Los primeros estudios aproximativos sobre el
covid persistente han estimado que hay más de
200 síntomas diferentes que pueden asociarse con esta nueva patología. El abanico de dolencias va desde la fatiga, el dolor torácico y el deterioro cognitivo hasta la afectación de sistemas completos como el respiratorio, el cardiovascular o el endocrino. Con este panorama cambiante sobre la mesa, el colectivo de psicólogos ha advertido sobre las dificultades para diagnosticar su impacto en
la salud mental debido a su carácter
“intangible”.
El coordinador del área de Salud del Consejo General de Psicología,
Josep Vilajoana, ha explicado a
Redacción Médica que la
ansiedad, la
depresión, el
insomnio o las dificultades de
concentración son algunas de las consecuencias más comunes en el área mental entre los pacientes que arrastran
secuelas del coronavirus meses después de haber superado la infección. Aunque no siempre es fácil detectarlas. “La valoración de los síntomas psicológicos es muy escasa”, ha reconocido.
El especialista ha relatado que mientras algunos síntomas físicos como la fatiga son fácilmente cuantificables con pruebas médicas, las consecuencias psicológicas derivadas tanto del covid persistente como de los estragos de la pandemia exigen una
revisión exhaustiva sobre toda la “historia” del paciente. “Va a ser un trabajo de filigrana, en el que habrá que evaluar caso a caso”, ha apostillado.
Vilajoana ha explicado que la mayor parte de los pacientes presenta síntomas “
leves” que se pueden abordar con trabajo terapéutico, cognitivo y conductual, aunque ha puesto el foco en aquellas personas que ya padecían algún trastorno mental, como el
obsesivo compulsivo, que han empeorado su situación tras la entrada en escena del Covid-19. “Estar sometido a la posibilidad de un contagio hace que
determinadas conductas se exacerben”, ha apuntado.
Abordaje interdisciplinar del covid persistente
Con este contexto sobre la mesa, el portavoz del Consejo de Psicología en materia de covid persistente ha subrayado la necesidad de abordar
de forma interdisciplinar esta nueva patología para que los psicólogos se compenetren con las actuaciones de médicos, enfermeros o farmacéuticos a la hora de identificar la sintomatología. Sin embargo, para este paso creen que es fundamental un refuerzo de sus
profesionales en las áreas de Atención Primaria, lo que permitiría hacer una “discriminación mayor” de los pacientes.Para Vilajoana, este incremento evitaría que buena parte de los problemas de salud mental devengan en consecuencias graves.
Los psicólogos consideran que este refuerzo puede jugar un papel para
acelerar los diagnósticos de los síntomas de carácter mental en el covid persistente y evitar que esta actualización se demore años en el tiempo como ocurrió en otras patologías nuevas como la fibromialgia. Una estrategia que también quieren extender al campo de la investigación
. “El seguimiento nos va a permitir ver qué secuelas permanecen”, ha subrayado.
Su reivindicación llega en un momento en el que el Ministerio de Sanidad continúa investigando el impacto del covid persistente tanto para contar con un
mapa más preciso de síntomas como con mecanismos generalizados para su diagnóstico y tratamiento. La labor permanece ahora en manos del Instituto de
Salud Carlos III, que está dirigiendo la investigación que permitirá orientar a todos los profesionales.
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