A veces los sueños se cumplen. Laura García Bermejo es un vivo ejemplo de ello, después de llevar más de dos décadas como investigadora en uno de los centros que mayor número de líderes mundiales científicos concentra bajo su techo, el
Hospital Ramón y Cajal y formar parte, además, de una de las joyas de la corona como es el
Instituto de Investigación Sanitaria (Irycis).
Los años de experiencia como líder de un equipo tan diverso como singular le han hecho convertirse en toda una experta en detectar lo que ella denomina
'chivatos' moleculares. Microrreguladores que alertan sobre un posible riesgo de padecer
cáncer de páncreas o
problemas cardiovasculares adicionales tras un infarto de miocardio. Incluso pueden llegar a actuar como diana a la hora de bloquear la
fibrosis ligada a una patología tan silenciosa y carente de terapia como es la enfermedad renal crónica, para evitar que sea demasiado tarde.
Ella, no obstante, sigue soñando en grande y ya imagina cómo será esa herramienta 'marca de la casa', capaz de reducir la
severidad del ictus que verá la luz próximamente o la embajada que tendrá el Irycis en el planeta Marte tal y como proyectaba en esta entrevista para el pódcast '
Líderes Sanitarias'.
Hace ya 21 años que cruzaba por primera vez las puertas del hospital Ramón y Cajal gracias a un contrato Miguel Servet.¿Qué cimas ha conquistado este centro desde entonces y cuáles dirían que llevan su nombre como promotora?
Hace 21 años conocería al que sería mi primer mentor aquí en el hospital, el doctor Francisco Malpaso, ya fallecido. ¿Qué cimas he conquistado? Yo diría que cumplir un sueño que desde muy jovencita tenía. Me quería dedicar a la investigación y poder haber estado en el Ramón y Cajal, tener la oportunidad de formar un grupo de investigación pequeñito, tener proyectos de investigación, dirigir tesis doctorales y aportar resultados a la ciencia, me parece una cima ya subida. Cuando yo veía a mi director de tesis con escasos 22 años hacer exactamente esto, me parecía un Himalaya. Y si en algún momento podía ascender, iba a ser tremendamente grande para mí. Y bueno, el Ramón y Cajal me dio esa oportunidad.
¿Y cómo ha cambiado el propio hospital? Empezando por su estructura y siguiendo por esa lista de logros que ha conquistado en sí la institución...
Pues con la perspectiva de 21 años sí que ha cambiado. Ha cambiado para mejor, sin ninguna duda. Desde un punto de vista asistencial, manteniendo la excelencia en el abordaje y el manejo de pacientes que siempre esta institución ha exhibido y aumentándola. No en vano, muchos de los grandes jefes de Servicio que tenemos hoy en día en el Hospital Ramón y Cajal son reconocidos líderes mundiales de las patologías que abordan. Y en cuanto a investigación, que es la parte que más conozco, desde luego el Ramón y Cajal hoy en día es un Instituto de Investigación Sanitaria consolidado y acreditado por el Instituto de Salud Carlos III. Y además es un centro de excelencia, no sólo en sus resultados científicos y en cuanto a números, que son francamente extraordinarios, sino en excelencia humana. Yo siempre digo que hay líderes excelentes en investigación y asistencia en esta institución pero también una excelencia humana tremendamente palpable. Eres capaz de encontrarte en esos mismos pasillos con estos grandes líderes, sin demasiadas interferencias de por medio, hablarles de tú a tú, engancharlos para proyectos de investigación, tener su liderazgo, su ilusión... Eso sí que es algo que lleva el sello Ramón y Cajal.
Además de ese rigor y de esa humanidad, ¿qué otros aspectos definen este centro?
Es una institución muy diversa y muy singular. Ahora que estamos todos muy preocupados por la pérdida de biodiversidad en los grandes bosques, como por ejemplo el Amazonas o la pérdida de biodiversidad en las especies animales, creo que Ramón y Cajal es un entorno en el que todo el mundo es muy bienvenido. Cualquier tema de investigación importante se trata con el rigor y la necesidad que es necesario. Somos un instituto muy diverso en sus áreas de investigación. No en vano tenemos seis áreas de investigación con 42 grupos de temáticas muy diversas. Esa diversidad es una fortaleza para adaptarse a la competitividad de la Ciencia y además nos hace singulares. Y si atendemos a lo que ya en 1800 el gran investigador Darwin nos ponía encima de la mesa, 'adaptarse o morir', pues realmente creo que somos un instituto muy adaptado para seguir muy vivos en la investigación global que se hace en este planeta. Y cuidado que estamos ya llegando a Marte y puede que el Irycis dentro de poco ponga ya una pequeña embajada.
