Hay 400.000 españoles con
esquizofrenia, una enfermedad mental muy prevalente pero que, bien tratada, puede manejarse con una buena calidad de vida y ser compatible con una vida normal, lejos de los estigmas que se le siguen asociando.
En el
V Congreso Nacional Semergen de Pacientes Crónicos se ha presentado el
Proyecto Voz, un estudio de las necesidades de los pacientes de
psicosis. Y es que a veces se olvida incluir a estas patologías entre las enfermedades crónicas, cuando se trata de un grupo muy importante de ellas y su abordaje tiene muchos puntos en común con el resto.
Ana Cabrera, directora de
Amafe (Asociación Madrileña de Familiares y Amigos de Personas con Esquizofrenia), ha presentado algunos de los resultados de este proyecto, destacando que “lo más importante para las personas con esquizofrenia, como para cualquier otra persona, es la
necesidad afectiva: pareja, familia o red social; un colectivo tan discriminado se resiente de lo mismo de lo que nos resentimos todos”.
Ana Cabrera presenta el Proyecto Voz.
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La fortaleza del proyecto reside en sus más de 5.000 encuestas a enfermos y cuidadores, “la mayor muestra de Europa”. De ellas, el 68 por ciento corresponde a los propios pacientes, lo que califica Cabrera de logro pues normalmente suelen hablar por boca de los cuidadores.
Plan integral de salud mental
Entre los principales hallazgos de este estudio se encuentra que más de un tercio de las personas con psicosis considera que su tratamiento llega tarde, ya sea médico, psicoterápico o
programas de rehabilitación. Un punto más allá están las mujeres que sufren esquizofrenia pues, por regla general, los resultados de Proyecto Voz señalan que su tratamiento llega más tarde aún que el de los hombres. Aunque Cabrera matiza que se desconoce si es una realidad “o se trata de una percepción subjetiva”.
Los colectivos reunidos para tratar del tema en el V Congreso Semergen de Crónicos han reafirmado su apuesta por un plan integral de atención a la salud mental con la vista puesta tanto en Primaria como especializada, tanto en la enfermedad como en la
integración laboral y social, con la implicación de los servicios sociales y la sociedad y “mejorando la dotación presupuestaria de los planes de salud”.
Como cualquier enfermedad crónica, la esquizofrenia presenta comorbilidades. No en vano la
percepción de su propia salud por parte de estos pacientes es más baja que la de la población general (un 3,29 sobre 5 frente a un 3,97) y tienen dos veces más riesgo de morir a una edad más temprana, entre otras formas, por una mayor tasa de suicidio pero también de afecciones cardiovasculares. La formación de profesionales de salud, sobre todo de Primaria, en el abordaje del paciente con psicosis será esencial para mejorar todos estos indicadores.
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