Una mutación en el gen que codifica el receptor de membrana del glóbulo blanco T-CD4 –activo ante la presencia de cualquier agente infeccioso– condiciona el curso evolutivo del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) presente en niños al ser transmitido por la madre durante la gestación.
El descubrimiento es mérito del equipo de investigadores del Laboratorio de Inmunobiología Molecular del Gregorio Marañón de Madrid, y resulta útil para diseñar tratamientos ad hoc de la infección y potencial desarrollo del sida.
En la infección por el VIH, en seguida se forma un reservorio de virus latente en las células T CD4+ de memoria no activada, que son un tipo de linfocito. Ésta es la principal causa de que el virus no se elimine.
Según el hallazgo, cuando se inicia el tratamiento antirretroviral en recién nacidos infectados por transmisión vertical de forma muy temprana, en las primeras semanas de vida, el tamaño del reservorio en dichos linfocitos se revela más pequeño que cuando el tratamiento se inicia de forma más tardía.
Para que se produzca la infección por VIH-1 hay dos pasos: primero, se tiene que unir una de las proteínas del virus al receptor CD4 del linfocito, que es su diana de entrada; y segundo, además se necesita la unión de la misma proteína a un correceptor. En esa fase de inicio, éste último es el conocido como proteína CCR5.
Pues bien: existe en efecto una mutación genética, denominada delta 32, que hace que CCR5 sea no funcional, lo que evita la entrada del VIH y, por lo tanto, la infección. Pese a esta circunstancia, hasta el momento no había ningún estudio focalizado en el efecto de los genotipos de CCR5 y la progresión de la enfermedad producida por la infección por el VIH-1 en niños infectados por transmisión vertical.
Ahora, el trabajo realizado en el hospital madrileño estudia la relación entre CCR5 mutado y el tamaño del reservorio del VIH en un grupo de adolescentes y jóvenes españoles infectados por transmisión vertical, y que han recibido un tratamiento antirretroviral que les ha permitido mantener carga viral indetectable.
Los datos se obtuvieron de la red pediátrica Corispe, y las muestras biológicas, del Biobanco VIH del Hospital Gregorio Marañón.
El cambio en el CCR5 protege de la infección
El estudio ha desvelado que los niños con mutación en el CCR5 no experimentan ningún cambio, no progresan y se quedan en una fase de la enfermedad menos agresiva. Sin embargo, los niños sin la mutación delta32 en CCR5 progresan en la infección a un estadio más agresivo y que se relaciona con un mayor avance del proceso infeccioso.
La importancia de conocer estos mecanismos radica en que constituyen la base de proyectos como la edición genómica para modificar células en individuos seropositivos, e impedir así que el virus entre en sus células dianas como, por ejemplo, los linfocitos T-CD4. Uno de los focos sería el correceptor CCR5, convirtiéndolo en no funcional, ya que así se evitaría infección por el VIH-1.
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