Carlos Diéguez, director científico del
Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (
Ciberobn), ha alertado de que el
ritmo de crecimiento de la obesidad, responsable de
más de
100.000 muertes al año, es ya muy parecido al de Estados Unidos, el más obeso del mundo.
Un estudio del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (
IMIM) de
Barcelona ya hizo el pasado mes de enero un pronóstico pesimista para el 2030: en España podría haber un
80 por ciento de hombres y un 55 por ciento de
mujeres obesas.
A día de hoy, el 25 por ciento de la población en España es obesa o tiene problemas de sobrepeso. "Nos asustan los datos, especialmente por la velocidad de los números en estos últimos años. Aunque, hemos de reconocerlo, no nos sorprenden", asegura Diéguez.
"La obesidad, como
epidemia y como enfermedad de enfermedades, es una realidad a la que nos enfrentamos desde hace tiempo y que, lejos de detenerse,
avanza peligrosamente hasta
amenazar nuestr
o sistema universal de salud con un
importante aumento del gasto sanitario para paliar los problemas derivados de ella. En 2016 se destinaron a esta causa 1.950 millones de euros y, si la evolución actual se mantiene, la cifra podría superar los 3.000 millones en los próximos 12 años", añade.
El mapa de la obesidad en España
En cuanto a la
población infantil y juvenil, España, con
más de un 30 por ciento de niños entre 7 y 13 años con sobrepeso, ocupa el quinto puesto de Europa. Hoy hay
10 veces más de niñas y
doce veces más de niños de
5 a 19 años que sufren
obesidad que en 1975, subraya Unicef en su informe 'Estado Mundial de la Infancia'. En el año 2000 el sobrepeso alcanzaba a uno de cada diez jóvenes. Ahora, a uno de cada cinco.
"Nos asustan los datos, especialmente por la velocidad de los números en estos últimos años"
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A tenor de esta situación, aseguran que urge que las autoridades se pongan
manos a la obra para
frenar y
revertir la epidemia con actuaciones y medidas concretas. "Basta ya de atribuir la obesidad a un problema estético o coyuntural y urge, insisto, abordarla como una enfermedad. Una enfermedad que se encuentra en el origen de otras muchas patologías que atentan contra la salud. Problemas cardiovasculares, de hipertensión arterial, respiratorios, músculo‐esqueléticos, infertilidad, etc. tienen una conexión directa con ella. Se ha documentado, por ejemplo, que la
obesidad se relaciona con hasta 13 tipos de cáncer (mama, endometrio y colon los más comune", añade el director científico del Ciberobn.
En otra esfera, también explican que se encuentran los
trastornos mentales o
estados depresivos de diferente magnitud derivados de un
elevado peso; y de
conducta alimentaria como la anorexia nerviosa o bulimia, cuyo centro de impacto está en la relación con la
comida y las
grandes oscilaciones de peso corporal.
Niños con enfermedades de adultos
Por todo, la obesidad constituye un
serio problema de
salud pública y está asociada a un mayor riesgo de sufrir
comorbilidades. Esto implica
costes directos e
indirectos sustanciales que suponen una
gran presión para el sistema sanitario en su conjunto. Especialmente grave resulta en el caso de los
niños, con un nivel de prevalencia muy elevado y que ha continuado creciendo en la última década.
Los niños obesos tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta (hasta en el 83 por ciento de los casos) y tienen más probabilidades de padecer, desde muy temprano, enfermedades asociadas a la obesidad como
diabetes tipo 2 o
hipertensión arterial, impropias, a priori, de su edad.
"Hay que tomar medidas desde todos los estamentos implicados y hacerlo desde ya. Políticos, educadores, médicos, investigadores, industria alimentaria y agentes sociales en general, deberemos trabajar coordinados para revertir esta realidad de proporciones epidémicas", afirma.
Para ello, proponen medidas concretas como
menús escolares equilibrados controlados por nutricionistas,
educación alimentaria integral para padres e hijos, más horas de
educación física en los colegios,
oferta deportiva pública para combatir el sedentarismo e, incluso, con el complemento atractivo de las nuevas
tecnologías. También proyectos ‘de salud’ en entornos profesionales y de ocio.
"Que las instituciones públicas, apoyadas por y en otros organismos, tomen conciencia del problema de la obesidad y destinen fondos para erradicarla es esencial en la sociedad actual", pide el director científico.
El papel de la investigación del Ciberobn
"¿Y cuál es la responsabilidad de los investigadores en este reto? Sin duda avanzar en buscar y explorar dianas terapéuticas que favorezcan abordajes certeros y terapias eficaces. No buscamos vacunas infalibles. No nos dedicamos a descubrir
pastillas mágicas que nos permitan comer cuanto se nos antoje sin engordar. Nuestra misión trata de
abrir líneas de estudio, básicas y clínicas, y de a
ctivar programas que aborden la
obesidad desde una
perspectiva multifactorial e
interdisciplinar a gran escala", apunta.
"El campo de la nutrigenómica nos ha abierto grandes posibilidades"
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"El campo de la
nutrigenómica, por ejemplo, que estudia la influencia de los nutrientes en la expresión de los genes -prosigue Diéguez- nos ha abierto grandes posibilidades. El de la
epigenómica o de cómo los factores ambientales unidos a patrones alimentarios concretos y al estilo de vida influyen en la microbiota y en la expresión de nuestros genes, también. El descubrimiento de la
grasa parda (‘buena’) como aquella que se activa con el frío y funciona como una especie de calefacción natural que elimina aminoácidos que favorecen la diabetes y la obesidad, ha abierto una vía de enorme potencial en la lucha contra la obesidad".
Y prosigue: "La utilización de las nuevas tecnologías como r
ealidad virtual,
inteligencia artificial o
videojuegos en terapias de obesidad infantil o
trastornos de la conducta alimentaria, también nos caracterizan. Los avances en las dos hormonas protagonistas de la regulación del apetito como la leptina o la ghrelina; o el eje gastrohipotalámico se encuentran también en nuestra ‘
guía de logros’".
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