Carlos Cristóbal. Madrid
Solo 48 horas tardó Angélica del Valle en comprobar que algo no iba bien tras serle implantado Essure, anticonceptivo fabricado por la farmacéutica Bayer que se encuentra en entredicho por sus supuestos efectos adversos. En su caso la evidencia llegó en forma de reacción alérgica, como en otros lo han sido fuertes dolores abdominales que incluso han terminado con la extirpación del útero o las trompas de falopio y dolor de espalda crónico. Del Valle ha unido todas estas experiencias en una asociación que, por el momento, cifra en 380 el número de afectadas en España.
Rainer Krause, consejero delegado de Bayer Hispania.
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“Además de los casos confirmados, tenemos otros 300 sobre los que aún tenemos que valorar si sus problemas están relacionados con el uso de Essure”, ha asegurado Del Valle a Redacción Médica. En este sentido, además, ha asegurado que, según la estimación de la organización, el número total de españolas a las que el dispositivo ha causado algún perjuicio alcanzará “en los próximos días” los 600.
La creación de una asociación de afectadas en España se produce tras el éxito que este movimiento ha obtenido en Estados Unidos, donde han llegado a conseguir que la agencia de medicamentos (FDA) encomendase una valoración sobre su beneficio-riesgo a una comisión de expertos. “Si la FDA ha llegado a este punto es porque falla”, ha explicado la responsable de las afectadas españolas, que coinciden con la visión de sus ‘compañeras’ norteamericanas: “No se ha sido todo lo riguroso que se debería”.
Así las cosas, la líneas de acción pasan por la emisión de quejas – ya hay unas 70- a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) en busca de una reacción similar a la de la FDA. Estas quejas también se trasladarán a Bayer, laboratorio fabricante, que desde su mismo lanzamiento ha destacado el carácter mínimamente invasivo del producto. “No es apto para todas las candidatas”, apunta Del Valle.
Entre sus objetivos, la Asociación Española de Afectadas por Essure establece una serie de prioridades entre las que destacan la repetición de las pruebas que garanticen la seguridad de las mujeres que lo utilicen: “Queremos que se informe de sus riesgos y que se revisen sus efectos adversos”. Asimismo, inciden en la importancia de establecer un protocolo común para la retirada del dispositivo en caso de ser necesario.
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