Ha fallecido en Madrid, a los 88 años,
Margarita Alba García, parlamentaria socialista de Sanidad y Consumo.
Su trayectoria parlamentaria se desarrolló en el ámbito autonómico en la década de los 90, cuando fue elegida diputada por el
Partido Socialista en las elecciones de 1995 a la
Asamblea de Madrid.
Pero su trayectoria política empezó antes, en los
movimientos sociales del distrito madrileño de
Fuencarral-El Pardo, donde fue vocal vecina de la Junta Municipal y secretaria general de la
Agrupación Socialista.
Desde estas responsabilidades, y en otras que tuvo en la comunidad escolar, siempre apostó por una
sociedad igualitaria en la que las oportunidades y los derechos llegasen a todos los colectivos.
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Vivió con orgullo avances sociales en España promovidos por el PSOE, como la ley que permitía el matrimonio igualitario
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Fue defensora de políticas y acciones que integrasen a los más desfavorecidos, con especial atención a los núcleos chabolistas que poblaban aquel Madrid posterior a la Transición, poniendo el acento en los problemas de
salud pública que sufría una población que no disponía de alcantarillado, agua corriente ni electricidad en muchos casos.
También impulsó el
movimiento feminista en su entorno, siendo fundadora de una asociación centrada en lo que ella denominó la promoción de las mujeres.
Llevó al debate municipal y autonómico la preocupación por el
medio ambiente, por la protección de los
derechos del menor, de las personas ancianas y los consumidores, y por la
calidad educativa en los colegios e institutos públicos de la región.
Igualmente su actividad política se interesó por la
protección de los animales y la preservación de la naturaleza.
En el plano sanitario, le tocó vivir como parlamentaria los años previos a la
transferencia desde el Estado a las Comunidades Autónomas, y trabajó de forma activa en la
Comisión de Sanidad y Consumo, con especial énfasis en propuestas relacionadas con la salud mental.
Hija de familia republicana, pasó su infancia fuera de su hogar por culpa de la Guerra Civil, y le tocó vivir una juventud marcada por las difíciles circunstancias de la posguerra. En la madurez, la
democracia le permitió rebelarse contra un destino ligado "a sus labores" que la dictadura había diseñado para las mujeres de su generación.
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