Mencionaba esa preocupación por la sostenibilidad. ¿Cómo se garantiza desde el puesto de mando?
Hay que hacer encaje de bolillos. Desgraciada y afortunadamente la investigación, que parece una actividad muy altruista, necesita financiación. Y esto es una verdad absoluta, tanto para los Recursos Humanos que la llevan a cabo, como los reactivos y los equipamientos, de tal manera que esa sostenibilidad tratamos de asegurarla siendo proactivos y viendo cómo colocar, en el buen sentido de la palabra, todas y cada una de las líneas de investigación de este instituto en contextos de financiación. Ya sea en financiación pública que todos conocemos -y ahí reconocimiento y agradecimiento a los grandes financiadores de los institutos de investigación sanitaria como es el Instituto de Salud Carlos III y los Ministerios de Ciencia y de Sanidad-, como en otros entornos de financiación privada. Estamos muy abiertos y somos muy proactivos en colaboración público-privada. Y, por supuesto, lo comentábamos antes con ese pequeño símil de viajar a Marte, que no se nos olvide la financiación europea y la financiación global.
"Con la investigación queremos dar respuesta a esas necesidades y esa respuesta se da con sostenibilidad y financiación"
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En ese puesto de mando que tú comentas, en el que no estoy yo sola sino que somos un gran grupo de personas en dirección de fundación, en dirección de instituto, en los comités asesores de la dirección -como es la Comisión de Investigación y el Comité Científico Externo- estamos permanentemente vigilando hacia dónde van las investigaciones en el futuro y hacia dónde van esos marcos de financiación, de tal manera que podamos asegurar con sostenibilidad todas aquellas ideas fantásticas que en este instituto surgen de la necesidad clínica. Nuestros líderes asistenciales, que son nuestros grandes líderes de investigación, nos traen preguntas científicas y necesidades clínicas. Con la investigación queremos dar respuesta a esas necesidades y esa respuesta se da con sostenibilidad y financiación.
¿Cuáles serían entonces, dentro de esa labor que hace todo el instituto de manera conjunta, los focos a los que se dirige la labor investigadora dentro y fuera de las puertas del edificio?
Quizá las nuevas áreas del instituto que hemos constituido en la planificación estratégica 2021-2025, el Plan Atenea, pueden, de alguna manera, dar idea de dónde están las fortalezas y los focos de una institución como el Ramón y Cajal. Tenemos un área 1 de neurociencias, órganos de los sentidos y salud mental. Esa es una de las áreas más potentes en esta institución y que queremos reforzar, habiendo introducido en esta última planificación estratégica la salud mental, que es una de las prioridades de esta nueva década. Un área 2, indiscutible en su fortaleza y en ser bandera de Ramón y Cajal, como es Microbiología e infección. Ahí tenemos grandes grupos que son tradicionales y referentes a nivel mundial. Un área 3 que es un monográfico de cáncer como nueva apuesta del centro. La estamos construyendo con dos nuevos directores de área muy comprometidos. A nadie se le escapa que el cáncer es una de las patologías centrales de la sociedad actual.
Un área 4 de herramientas para la Medicina avanzada, donde está, por ejemplo, mi propio grupo de investigación y donde lo que queremos es ofrecer soluciones a esos grandes clínicos para que puedan abordar de forma más eficiente las patologías. Un área 5, que es el ojo derecho de la institución, con patologías de sistemas, patologías crónicas y la investigación en cirugía. Este es el área que integra los servicios clínicos de la institución y por el que pasan miles de pacientes todos los días. Y un área 6, nueva también, en Epidemiología y en Salud Pública. Creo que la pandemia de los últimos dos años nos ha puesto de manifiesto la importancia que tiene esa vigilancia y ese cuidado, y muchas veces en la sombra. Es una de las áreas que esperamos que tenga más impacto en la investigación global de la entidad. Imagino que esto ya te da un poco de idea de por dónde vamos. Pero también te digo, esto es una planificación a día de hoy con una ventana 2021-2025. Lo que demuestra el instituto cada día es que estamos preparados para afrontar cualquier gran reto de salud que se nos plantee. Y aquí mi reconocimiento como directora científica a todos los 1200 investigadores que trabajan cada día para ello.
