En los últimos años ha proliferado la demanda de
coaches fruto de cierta estrategia de marketing que puso de moda la modalidad del
coach deportivo o financiero. Ante esta situación,
Redacción Médica ha sentado a la mesa de debate a dos profesiones aparentemente enfrentadas por pisarse competencias. Entre los diferentes puntos mencionados, solo en uno de ellos ha habido consenso: el ejercicio del
coaching debe ser regulado, desde la formación hasta los requisitos exigidos para acreditarse y ejercer.
¿Qué formación es necesaria o exigible para ejercer como coach? ¿Existe homologación?
José Miguel Gil, presidente de la Asociación Española de Coaching (Asesco): Existe una normativa que regula el número de horas que tiene que hacer una persona para poder formarse como
coach, y se complementa con unas horas prácticas y una serie de supervisiones. La formación está regulada a través de lo que son las propias normativas de formación. Hay que acreditar distintos niveles que tienen que ver con el grado de experiencia de las diferentes personas que se forman.
Isabel Aranda explica cuál es la formación de un coach.
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Isabel Aranda, Coordinadora del grupo de Psicología y Coaching del Colegio de Psicólogos de Madrid: Por lo general son cursos que tienen unas 100 o 120 horas de formación y se pide una serie de prácticas. La palabra
coach hoy en día está siendo utilizada en cualquier contexto y en cualquier situación y para cualquier cosa. Hay un uso muy prolífico que no corresponde exactamente con la formación que organizadamente sí que hay por parte de las asociaciones.
¿Ven los psicólogos algún tipo de instrusismo profesional en el ejercicio del coaching?
Miguel Santed, presidente de la Conferencia de Decanos de Psicología de las Universidades Españolas: Nosotros sí contemplanos que existe un intrusismo. Consideramos que la etiqueta del
coaching supone una especie de entrada por la puerta de atrás al ámbito de conocimiento y profesional de la psicología.
Celeste Amaya, voluntaria de la Plataforma de Atención Psicológica Pública e Integrada (APPI): Nosotros también vemos que hay un solapamiento entre el ámbito de actuación de la psicología como ciencia, regulada y reglamentada, y el
coaching, que a veces se ejerce por personas que no siempre están tituladas o preparadas, desde el momento en que la psicología es la ciencia del comportamiento humano y los
coaches trabajan con personas que quieren modificar, de alguna manera, su comportamiento.
Luis Picazo da su opinión sobre el intrusismo profeisonal de los coaches.
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Luis Picazo, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid: Yo no me atrevería a decir que existe intrusismo respecto de la función tradicionalmente realizada por los psicólogos. Sí quizás una competencia desleal, por cuando que la capacitación que tiene un psicólogo tras 5 años de licenciatura, otros 4 de grado pues es mucho más amplia y profunda. [...] No es tanto intrusismo salvo que entre en territorio de psicoterapia o de diagnóstico y evaluación, que entonces sí y sería perseguible además. No está regulada esa profesión.
¿Serviría una regulación legal que exigiera que para ejercer de coach primero hubiera una formación concreta en psicología y que este fuera un requisito imprescindible?
Miguel Santed: Las profesiones reguladas son muy pocas. La tendencia europea y la española es a no regular profesiones y me atrevería a decir con mucha confianza por mi parte que no se va a regular la profesión del
coaching. Una profesión regulada exige unas determinadas cualificaciones para ser ejercida y tiene un ámbito restringido de ejercicio. [...] El
coaching, si leemos las definiciones, hace referencia a un campo de conocimiento que es propio de la psicología, se analiza y se interviene sobre procesos mentales o procesos psicológicos, si queremos, y conductuales. El conocimiento de los procesos psicológicos y conductuales, su entendimiento, su predicción y la intervención para ser modificados corresponden a la psicología, y en su caso, a la psiquiatría. Yo defiendo que idealmente, aunque no se pueda exigir, el profesional que se ocupa del
coaching debiera, por todo lo que he señalado, ser un psicólogo.
José Miguel Gil asegura que si un paciente presenta patologías es derivado a un psicólogo.
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José Miguel Gil: Respecto al campo de aplicación del
coaching, no se interviene ni a nivel terapéutico, ni a nivel diagnóstico ni a nivel de evaluación. Ni hacemos psicoterapia, ni diagnosticamos ni evaluamos, es más, la directriz es clara en este aspecto: si llega una persona que está en tratamiento psicológico, psiquiátrico o médico, lo ideal es derivarlo. Yo soy psicólogo de formación y lo puedo entender perfectamente. Si llega una persona y detectamos que tiene un comportamiento que se sale de lo que podríamos decir normal, hay que llevarlo a un profesional. Por otro lado, el
coaching bebe de muchas disciplinas y orientaciones filosóficas. Una persona que tiene formación en psicología puede tener una mayor cualificación? Podríamos pensar que sí, pero habrá aspectos en los que es mejor si el psicólogo es
coach y ocasiones en las que no. Hay muchos aspectos en los que no es necesario ser psicólogo. El camino yo creo que sería tratar de definir al máximo cuáles son las competencias de uno y de otro.
