La vida de
Lucía Martínez cambió radicalmente la mañana del
24 de junio de 2020. Esta Técnica de Cuidados Auxiliares de Enfermería (
TCAE) volvió de trabajar por la noche y, mientras dormía, un
fuerte dolor en las lumbares la despertó de su cama y, en cuestión de minutos,
dejó de sentir las piernas. “Me reventó un vaso sanguíneo y, al coagularse la sangre, lo hizo justo en la zona de la médula espinal, con la mala suerte de que la aplastó y la daño”, ha explicado. Desde ese día, Martínez
quedó en silla de ruedas, pero su mayor preocupación no era su situación, sino
qué ocurriría con aquellos pacientes a los que no podría cuidar más. Pero, lejos de darse por vencida, con esfuerzo y dedicación ha conseguido seguir trabajando en un hospital siendo consciente de sus limitaciones. Y, de cara al futuro, pretende
entrar en la carrera de Medicina, entre otras razones, para poder
investigar sobre las lesiones medulares. “Mi sueño es conseguirlo”, ha afirmado.
La decisión de formarse como TCAE está estrechamente relacionada con lo que le ocurrió a su padre,
quien falleció por un cáncer. “Tuvo un proceso oncológico en el cual yo veía que el personal sanitario es muy importante para los pacientes que están sufriendo”, ha explicado a
Redacción Médica. Esta situación hizo que Martínez soñase cuando era pequeña
dedicarse al sector de la salud, pero, en la adolescencia, no quería estudiar ni hacer Bachillerato, por lo que la idea de
hacer Enfermería o
Medicina le pillaba muy lejos.
Así, cuando terminó la formación secundaria obligatoria, decidió entrar a TCAE y resultó que le “encantó”. “Yo tengo déficit de atención, pero en clase me quedaba con todas las explicaciones a la primera, lo que hizo que sacara muy buenas notas”, se ha sincerado. Tras terminar el grado medio empezó a trabajar, casi inmediatamente, en un hospital, ya que fue el momento en el que
‘estalló’ la pandemia. “
Ejercer junto a médicos y enfermeras fue una experiencia increíble”, ha reconocido.
Ser TCAE y quedarse en silla de ruedas
De hecho, esta última vivencia le ayudó a tomar la decisión de hacer un grado superior para, posteriormente,
entrar a Enfermería. Pero, por desgracia, ese mismo año
se quedó en silla de ruedas y todos sus planes se pararon.
Los meses siguientes a su lesión medular fueron duros. Martínez se centró, principalmente, en r
ecuperar la movilidad de su cuerpo lo “máximo posible” para poder continuar en el hospital y, así,
hacer realidad su meta de convertirse en enfermera. “Recuperé parte de la sensibilidad, pero tengo que ir con la silla de ruedas todo el día. Eso sí,
puedo ponerme de pies y dar pasitos con las muletas, pero no tengo equilibrio y ni logró andar sin ningún apoyo”, ha explicado.
Trabajar en un hospital siendo una persona con discapacidad
A pesar de ser una persona con discapacidad,
Martínez nunca renunció a seguir trabajado. Tras la lesión medular, comenzó a ejercer en una
residencia de ancianos, donde estuvo muy cómoda con sus compañeros y con la dirección del centro. Para, posteriormente,
aceptar una oferta de empleo en el Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid).
La adaptación a su nuevo puesto laboral, al principio, no fue fácil. Comenzó en la consulta de diabetes pediátrica, pero
pesar y medir a los pacientes le costaba “un poco”. Por este motivo, se reunió con Salud Laboral para determinar las funciones que sí podía hacer y, de esta forma,
garantizar un puesto que pudiese desarrollar su labor.
Así, acabó en
Oftalmología Pediátrica, donde actualmente sigue trabajando y está muy “contenta”, ya que puede realizar todas las funciones pertinentes de su puesto a pesar de encontrarse en silla de ruedas. “
No tengo ningún problema. Echo gotas a los pacientes, hago agudezas visuales, autos…Somos cuatro personas en el Servicio y nos ayudamos entre todas”, ha indicado.
Discriminación en el hospital por estar en silla de ruedas
En este sentido,
no siente ningún tipo de discriminación por parte de sus compañeras por su condición. “Tampoco la he notado por parte de trabajadores de otras áreas. De hecho, cuando les cuento alguna de mis preocupaciones sobre este tema, lo que hacen es
animarme y recordarme que merezco el puesto”, ha resaltado orgullosa.
Por parte de los pacientes tampoco ha sentido una discriminación. Según ha explicado, los niños son muy “inocentes” y no se fijan en esas cosas. “Si que es verdad que algún adulto me pregunta que qué hago en silla de ruedas, y cuando les digo que soy así, pues agachan la cabeza. Otros me preguntan lo que me ha ocurrido y, cuando se lo cuento,
me dicen que tengo mucho valor y profesionalidad”, ha subrayado.
Entrar a estudiar Medicina siendo TCAE
En la actualidad, Martínez ha reconocido que esa idea de querer hacer Enfermería la ha descartado. ¿El motivo? Porque al tener que estar moviéndose constantemente por el hospital va a agobiar con la silla de ruedas, tanto a ella misma como a los pacientes. “Ahora mi sueño es otro: quiero
hacer la prueba para mayores de 25 años para entrar a Medicina”, ha afirmado.
Este nuevo objetivo que se ha marcado no es fácil, pero Martínez tiene toda la ilusión necesaria para conseguirlo. Pretende comenzar este recorrido el año que viene y, de esta forma, poder cuanto antes empezar a ayudar a los pacientes desde el punto de vista médico. “
También me gustaría investigar más sobre las lesiones medulares”, ha concluido.
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