Aproximadamente el 15 por ciento de la población mundial padece alergia al pelo de los gatos. Se trata de uno de los alérgenos más habituales en la actualidad y, si a esto le sumamos que uno de cada cuatro de estos pacientes también tiene asma (asma alérgica), se puede afirmar que existe una relación directa entre la inflamación de las vías respiratorias y tener un gato cerca. Sin embargo, un estudio acaba de probar que, al menos en neonatos, estos felinos ayudan precisamente a prevenir el desarrollo del asma.
Se trata de una investigación llevada a cabo por el Centro de Estudios de Copenhague sobre el Asma en la Infancia (Copsac), que concluye que los gatos neutralizan en los recién nacidos la activación de un gen que duplica el riesgo de que desarrollen asma. De hecho, la presencia de un felino en casa con neotatos impide la activación del gen a lo largo de toda su vida.
Un descubrimiento que va más allá de la simple vinculación entre gatos y ausencia de asma, ya que supone la demostración de que los genes asociados a enfermedades pueden activarse o desactivarse en función del entorno. "Este es el mensaje central porque es un reconocimiento en la dirección de cómo ocurren las enfermedades. Documenta la interacción entre la genética y el entorno en el que vivimos y, en particular, que esto ocurre muy temprano en la vida, tanto durante el embarazo como en el hogar", apunta Hans Bisgaard, uno de los autores del estudio y profesor de Pediatría.
¿Un organismo de origen bacteriológico, fúngico o vírico?
El estudio en particular evaluó a 377 niños daneses con un factor génetico de riesgo de padecer asma, ya que todas sus madres eran asmáticas. Tras mapear los genes de los jóvenes, relacionaron los datos con aspectos de su entorno, entre cuyas variables se encontraba la presencia o no de animales domésticos en casa (perro y gatos).
Han hecho falta cinco años para que los resultados demuestren que la presencia de gatos en recién nacidos eliminan el riesgo de padecer asma, a través de una variación del gen 17q21, conocido por ser el más determinante en el desarrollo de asma por parte de una persona. Curiosamente, los datos han mostrado que casi uno de cada tres sujetos portaba esta variante del gen.
Y, gracias a los datos cruzados entre genética y ambiente, se ha podido vincular este hecho a la presencia de los gatos, ya que no ocurre así con perros u otros animales domésticos. Unos resultados que indican la posible presencia de algún tipo de organismo de origen bacteriológico, fúngico o vírico que provocaría esta alteración en el sistema inmune del ser humano, tal y como especulan los autores del estudio.
Es más, esta alteración provocada por la presencia de gatos en el entorno también hace que disminuyan sensiblemente los casos tanto de neumonía como de bronquitis. Una conclusión que, sin duda, sorprende ya que nada menos que 300 millones de personas adultas padecen asma a causa de la alergia en el mundo.
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