Para coordinar a esos 1200 investigadores que comentaba, cuenta con una formación específica en dirección de instituciones de investigación, innovación y transferencia tecnológica. ¿Cree que es necesario contar con estudios así a la hora de dirigir organismos de este calibre?
Para una posición de dirección como esta te faltan herramientas y desarrollas casi una diferente todos los días. Porque enfrentas una diversidad de situaciones alta. Nunca viene de más. Y es verdad que es un máster que realicé cuando era subdirectora de la institución y sin conocer que, posteriormente, unos meses más tarde, iba a tener la responsabilidad y el honor de ser la directora científica. Fue un máster que desde luego pone en perspectiva la complejidad que tienen estas posiciones. Compartíamos experiencias personas que accedían a posiciones de liderazgo desde perspectivas muy, muy diversas y sin haber esperado que dichas posiciones vendrían a su vida. Pero, desde luego, cuando te eran planteadas decías un 'sí' decidido porque creías que era una manera de aportar a la institución que te había visto crecer. Al menos así me lo planteé yo, con lo cual no estuvo de más realizar esa formación especializada. Si bien es verdad que, como todo en la vida, los estudios deben ser complementados por el abordaje de cada una de las situaciones complicadas que se dan todos los días. Como investigadora no dejo de aprender y como directora, muchísimo menos.
"Estamos preparados para afrontar cualquier gran reto de salud que se nos plantee"
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Volviendo a todo ese entramado y al potencial científico, adelantaba que es responsable de un grupo de investigación traslacional, concretamente el de biomarcadores y dianas terapéuticas. En este grupo se trabaja en líneas tan prometedoras como el uso de microRNA como biomarcadores de diagnóstico en cáncer de páncreas. ¿Cómo puede cambiar esto la detección de este tipo de cáncer?
Somos nueve o diez personas, dependiendo de las posibilidades económicas que tenemos, con perfiles de investigador más básico y transnacional: biólogos celulares, genéticos, bioquímicos, etc. pero también estamos incluyendo a perfiles clínicos. Lo que hacemos es poner nuestro conocimiento y nuestras técnicas al servicio de la búsqueda de respuestas a preguntas clínicas complicadas. Mencionabas el cáncer de páncreas, que, como bien sabrás, es uno de los cánceres más mortales a día de hoy y que está escalando posiciones en mal pronóstico en esta década. No en vano, se prevee que para el año 2030 sea, junto con el cáncer de pulmón, uno de los más mortales por dos características principales. Uno, porque se diagnostica muy tarde. Es un cáncer muy silente que no da síntomas claros y que los síntomas que da son muy confundibles con muchas otras cosas: un dolor de espalda, unos problemas digestivos, un cansancio, diabetes con la que se debuta de no muy claro origen. Y segundo, no tiene abordajes terapéuticos personalizados, como sí han explosionado en otros tipos de cánceres en los últimos años, como puede ser en cáncer de mama o en cáncer de pulmón. Si pones estos dos hechos juntos, el pronóstico es francamente desolador.
¿Qué hacemos en el grupo? Pues con estos microRNAs y otras pequeñas moléculas, tratar de posicionarnos en diagnóstico precoz e incluso como identificación de población en riesgo para este cáncer de páncreas. Tenemos un programa pionero desde hace ya muchos años que instauró el anterior jefe de Servicio para identificar personas en riesgo de cáncer de páncreas, por ejemplo, personas con una familia en la que se ha dado ya un caso de cáncer de páncreas. O en familias con casos en otro tipo de cáncer pero en las que se descubren mutaciones que te dan un alto riesgo de generarlo en el páncreas. Estamos trabajando en microRNAs, en mutaciones de genes, como un arsenal de herramientas que puedan identificar lo antes posible a esa población, o bien población que tiene una alta predisposición, para seguirla mucho más de cerca. Y en cuanto aparezca el cáncer, intervenir o bien, en aquellos en los cuales no dan síntomas, pero claramente se detecta que hay un problema.
Estos micro reguladores también son utilizados como biomarcadores en otras patologías, como la insuficiencia cardíaca y en mecanismos de remodelado cardíaco. Explíquenos por favor este proceso, ¿qué repercusiones prácticas podría tener en las consultas?