Isabel Aranda: En el año 1918 se escribieron los primeros textos de psicología
coach, el
coaching no es algo que se hayan inventado ahora mismo 4 profesionales expertos en deporte, es un área de trabajo para la mejora del rendimiento de las personas. Toda la competencia técnica, conocimiento y toda la tradición de la psicología tienen un valor expreso. Cuando los procesos se llevan por psicólogos
coaches tienen un cambio de más rango, más profundidad y más duración que los procesos llevados a cabo solo por
coaches.
Miguel Santed: Coincido totalmente con Isabel, la psicología no solo se dedica al ámbito sanitario y clínico, tenemos un gran ámbito, el mayor ámbito de intervención con sujetos normales que no son sujetos clínicos o que tienen problemas de tipo sanitario. El
coach que no es psicólogo no puede detectar a alguien para ser derivado porque no dispone del cuerpo de conocimientos necesarios para hacer una derivación adecuada, y por lo tanto, podría estar en presencia de un problema más relevante y no darse cuenta. Por otro lado, el hecho de que existan diferencias individuales, es decir, que una determinada función profesional relacionada, por ejemplo, con la habilidad comunicativa o la empatía, pueda estar más presente en alguien no psicólogo que en un psicólogo, no nos puede servir de base argumental para justificar que los no psicólogos puedan dedicarse a ese campo.
Celeste Amaya: Para nosotros es fundamental que haya una regulación de la formación como
coach que ahora mismo no hay, todas las formaciones son de carácter privado, bastante más laxas en cuanto a criterios. De alguna manera tenemos que, desde el ámbito educativo, regularlo para que sea una profesión que se pueda ejercer en compatibilidad con el trabajo social, con la psicología, con los otros ámbitos de la psicología, sin entrar en un intrusismo del ámbito sanitario.
Luis Picazo: A mí la definición de
coaching que más me gusta es aquella que dice que el
coaching es una relación que se establece entre un profesional llamado
coach y un cliente llamado
coachee, en terminología inglesa, para el logro de resultados extraordinarios. No estamos hablando de salud y de patologías, estamos hablando de una relación donde se plantea un objetivo, que es lo que ilusiona o que le preocupa, para conseguir el resultado que el cliente quiere, y lo define el cliente, no lo define el
coach. Reitero lo que he dicho: el profesional mejor capacitado para el ejercicio del
coaching es el que está formado en psicología. ¿Cuál es la fuente donde bebe el
coaching en cuanto a ejercicio profesional? Pues la psicología humanista, sin perder de vista que también toma elementos importantes de la cognitivo conductual. Y hay tres actitudes fundamentales: la empatía, la aceptación positiva e incondicional y la congruencia. Son actitudes, no conocimientos, y se necesita desarrollar esas competencias.
Psicólogos y coaches en un momento del debate sobre la coexistencia de ambas profesiones.
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¿En los últimos años ha crecido el número de personas que se acredita como coach? ¿Está en auge este tema?
José Miguel Gil: Lleva un año que está en auge, cada vez hay más personas interesadas. Existen 11 competencias profesionales que están claramente delimitadas, entre ellas por la aceptación incondicional, la no directividad, que son principios que desde luego son humanistas. Esas competencias se entrenan y se aprenden. Se puede aprender a sentarse delante de una persona, a no enjuiciarla, a valorarla, a no intervenir de forma directiva orientándola hacia donde nosotros pensamos que podemos llevarla. Eso se entrena, se aprende. El camino está en delimitar claramente, o cuanto más claramente posible las competencias que tenemos. Creo que no se trata de decir que una cosa es mejor que la otra, separemos y definamos claramente qué es lo que hay. Cada vez hay más personas interesadas en incorporar sus competencias, no para ejercer como
coach pero sí para manejarse de otra manera en la vida. Y al final, para mí, la conclusión es muy fácil: si funciona o no funciona, si es útil o no es útil, pues resultados da.
¿Existe comunicación entre ambos cuando se tiene que trasladar de paciente a cliente o viceversa? ¿Fluye la comunicación entre psicólogos y coaches?
Isabel Aranda: El psicólogo tiene dos años de psicodiagnóstico, durante ese tiempo nos estamos formando para poder identificar qué es lo que pasa con una persona. El
coach en principio no, puede tener cierta intuición, pero no la cualificación como para saber. Yo creo que el punto no está en que tú puedas decir si esa persona necesita una derivación a otro tipo de profesional sino en saber si tú tienes la capacidad para poder trabajar con esa persona. Yo creo que la responsabilidad está en el
coach, no en el cliente.
