Para generar y recordar firmemente una situación emocional, también conocida como "
memoria emocional", los niños necesitan una
larga siesta y
sueño de calidad la noche siguiente, tal y como sugiere una nueva
investigación publicada en Scientific Reports.
Posiblemente, la combinación de tal sueño también ayude a los niños a establecerse y evitar las altas vertiginosas y los ‘bajones’ pronunciados de la niñez temprana, tal y como ha manifestado a
Medscape la autora principal,
Rebecca Spencer, de la Universidad de Massachusetts, en Amherst, Estados Unidos. Es decir, que la "carga emocional" de una memoria no procesada podría afectar no solo la memoria, sino también al
control de los impulsos y la
gravedad con la que los niños reaccionan a los estímulos.
En el estudio, los beneficios no se mostraron inmediatamente después de la siesta. Sin embargo, los menores de 2 a 5 años que tomaron una siesta durante un promedio de
70 minutos seguidos del sueño nocturno, tuvieron un
mejor recuerdo de la memoria emocional al día siguiente, en comparación a los que solo dormían durante la noche y no se echaban una siesta. Estos últimos también mostraron una "disminución" significativa en sus recuerdos 24 horas después.
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