El inicio de legislatura en el Parlamento europeo ha sido algo más tosco de lo esperado debido a las reticencias de los grupos respeto a la figura de
Oliver Várhelyi, el nuevo comisario de sanidad, que fue ‘señalado’ por su supuesta falta de determinación en asuntos como los derechos reproductivos de las mujeres y el bienestar animal. La polémica se saldó con el
‘troceo’ de su portfolio, lo que originó una
nueva Comisión, la de Salud Pública, que esta misma semana se ha puesto en marcha con la designación de los miembros de la mesa.
Tres españoles integrarán esta Comisión y uno de ellos será la popular Elena Nevado, que, en declaraciones a
Redacción Médica, da por cerrada la polémica con Várhelyi y llama a poner el foco sobre las ‘urgencias’ sanitarias de la Unión: “
Nos va la vida en ello”, subraya la dirigente cacereña, que apunta a la salud mental juvenil y la estrategia cardiovascular como sus primeros objetivos en esta cámara.
Se piensa a menudo que los asuntos de la sanidad son cosa más de los Estados miembros, que el debate pierde su ser en Europa. ¿en qué grado es falsa esta percepción?
Es cierto que la sanidad es una competencia propia de los Estados miembros, pero la covid supuso un punto de inflexión en la Unión Europea y se demostró que había muchas áreas donde esta tenía mucho que decir. A raíz de entonces se empezó a analizar la importancia que tiene para todos los países miembros que el Parlamento tuviera una comisión y un posicionamiento propios.
Si analizamos la sanidad también como un sector estratégico, nos hemos dado cuenta que Europa ha perdido en los últimos años liderazgo, por ejemplo, en el
ámbito farmacéutico. Y esto ha hecho que competidores tan fuertes como Estados Unidos o China nos estén cogiendo la delantera. Creo que nos hemos dado cuenta de lo importante que es, de que hay que poner la salud en la agenda política como un asunto prioritario.
Esta legislatura, de hecho, se ‘estrena’ la comisión propia de Salud Pública.
Exacto, arrancamos con una comisión que antes estaba dentro de ENVI (la Comisión de Medio Ambiente, Salud Púbica y Seguridad Alimentaria) como subcomisión. Uno de los aspectos más polémicos ha sido que ENVI no quería perder competencias como las de salud animal, pero esa barrera se ha solventado porque nuestra Comisión fundamentalmente va a estar enfocada a las personas.
Hablemos de su papel en la Comisión de Salud Pública. ¿Qué mandato ha recibido de su partido? ¿Qué persigue el Partido Popular?
Tenemos un programa ambicioso con propuestas de vital importancia para los europeos. Un ejemplo es la estrategia cardiovascular, que es la primera causa de muerte (en países desarrollados). También hay que seguir avanzando y trabajando en la estrategia del cáncer, que fue la única que se trabajó en Europa cuando esto era una subcomisión; y en la puesta en marcha del Espacio Europeo de Datos Sanitarios, que ya se aprobó en pleno en abril de 2024 y va a ser muy revolucionario en el campo de las enfermedades raras.
Pero, al margen de eso, tenemos dos planes clave: el de salud mental, tan importante para toda la población pero fundamentalmente para los jóvenes; y el
enfoque ‘One Health’. Este último es bastante transversal y lo vamos a tener que trabajar a fondo también con la comisión del ENVI.
“Si algo va a enseñar Trump a Europa es a no depender en asuntos de salud"
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¿Cuáles serán las primeras decisiones que adopte en esta comisión?
Me parece esencial empezar a trabajar con la estrategia cardiovascular. De hecho, ya dimos los primeros pasos en la anterior subcomisión y con bastante consenso por parte de todos los grupos políticos. Creo que este asunto y la salud mental van a ser los dos pilares en los que vamos a arrancar con más fuerza en esta primera etapa.
Como comentaba antes, esta Comisión surge tras una serie de desavenencias con el ahora comisario de Salud europeo, Olivér Várhely. ¿Cree que las reticencias de los grupos políticos hacia el dirigente húngaro pueden afectar a la actividad de la Comisión?
Diría que en absoluto. Nosotros hemos estado en los ‘heraing’ (las audiencias) de todos los comisarios y tenemos un colegio que hace de la democracia y la voluntad del Parlamento y de la propia Comisión. Los Estados miembros han propuesto a sus comisarios y estos han tenido un examen bastante duro. En el caso particular de Várhely, he de decir que respondió a todas las preguntas que se le formularon y mostró su compromiso. Es verdad que este asunto ha estado muy politizado y polarizado, pero una vez se produjo la votación, nosotros exteriorizamos nuestro máximo respeto a la expresión popular y nuestra confianza a la labor que le viene encomendada a Olivér Várhely, que además va a estar bajo las directrices de nuestra presidenta, Ursula von der Leyen, que va a vigilar que nadie actúe en ningún momento por libre.
