Los costes por cuidar a un paciente con
alzhéimer superan
los 31.000 euros anuales. Así lo ha revelado el estudio ‘El cuidador en España. Contexto actual y perspectivas de futuro y propuestas de intervención’ realizado por
la Confederación Española de Alzhéimer (Ceafa) y Fundación Sanitas. La investigación busca poner de manifiesto el peso que tiene esta patología, que afecta
a uno de cada cuatro hogares españoles.
Se trata de “un coste elevado si se compara con indicadores como el salario medio en nuestro país, que se sitúa en 24.000 euros anuales, o la pensión media, en los 1.011 euros mensuales”, señala
Cheles Cantabrana, presidenta de Ceafa. En este sentido, precisa que los costes específicos pueden ser de tipo directo o indirecto y
varían según la fase evolutiva en que se encuentre la enfermedad.
Los costes directos suponen entre e
l 18 y el 23 por ciento del total e incluyen pruebas de diagnóstico, visitas médicas, hospitalización, medicamentos con receta, productos sin receta y cuidados a largo plazo. Los costes indirectos o invisibles pueden ser tangibles, como la formación de personal de apoyo para su capacitación en el cuidado de las personas con alzhéimer; o, bien,
pueden ser intangibles, como los que vienen derivados de la pérdida de productividad, de tiempo, o de oportunidad de empleo y
sueldo asociado al cuidado que deben proporcionar los cuidadores.
Según estos parámetros, el coste medio sería
de 29.274 euros anuales en la fase inicial, de 36.635 en la fase intermedia y de 29.760 en la fase avanzada. “Al notable coste económico se suma que un elevado porcentaje de cuidadores se ve abocado a reajustar sus condiciones laborales; cerca del 12 por ciento de los cuidadores se ven en la diatriba de abandonar su actividad laboral para dedicarse al cuidado del familiar enfermo”, recalca
Cantabrana.
Petición de ayuda
“Pero el mayor problema al que se enfrenta el cuidador
es el deterioro de la propia salud. El síntoma que manifiestan con más frecuencia es el cansancio y la falta de fuerza física; el desánimo, la depresión y otros problemas de tipo físico, y todo ello sin olvidar la enorme carga emocional para el cuidador y su entorno, unido a las situaciones socio económicas que el alzhéimer genera”, asegura
David Curto, jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores.
En cuanto a las ayudas que a los cuidadores familiares les gustaría recibir, la
ayuda económica aparece en primer lugar en
un 60 por ciento de los encuestados. Le siguen los servicios que le sustituyan en parte en el cuidado de la persona dependiente (55 por ciento) y el
apoyo psicológico (45 por ciento). Además, pero en menor medida, a los cuidadores familiares también les gustaría
ampliar la información (34 por ciento) y la
formación (37 por ciento) para continuar con su labor como cuidadores.
El Perfil del cuidador
El estudio revela que el cuidador es en
un 75 por ciento una mujer que atiende a su madre o padre afectado por alzhéimer. En términos sociales, la mayoría de los casos son registrados en zonas urbanas y cuentan con el apoyo, cada vez más creciente, de sus esposos o parejas.
En cuanto a la edad, cabe destacar que
más del 21 por ciento de los cuidadores familiares tiene más de 70 años y son jubilados que cuidan de su pareja. Debido a la avanzada edad media del cuidador, el estudio resalta que aumentan las posibilidades de que el cuidado ofrecido al familiar no sea el más indicado. “Según avanza
la edad del cuidador disminuye su funcionalidad y capacidad para asumir de manera correcta y adecuada las distintas tareas que el enfermo requiere, con lo que, sin una ayuda adecuada, el cuidado puede resentirse”, explica
Curto.
Entre los sentimientos que genera el rol de cuidador es
el miedo a la enfermedad (67 por ciento) el más arraigado, seguido por el convencimiento de que el cuidado de una persona con alzhéimer
le hace dependiente (43 por ciento) y le
aísla del resto del mundo cercano (25 por ciento).
Sin embargo, las motivaciones del cuidador están vinculadas con relaciones poderosas, como
el cariño hacia la persona dependiente (87 por ciento), los
lazos familiares (55 por ciento) y el convencimiento de la
gratitud de la persona cuidada (42 por ciento).
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