Los
trastornos de la conducta alimentaria son trastornos mentales que suelen tener una evolución fluctuante y crónica. En las últimas décadas, han experimentado un importante aumento en España, especialmente los cuadros bulímicos (Bulimia nerviosa y Trastorno por atracón) y los atípicos o subsindrómicos.
Fernando Fernández Aranda, coordinador de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital de Bellvitge, ha abordado esta problemática, que ha experimentado un
“empuje importante” desde el confinamiento, en el V Congreso Nacional de Psicología (CNP2021 Virtual) e
International Symposium on Public Health Psychology, donde ha presentado la ponencia
‘Actualizaciones sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria y su tratamiento Situación actual y Retos Futuros’.
En ella, el psicólogo ha reflexionado sobre la actual situación de este problema, además de establecer los retos a los que se han enfrentan los profesionales. “Si bien no ha aumentado la prevalencia de casos teniendo en cuenta la última década, si hemos visto un empuje importante desde el confinamiento. Es decir, hemos visto un aumento tanto en la
celeridad en casos que estaban más mitigados, como también en la
aparición de casos que anteriormente no tenían un trastorno alimentario y que, a raíz de la falta de actividad, una restricción alimentaria y preocupaciones evidentes emocionales que iban surgiendo durante el confinamiento, ha hecho que aparezca un trastorno alimentario”, ha explicado.
Fernández Aranda ha destacado que este problema ha aparecido de forma más tardía en personas que anteriormente no habían experimentado problemas. “Muchos casos han tenido un inicio más tardío. A los 20, 21 o 22 años, cuando anteriormente no tenían. Esta situación que hemos visto ha desbordado a las unidades porque, desde septiembre y octubre, ha requerido un
mayor esfuerzo de coordinación en cuanto a la situación actual de trastornos alimentarios”, ha apuntado el experto.
"Hemos visto un aumento tanto en la celeridad en casos que estaban más mitigados, como también en la aparición de casos que anteriormente no tenían un trastorno alimentario"
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A este respecto, el investigador subraya que cada vez hay más sinergia entre los países y los distintos grupos, sobre todo en cuanto a la identificación de factores que están implicados, en donde, subraya Fernández Aranda, “claramente” hay
factores genéticos, ambientales, de personalidad y experiencias vividas a lo largo de la vida, sobre todo en la etapa de la adolescencia. “En los resultados incidimos en las conclusiones que se están extrayendo de los distintos abordajes y tratamientos. Básicamente, la importancia de si tratamientos psicológicos y muchas veces tratamientos basados en nuevas tecnologías”, señala.
Retos futuros
Respecto a los tratamientos actuales basados en evidencias, indican la recomendación de utilizar como primera opción, abordajes psicológicos combinados con tratamientos médico-psiquiátricos. Su evolución es incierta y va ligada al subtipo diagnóstico, comorbilidad, soporte familiar y duración del trastorno. Por un lado, están los casos que presentan tendencia a la cronicidad.
“Es importante identificar estos casos y cómo incidir sobre ellos”, señala.
Por otro lado, los casos que tienen que ver con una mayor comorbilidad, es decir, con
trastornos asociados como abuso de sustancias o trastornos de la personalidad, que hacen que la evolución sea más compleja y la respuesta al tratamiento, peor. Están también los casos que presentan una
mayor dificultad para regular emociones, en los que las estrategias adicionales al tratamiento se hacen necesarias.
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