Esto es un trabajo que desarrollamos hace unos años con el Servicio de Cardiología que todavía está en marcha. Realmente como yo les llamo a estos microRNAs son chivatos moleculares y espero que nadie de los expertos de microRNAs que me escuche se moleste por ello. Lo que nos están dando son señales de que algo a nivel celular y a nivel orgánico no varía en el caso de patología cardiaca. Y los estudios que hemos realizado, lo que ponían de manifiesto es que, tras un infarto de miocardio -desde luego el Servicio de Cardiología de Ramón y Cajal está más que preparado para hacer superar a cualquiera que tenga un infarto de miocardio en un porcentaje alto- puede haber complicaciones a largo plazo, que, de nuevo pueden ser silentes y que, tras unos años, pueden volver a dar la cara con un evento cardiovascular muy severo, en el que incluso la vida del paciente esté comprometida.
Esos chivatos moleculares nos van diciendo "Cuidado, que el infarto de miocardio se ha superado, pero puede haber problemas a nivel anatómico y a nivel funcional del corazón que, dentro de poco de tiempo, puedan dar lugar a un evento cardiovascular más complicado". Muchas veces esto es porque el músculo cardíaco reacciona a ese primer infarto remodelandose, adaptándose a ese problema isquémico que ha habido anterior. Y esa adaptación y ese remodelado no son favorables, de tal manera que el músculo trata de recuperarse, pero no trata de recuperarse con una funcionalidad del cien por cien. Y esto es lo que da eventos cardiovasculares más severos con posterioridad. Creemos que los microRNAs, como otras moléculas, pueden ser indicadores de que este remodelado no ha sido correcto y podemos tener problemas.
El equipo, además, ha comprobado que estos microRNAs también son capaces de bloquear la fibrosis renal. ¿Esto es válido para todos los pacientes?
Me estás preguntando ahora mismo por uno de los trayectos estrellas del laboratorio y en lo que estamos ahora mismo trabajando. En modelos animales tenemos identificado un microRNAs que potencialmente puede ser una de las dianas de intervención para bloquear la fibrosis que realmente hay subyacente a una enfermedad renal crónica y todos podemos reconocer porque, en sus estadíos finales, requiere un trasplante renal o una hemodiálisis. De nuevo, es una enfermedad silente que apenas da señales. De repente, una tensión arterial que no acaba de controlarse, una anemia del paciente...Y en el despistaje se decide hacer una biopsia renal y se descubre que hay una enfermedad renal crónica, que a día de hoy no tiene terapia. Lo único que se puede hacer es tratar de paliar estos síntomas. En mi laboratorio, durante esos 21 años que hace que atravesé esta puerta, hemos trabajado en enfermedades renales y tenemos identificado un microRNAs que hemos visto que se asocia a la progresión de esa enfermedad renal, de esa fibrosis.
Los experimentos en células nos indican que sobrexpresar este micro RNA, subirle, tener más cantidad, puede ser beneficioso y bloquea esa fibrosis. Ahora estamos probando modelos animales, estamos terminando la preclínica para ver si esa expresión podría bloquear -que no revertir porque eso ya sería desde luego un grandísimo logro- esa fibrosis renal. Los primeros resultados indican que no vamos por mal camino. Si estas células ya terminadas y estos modelos animales nos indicasen eso, desde luego que saltaremos a un ensayo clínico para el que esta entidad está francamente preparada. El Irycis es uno de los institutos que está acreditado para Fase I y comenzaríamos directamente a llevar este modulador de microRNAs a ensayos clínicos. Ojalá podamos contribuir a que esas fibrosis renales puedan bloquearse y extender el número de años en que los pacientes puedan evitar o esa hemodiálisis o ese trasplante.
La enfermedad crónica renal, de hecho, ha estado siempre muy presente en sus investigaciones, tanto que ha traído consigo varias patentes propias. En concreto, ¿qué cambios supondría obtener un tratamiento eficaz a partir de estas búsquedas respecto a las terapias ya existentes?