José Miguel Gil: La responsabilidad está en la ética profesional del
coach, y se insiste mucho en eso. Hablando de forma práctica, la verdad es que en muchos casos la barrera es muy fina, porque ¿qué no es comportamiento y qué no es mente?
Isabel Aranda: Y hay casos personales, si exploras webs puedes ver un
coach que sin ninguna formación, ni siquiera de posgrado, te dicen que tratan duelos, ¿cómo es posible esto? También en nosotros creo que hay una responsabilidad muy importante. Un
coach te sirve, es muy útil, pero en estas circunstancias y para estos temas. Estamos utilizando la palabra
coach porque suena mucho mejor hoy que la que puede ser asesor, consultor o terapeuta.
José Miguel Gil: Nuevamente hablamos de marketing. Para ser
coach no hace falta tener ningún curso, te vas a la imprenta, te haces unas tarjetas y ya está... Pero al final lo que da resultado es cómo tú estás trabajando con tu cliente y si perdura o no. Yo llevo 10 años haciendo esto, la cuestión es seguir formándose, seguir actualizándose y las personas que son
coaches continúan formándose y continúan investigando.
¿El principal punto de conflicto entre ambos sectores es el llamado 'life coaching'?
Celeste Amaya: El
life coaching, al estar enfocado precisamente en cuestiones motivacionales o comportamentales que tienen que ver con la vida afectiva de la persona o con las decisiones que tienen que ver con su psicología, pues desde luego son desde el ámbito en el que se solapa con la psicología y en el que tienen que quedar más definidas las competencias. Sí que tiene que estar regulado la formación y quién forma, cómo forma y para qué. No puede haber un batiburrillo de técnicas que se cojan de aquí y de allí y que se apliquen sin estar, por lo menos reguladas a nivel educativo, a nivel formativo, qué técnicas se adquieren para poder ejercer.
Miguel Santed considera que los coaches deben ser psicólogos para poder atender.
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Miguel Santed: Yo también creo que ninguna persona que no se ha formado en el ámbito de la psicología debería de realizar este tipo de
coaching. Yo de hecho recomiendo a los potenciales clientes que quieran hacer uso del servicio de
coaching que se aseguren. Primero, de que son psicólogos y psicólogas. Segundo, que han hecho una formación de
coaching especializada. Y tercero, que su perfil profesional, es decir, actitudes como la empatía, pues la posee ese profesional. Quien vaya a recibir un tipo de
coahcing vital que se asegure de que el profesional que le va a atender cumple con esas tres condiciones y no solo con alguna de ellas.
Luis Picazo: Estamos de acuerdo, pero también quiero decir que yo no acabo de ver el imperativo de la regulación necesaria de la formación. Yo soy más partidario de que los profesionales hagamos valer lo que decimos que valemos. Psicólogos,
coaches, hagamos ver el valor añadido que damos a las empresas y a las personas. Y sí que es cierto lo que dice Miguel, con el
life coahcing hay que ser extremadamente cautelosos, ahí hay una frontera muy líquida entre el objetivo del
coach, que es conseguir resultados, y entrar en terrenos de actitudes, motivaciones, emociones, etc., que es mucho más resbaladizo.
José Miguel Gil, Isabel Aranda, Celeste Amaya, Miguel Santed y Luis Picazo en el plató de Redacción Médica.
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Para hablar del presente y futuro de ambas disciplinas, ¿pueden coexistir sin conflicto?
José Miguel: Parece ser que sin conflicto no podemos existir. Los psicólogos a veces pensamos que es mejor ser psicólogo o a veces que no lo es. Yo abogo por el entendimiento, abogo por la práctica, ética profesional y responsable de los psicólogos. Vamos a sumar, porque lo único a lo que conduce esta controversia es a crear más confusión en el mercado, la gente no sabe en la calle lo que es un
coach, lo que es un psicólogo o cuál es la diferencia. Yo abogo por el respeto, la ética y la profesionalidad. ¿Entendernos? Pues no lo sé.
Isabel Aranda: A mí me gusta aplicar los principios del
coaching, y el principal principio para mí es que el cliente tiene todos los recursos para tomar una decisión. Me gustaría que el mercado pudiera tener la oportunidad de elegir lo que quisiera. La libertad del cliente tiene que estar ahí. Y me parece importantísimo poder trasladar a la sociedad la idea de lo que es un
coach. El
coach no es que me digas lo que tengo que hacer. El
coaching, como decía Luis, parte de sus principios humanistas de que los recursos los tiene el cliente, y entonces yo no soy quién para decirle al cliente ni qué pensar ni qué decir ni qué tomar ni qué hacer. Necesitas estar preparado para poder aportar toda tu energía y toda tu fuerza para la otra persona y eso requiere supervisión periódica. Debería ser requisito que un cliente tenga que ver el certificado de supervisión del
coach, porque es una garantía de que esa persona está haciendo bien
coaching. Esperemos que en el futuro coexistamos los dos.