Yo quiero darle un voto de confianza (a Várhely), igual que le vamos a dar un voto de confianza a la señora Teresa Ribera. El resultado es el que es, y somos ante todo demócratas. Vamos a ver cómo funciona.
Hay trabajos de naturaleza sanitaria que se van a compaginar con otros departamentos. Por ejemplo, la salud sexual será competencia de la belga Hadja Lahbib, comisaria de Preparación e Igualdad. ¿Cómo se van a coordinar estos asuntos? ¿Puede haber problemas de organización?
Aquí hay una absoluta coordinación entre las distintas comisiones con las competencias que pueden ser comunes. Todas tienen opinión y posición. Luego se produce o no un consenso entre los distintos grupos a la hora de formular propuestas, pero desde luego, si hay que diferencie el trabajo en el Parlamento europeo, es que siempre se incluye la voz de todas las comisiones afectadas por asuntos concretos.
Por lo tanto, cuando algo pueda afectar al derecho reproductivo de las mujeres se recabará siempre la voz de la comisión de la FEMM (de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género), y cuando se hable de salud animal se pedirá la de ENVI. La coordinación es clave para el éxito del Parlamento europeo.
"Europa debe armonizar salarios, jornadas y condiciones de sus sanitarios"
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Si me permite, quería consultarle por las iniciativas que focalizarán el debate político esta legislatura. Algunas ya las ha nombrado usted, como ese Espacio Europeo de Datos Sanitarios que, afirma, aún se enfrenta a retos. ¿Cuáles son? ¿Qué previsiones hay sobre el despliegue de este plan?
Es verdad que hay varios retos, pues estamos hablando de un proyecto ambicioso. En primer lugar, tenemos que implementar un sistema que sea válido para todos los Estados miembros, por lo que el aspecto digital va a ser fundamental. La plataforma tiene que ser interoperable para que cualquier ciudadano pueda ir de un país a otro y compartir su historia clínica. Otro reto está vinculado con la seguridad y el anonimato de los datos del paciente, en especial porque la legislación es diferente según el país. España, por ejemplo, es uno de los más proteccionistas y ninguna baja médica contiene el diagnóstico del paciente. El empresario no tiene por qué saber si un trabajador se da de baja por una enfermedad grave o crónica o por una simple gripe. Otros países no son tan rígidos.
Y además, hay que abordar que esos datos se van a poner a disposición de los servicios públicos de salud, y habrá países que quieran compartirlos con el sector sanitario privado y los investigadores. Esto puede abrir muchas puertas a la hora de investigar patologías raras. En Estados Unidos lo de compartir datos es bastante frecuente y nosotros no nos podemos quedar rezagados.
Precisamente, el Parlamento europeo dio luz verde el pasado año a la reforma farmacéutica con un asterisco, el del periodo de protección de datos. España, la ministra de Sanidad, Mónica García, defendía siete años de protección y doce meses adicionales. ¿Es posible el acuerdo?
Nosotros queremos reducir esos años. Es un expediente que lleva nuestra jefa de delegación (Dolors Montserrat), que fue ministra de Sanidad en España, pero desde luego sí que abogamos por reducir esos plazos porque es necesario para tener un sector fuerte. Ahora están en trílogos y la percepción que tengo es que los siete años pueden aunar probablemente el consenso de todas las fuerzas políticas.
El PP europeo se ha mostrado crítico con la lentitud de España a ahora de aprobar medicamentos. En nuestro país se superan los 600 días frente a los 100, por ejemplo, de Alemania. ¿Cómo se puede favorecer, desde Bruselas y Estrasburgo, la agilización de estos plazos?
Es un aspecto clave. Europa se ha dado cuenta de que la burocracia le ha supuesto mucha pérdida de competitividad y en el anterior mandato la propia presidenta Ursula von der Leyen se comprometió a reducirla en todos los sectores, especialmente en el sanitario. En España es un reto que debemos asumir, aprovechar que nos hemos dado cuenta de dónde está la debilidad a la hora de implementar los medicamentos. Estoy convencida de que esto lo vamos a solventar esta legislatura.
Respecto a la dependencia de terceros países, como China, para adquirir productos sanitarios, ¿considera que la Unión Europea debe estimular la compra centralizada de medicamentos? ¿Por qué pierde posiciones en esa ‘carrera’ para ser referentes en salud?
