es una enfermedad como la diabetes, que agrede al organismo. Aquí no hay consecuencias internas, sino externas, sociales, que pueden conducir a la marginación o a enfermedades severas de salud mental en la edad adulta.
¿Qué tratamientos se realizan actualmente para paliar el TDAH?
El tratamiento es combinado: cognitivo-conductual con habilidades sociales, familiar enseñando a comprender en qué consiste el trastorno para saber conducirlo y, por último, farmacológico. En ocasiones, cuando el TDAH es moderado, no es necesario dar medicación. Si existe marcada impulsividad o cambios de comportamiento, es aconsejable añadir otra medicación especifica al caso.
¿Existe un sobrediagnóstico de TDAH en la actualidad?
La cuestión reside en que antes se diagnosticaba menos, sobre todo en niñas. Puede que exista algún sobrediagnóstico, pero en el sistema sanitario español en su conjunto hay expertos con amplia experiencia y reconocimiento nacional e internacional que saben cómo diagnosticar y tratar a estos niños. Además, en nuestro país hay asociaciones de padres de TDAH en todas las provincias, lo cual ha sido un avance y una gran colaboración en el diagnóstico. También la enseñanza en infantil y primaria está haciendo un trabajo de vanguardia no sólo para el TDAH, sino también en otros tipos de problemas del neurodesarrollo. Asimismo, no es de extrañar que vengan a consulta padres orientados por los docentes. Todo este conjunto institucional ha permitido que nuestro país sea de los más avanzados del mundo en esta cuestión.
Cada día se valora más el TDAH de adultos. Su prevalencia es del 1 por ciento. Son personas no diagnosticadas en la infancia y que a lo largo de la vida han tenido problemas personales de cierta relevancia. Todos los expertos pensamos que hay más casos que los diagnosticados y van asociados a otros diagnósticos como personalidad límite, depresión, trastornos de conducta, etcétera. Por esa razón intentamos localizarlos para un tratamiento que en la gran mayoría es eficaz
Por otro lado, aunque la base genética y neurobiológica del TDAH en niñas es igual que la de los niños, las manifestaciones clínicas pueden ser diferentes. En 2007 publiqué el primer artículo en lengua española al respecto. En el pasado las niñas generalmente observaban un buen comportamiento en clase y, en algunos casos, solo con el paso de los años, los padres se daban cuenta de que no estaban adquiriendo los conocimientos necesarios. Esto debía a que la particularidad de las niñas con TDAH reside en su inatención. Hay pocas hiperactivas, al revés de los chicos. Esto dificultaba el diagnóstico en niñas, y de adultas, su apatía se confundía con depresión. Ahora, en Estados Unidos han tomado conciencia y existen centros multidisciplinares específicos. El tema en sentido cuantitativo es importante, ya que la prevalencia es de una niña por cada dos niños, pero hace veinte años se decía que era una niña por ocho niños, lo que significa que hemos avanzado.
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