Un estudio
publicado en la revista de acceso abierto
PLOS Biology por
Tobias Grossmann, de la Universidad de Virginia, Estados Unidos, y su equipo, concluye que nuestra receptividad a ver a otros en peligro explica la variabilidad en la conducta de ayuda desde el inicio del desarrollo. Es decir, ciertas respuestas pueden predecir si un bebé se convertirá en un niño
altruista o no.
El
comportamiento altruista, como ayudar a una persona desconocida que lo necesita, se considera una característica clave de la cooperación en las sociedades humanas. Sin embargo, nuestra propensión a participar en actos altruistas varía considerablemente entre los individuos, desde donadores de riñones extraordinariamente altruistas hasta psicópatas altamente antisociales.
Estudios previos han sugerido que una
mayor sensibilidad a los rostros temerosos está relacionada con niveles elevados de
conducta prosocial, que ya se puede ver en los niños en edad preescolar. Examinar la capacidad de respuesta a los rostros temerosos y su variabilidad al principio del desarrollo humano representa una oportunidad única para arrojar luz sobre los precursores del comportamiento altruista.
La atención de los bebés a las caras temerosas es clave en la predicción
Para abordar esta cuestión, Grossmann y su equipo rastrearon los
movimientos oculares para examinar si las
respuestas atencionales al miedo en los demás a los siete meses de edad predicen un comportamiento altruista a los 14 meses de edad. El análisis reveló que el comportamiento altruista en los niños pequeños lo predecía la atención de los bebés a las caras temerosas, pero no a las caras felices o enojadas.
Además, las
respuestas cerebrales en la
corteza prefrontal dorsolateral medidas a través de la
espectroscopia de infrarrojo cercano funcional predijeron el sesgo atencional de los bebés en las caras temerosas y su comportamiento altruista. Según los autores, los hallazgos sugieren que, desde el inicio del desarrollo, la variabilidad en el comportamiento de ayuda altruista está vinculada a nuestra capacidad de respuesta para ver a otros en apuros y procesos cerebrales implicados en el control de la atención.
Estos descubrimientos permiten avanzar críticamente en la
comprensión de la aparición del altruismo en los humanos mediante la identificación de la
capacidad de respuesta al miedo en otros como un precursor temprano que contribuye a la variabilidad en el comportamiento prosocial.
"Nuestros resultados están en línea con la noción de que existe un continuo cuidado, en el que las personas difieren en su tendencia a mostrar respuestas sensibles a la angustia de los demás que motivan la acción prosocial -apunta Grossmann-. Este estudio proporciona
nuevos conocimientos sobre la naturaleza del altruismo humano al descubrir sus
orígenes evolutivos y cerebrales".
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.