Miguel Santed: Yo creo que no. El conflicto es evidente, sobre todo en el
life coaching, sobre elque insisto en que ningún profesional debería hacer este tipo de intervención sin ser psicólogo o psiquiatra y los clientes no deberían acudir para este tipo de
coaching a ningún profesional que no sea psicólogo o psiquiatra, además de que esté formado en campos más específicos.
Celeste amaya considera que siempre habrá conflicto con el 'life coaching'.
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Celeste Amaya: En otros tipos de procesos de
coaching pues probablemente podamos coexistir sin ningún tipo de conflicto. En el
life coaching me temo que no. Para el
life coaching es necesario primero ser psicólogo y luego formarse en un posgrado específico. Lo tenemos que decir así, porque si no entramos en esos conflictos de qué técnicas aplicamos, por qué las aplicamos, en qué momentos, qué técnica cogemos de qué ciencia, etc. El
coaching es una profesión que al no estar establecida y regulada, pues no tiene colegio. Nos hace falta un respaldo legal.
Luis Picazo: Yo creo que existe marco dentro de las competencias reservadas para los psicólogos, como la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento. Es verdad que la frontera líquida, en el
life coaching es muy líquida. Pero yo apuesto más por la tarea de divulgar ante la sociedad el valor añadido que significa el profesional de la conducta humana. Y en una sociedad estructurada y desarrollada como es la nuestra está establecido que el que sabe de conductas humanas es el psicólogo. El objetivo no es pelear, es hacer valer la importancia y la bondad de nuestro desempeño profesional como
coaches, esa es la idea, pelear y coexistir sin conflictos. ¿Cómo? Haciendo valer nuestro mayor valor añadido que aportamos a organizaciones, empresas y personas.
Conclusiones al debate sobre el ejercicio profesional de psicólogos y coaches.
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Conclusiones del debate
Isabel Aranda: Yo quería resaltar la idea que ya ha salido un par de veces del hecho de que podamos definir y trasladar muy bien qué es
coaching y qué no es
coaching. Para mí, el hecho de decir a los otros lo que tienes que hacer no es
coaching, trasladar tus patrones de comportamiento a otro no es
coaching. Definir claramente qué es y cómo ejercerlo tiene que ser una prioridad para todos, independientemente de nuestro colectivo. Y otro aspecto es que la formación tiene que ser continua, no puedes hacer un curso de 100 horas, en el mejor de los casos, y ya me he formado de por vida. Es necesaria la formación continua y la supervisión de cómo trabajas para poder asegurar y garantizar que tu trabajo es de la calidad necesaria.
José Miguel Gil: Un
coach ni asesora, ni aconseja, ni interviene ni dirige, ni evalúa ni hace psicoterapia ni diagnostica. Desde Asesco tenemos una formación mínima obligatoria de 140 horas que normalmente son casi 200. Hay que buscar profesionales que estén respaldados por alguna asociación de
coaches profesionales, en este caso la Asociación Española de Coaching fue la primera que se fundó, en el año 2000, porque había que empezar a regular esto. Creo sinceramente que hay espacio para todos los profesionales que sean éticos, responsables y cualificados. Y un título, sea de lo que sea, tampoco cualifica que vaya a dar resultado.
Miguel Santed: Así como en distintos campos del
coaching no habría problema, a mi modo de ver, para que fuese ejercido por no psicólogos, en el
life coaching pienso que quienes ejercen ese tipo de actividad sí deberían ser psicólogos o psiquiatras, además de contar con otras formaciones especializadas de posgrado. No obstante, el modo de caminar es hacer valer el valor añadido que supone para el ejercicio de este desempeño el ser psicólogo.
Celeste Amaya: Voy a hacer referencia a unos datos que sacaba Infocop que dicen que entre el 25 y el 50 por ciento de las personas que consultan para un proceso de
coaching tienen algún tipo de patología. En el ámbito del
life coaching está claro que tenemos algún momento común de intervención, que tenemos en ese caso unos clientes/pacientes comunes, con lo cuál, eso necesita estar mejor regulado.
Luis Picazo: Nuestro reto tiene que ser estar más presente en la conciencia y en el conocimiento de los ciudadanos y de las instituciones de tal modo que seamos capaces de hacer notar y hacer valer nuestra condición de psicólogos
coaches aportando mayor valor, puesto que estamos trabajando con personas. Decía Maturana, que llegó casi a ser Premio Nobel de Biología, que cuando le preguntaron que si para el
coaching había que ser psicólogo, él respondía: "Pues mire, no lo sé. Lo que sí creo que hay que ser es humanólogo".
Primera parte del debate.
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Segunda parte del debate.
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