Sí, por supuesto. La Unión Europea tiene que dejar de depender en muchos sectores, pero especialmente en el sanitario, de nuestros vecinos, de China, de Estados Unidos, de la India y de cualquier otro mercado. Insisto, en la crisis de la covid, o en cualquier otra que venga y que no estamos exentos de sufrir, esto es clave para poder afrontarlo y Europa tiene fortaleza para hacerlo. No podemos estar buscando mascarillas en China, hay que hacer un esfuerzo para reforzar el sector farmacéutico europeo. Nos va la vida en ello.
La escasez de personal sanitario no es un problema exclusivo de España: en Europa se estima que faltan 1,2 millones de profesionales de la salud: ¿Qué planes se pueden desplegar desde la Unión Europea y qué va a hacer el PP para fomentar la contratación de profesionales de salud?
Uno de los puntos calientes de este debate es el de la fuga de sanitarios de unos países a otros, porque no tenemos una normativa europea que haga homogéneo el trabajo en cualquier lugar de Europa. Es uno de los asuntos en los que creo que debemos prestar especial atención y coordinarnos muy bien con la Comisión de Empleo del Parlamento. Ya tenemos homologadas profesionalmente las distintas categorías; en eso se ha avanzado mucho, pero no en tema de salarios, de jornadas laborales, de guardias, de horas de descanso…
Y creo que es importantísimo que Europa armonice las condiciones laborales de los sanitarios en Europa, porque no puede ser que haya un déficit de sanitarios en distintos países porque la retribución sea sustancialmente distinta. Es algo que se va a poner encima de la mesa y que se va a trabajar casi con seguridad en esta legislatura.
¿Hay alguna idea de cómo estandarizar el flujo de profesionales sanitarios para que no haya países que tengan carencia y otros con superávit de profesionales?
Yo lo hilo con lo que considero el ‘derecho a quedarse’. Los europeos tenemos libre circulación de movimiento, podemos trabajar en cualquier país de la Unión, tenemos nuestros títulos homologados en la inmensa mayoría de las categorías profesionales, pero no tenemos el derecho real de quedarnos en nuestro país en sectores como el sanitario, donde si un médico especialista cobra cinco veces más en otro país miembro casi tiene que emigrar si quiere prosperar. La consecuencia no es solo que los hospitales pequeños pierdan a sus sanitarios, sino también calidad asistencial.
Si tú eres médico en España, que tengas una plaza que sea tan atractiva como en Finlandia, en Austria, en Francia, en Alemania, y que no te veas abocado, si quieres mejorar en tu trayectoria profesional, a irte a otro país.
El PP europeo insiste en la necesidad de dar impulso a ese llamado ‘pacto por la salud y el futuro de Europa’. ¿Tienen apoyos suficientes para impulsarlo?
La idea sigue siendo que no tengamos que depender de otros países para tener la mejor salud en Europa. El consenso es más necesario que en ningún otro parlamento porque aquí se gobierna para muchos millones de personas,
Mónica García, ministra de Sanidad en España, se incorporará próximamente al Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). ¿Qué espera de ella?
Yo espero sinceramente que las medidas y las propuestas que quiere impulsar aquí sean mejores que las que está impulsando en nuestro país. En la
OMS hay que dar una imagen muy diferente a la que estamos dando en España, y si Mónica García viene con las mismas propuestas, va a fracasar. Lo digo con tristeza, porque es mi ministra también, pero la sanidad no se puede ideologizar, tiene que ser universal, y se está politizando más que nunca. Lo que le recomendaría es que se quite la careta de SUMAR para sumar en positivo a la sanidad europea.
El nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, ha irrumpido en la Casa Blanca con medidas que impactan directamente sobre la salud mundial, como la retirada del país de la OMS o del Pacto de París. ¿En qué grado teme Europa las consecuencias sanitarias de este tipo de actos? ¿Es Trump una amenaza para la sanidad europea?
Europa tiene que pensar en sí misma y no depender ni de Trump ni de cualquiera que gobierne en Estados Unidos. Tiene que tener un proyecto propio, y si algo nos va a enseñar Trump es precisamente a no depender ni en materia de defensa ni de salud. Pero América necesita a Europa, y por lo tanto, por mucho que hable Trump, a la hora de la verdad no es más que una táctica populista para ganar muchos votos. En la práctica, va a tener que rebajar su discurso.
Se lo pregunto de otra manera. ¿El contexto internacional fuerza a Europa a acelerar medidas para asumir ese liderazgo tras la salida de Estados Unidos de la Sanidad Mundial? ¿Tiene recursos para ello?
Por supuesto que sí. Europa tiene que contar con ser más competitiva. El informe Draghi da muchas lecciones al respecto y creo que ese informe está interiorizado dentro de la Unión Europea. Hemos comenzado a ponernos las pilas para dejar de ser dependientes. La vieja Europa no es tan fácil de combatir como algunos piensan.
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