Fíjate que a veces nos cuesta dimensionar, pero, desde luego, el coste personal de una hemodiálisis es alto. Los pacientes tienen que acudir al hospital tres veces a la semana, la perspectiva de supervivencia no llega a los cinco años y el entrar en un trasplante renal supone, primero, encontrar un órgano compatible, segundo, no rechazarlo y tercero, estar con tratamientos de inmunosupresión por el resto de la vida. Además tienen un cierto riesgo de desarrollar algunos cánceres, porque bien sabes que el sistema inmune está permanentemente luchando con estos pequeños tumores que aparecen, pero los mantienea raya.Tumores por el propio envejecimiento del organismo. El poder adelantarnos a la intervención y suministrar moduladores de microRNAs en etapas tempranas de esta enfermedad renal crónica para no llegar a esas etapas finales y además poder administrar estos moduladores con un efecto infinitamente menos costoso para la salud y para la propia vida del paciente en comparación con un trasplante o una hemodiálisis, ya serían ventajas infinitas.
De hecho, moduladores de estos microRNAs ya se están usando en clínica. Hubo un trabajo que fue crítico en el año 2013, publicado en una de las mejores revistas de investigación en Medicina, que probaba como un modulador de un microRNA podía bloquear la infección por virus C en hígado. Y esto era una inyección intramuscular. Imaginaos si pudiéramos tratar esta enfermedad renal crónica y fibrosis, que ahora tiene o diálisis o trasplante, con una inyección intramuscular de un modulador de microRNAs. No sé si lo veremos. Desde luego mi grupo está luchando por ello. Ya simplemente escuchar estas palabras te puede hacer visualizar cómo cambiaría la calidad de los pacientes y la práctica clínica. Insisto, estamos todavía en fase pre clínica, pero poder cerrar los ojos y visualizar esta imagen es muy potente.
"Imaginaos si pudiéramos tratar esta enfermedad renal crónica y fibrosis, que ahora tiene o diálisis o trasplante, con una inyección intramuscular de un modulador de microRNAs."
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Otro de los trabajos subrayados en su agenda es la búsqueda de mecanismos de polarización de macrófagos en nefropatías frecuentes y también en el cáncer colorrectal. ¿Qué tienen en común estas patologías para optar por dicha investigación en todas ellas?
Has dicho la palabra. Tienen en común el macrófago, que es una célula tremendamente interesante del sistema inmune. No en vano es una de nuestras primeras barreras con las que luchamos ante agentes externos infecciosos, tumores y otros problemas del organismo. Esto es lo que tienen en común. Si algo enseña la Biología es que esta célula es tremendamente inteligente y pone a funcionar todos sus mecanismos para lo que sea necesario. A veces la definiría como un gran ministro de Economía que no gasta la energía que no tiene y, la que tiene, la utiliza para cosas importantes. ¿Qué quiere decir esto? Que un macrófago que teóricamente está diseñado para luchar contra agentes infecciosos, utiliza esas mismas armas para luchar contra tumores o contra patologías raras renales. Por eso digo que la célula utiliza esas herramientas que puede para luchar contra aquello que decide que no es correcto en el organismo y pocas veces se equivoca.
También está centrada en el uso de aptámeros, es decir, moléculas de ADN de cadena sencilla que reconocen blancos concretos con facilidad. Por ahora, su intención es aplicarlos al cáncer de pulmón o al cáncer de mama. ¿Hasta qué punto será posible afinar los tratamientos?
Me preguntas por una de las joyas de la corona que tenemos en el Ramón y Cajal. Tenemos un grupo, que es referencia a nivel internacional, de generación y caracterización de aptámeros liderado por el doctor Víctor González Muñoz y la doctora María Elena Martín Palma. Este es uno de nuestros casos de éxito, porque si bien te comentaba lo que estábamos intentando hacer con los microRNAs, precisamente un áptamero, ApTOLL, que se caracterizó en esta casa, está ahora mismo en fase II de ensayo clínico. Cada vez que tenemos que mostrar al mundo un caso de éxito de cómo una herramienta diseñada, pensada y caracterizada en esta casa está alcanzando la práctica clínica, ponemos precisamente un aptámero y le decimos al doctor González Muñoz Víctor "Por favor, cuéntalo". Este áptamero se desarrolló para ictus, isquemia cerebral.
Entonces, esta molécula reconoce un receptor que tienen células del sistema inmune, incluidos también macrófagos - el Tlr4- y modula la actividad. Se ha visto que tiene beneficio en los pacientes de ictus. Reduce esa zona de penumbra después del accidente cerebrovascular que determina cuál va a ser la extensión y la gravedad de ese ictus isquémico. Insisto, ya está en fase II. Nuestra institución, como no podía ser de otra manera, está participando en este ensayo clínico y si los resultados acompañan, y desde luego hasta ahora son espectaculares, pasará a Fase III y estaremos tremendamente orgullosos de que se ha puesto en el mercado una herramienta que reduce la severidad del ictus, generada y caracterizada en esta casa. Creo que me vesla cara de satisfacción que se me pone al comentarlo.
