Los alumnos llegan puntuales. La clase está a punto de empezar. Suena una música pegadiza, de esas con las que los pies se mueven solos de un lado a otro, pero el ambiente aún está tranquilo. Todo cambia a las cinco en punto de la tarde, como cada miércoles. José Luis, el profesor, da las primeras órdenes. Su voz es firme. Imposible no hacerle caso. Coloca a todos en sus puestos y comienza el baile. Un dos tres, chachachá, un dos tres, chachachá. No, no estamos en una academia, sino en el centro de salud Ciudad San Pablo de la madrileña localidad de Coslada. El primero que ha puesto en marcha un taller de danzaterapia para personas con párkinson. La música suena. El baile acaba de comenzar.
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