Teniendo en cuenta también su posición como codirectora de la Plataforma de Biomarcadores de la Institución Europea de Investigación Traslacional Avanzada, ¿cómo cree que los biomarcadores ayudarían a mejorar la asistencia y apostar por la Medicina personalizada?
Deberían ser nuestro libro de cabecera. Y esto, además, es algo a lo que nos enfrentamos también como país. Estamos en la era de la Medicina personalizada, de que tú y yo no seamos tratados, a pesar de tener quizás la misma enfermedad, de la misma manera, porque tus cualidades como organismo y las mías no son iguales. Esa Medicina personalizada no se puede hacer si no tenemos biomarcadores que marquen las diferencias entre tú y yo. Eso es un biomarcador. Tú tiene unas características moleculares y unas características genéticas que yo no tengo. Ya tenemos el conocimiento para hacerlo, pero necesitamos que se pongan en la práctica clínica. Aquí hay un problema de sostenibilidad. Desde luego que hacer biomarcadores con un NGS, una secuenciación masiva u otros abordajes es caro. Pero, ¿cuánto vale una vida humana? ¿Cuánto vale que nos puedan extender unos cuantos años la calidad de vida? Sólo si tenemos disponibles biomarcadores para hacer en la práctica clínica, porque los biomarcadores ya están a nivel de investigación, podremos hacer una Medicina personalizada y de precisión real.
¿Y qué ritmo mantiene España en esta carrera respecto al resto de países?
Estamos en primera línea de playa. Nos rodeamos con grandes países porque somos muy buenos haciendo investigación en biomarcadores y muchas otras cosas. Lo que a veces falta en este país y se detecta, es que esas investigaciones de calado, que pueden cambiar la práctica clínica, realmente se lleven y se implementen en la práctica clínica diaria. Esto es en lo que otros países sí que nos llevan ventaja.
Otro aspecto en el que quizá también nos llevan ventaja a países vecinos son las condiciones laborales del personal investigador. ¿Qué cree que debería modificarse aún más y qué modelo sería el ideal para la ciencia española?
Hay que reconocer los grandes esfuerzos que el país está haciendo en los últimos años por profesionalizar la ciencia. Creo que esa es la clave. La ciencia y la investigación son una profesión tan importante como cualquier otra a nivel nacional y a nivel internacional. Y esa importancia debe reconocerse en las posiciones de trabajo que hay disponibles y a nivel de méritos y económico, más allá de un reconocimiento por parte de la sociedad como una profesión altruista. Nosotros tenemos aquí cálculos en el Instituto que dicen que, por cada euro que invertimos en investigación e innovación, rendimos diez. Si esto lo coge un empresario y hace cuentas, yo creo que le salen, ¿no? Si realmente profesionalizamos la profesión de investigador, valga la redundancia, tendremos a investigadores bien reconocidos, bien pagados y a investigadores que contribuirán al sistema productivo de este país de forma abierta, conviviendo con otras profesiones que hacen exactamente lo mismo.
Es, además, la primera mujer en dirigir esta institución con casi 15 años de antigüedad. ¿Cree que las cosas están cambiando, que habrá más mujeres en su puesto?
Sí, sí. Y además eso lo digo con convencimiento. De hecho, cuando yo me incorporé a la dirección del instituto, éramos cuatro o cinco directoras de institutos de investigación sanitaria y a día de hoy, más del 30 por ciento de los institutos tienen una mujer como directora. Somos actualmente 35 institutos acreditados y creo que hay diez mujeres como directoras. Esto está poniendo de manifiesto que las mujeres están ascendiendo o están accediendo a posiciones de dirección sin ningún problema, sin ningún complejo, y, además, abiertamente aceptadas por nuestros colíderes masculinos. Los liderazgos masculinos y femeninos son diferentes porque biológicamente somos diferentes, pero somos absolutamente compatibles y además nos enriquecemos los unos a los otros.
Aquella Laura de 18 años que entró a la Facultad de Biología y de Genética tenía una vocación muy clara desde pequeña. Volviendo al presente, sin salir de la Universidad de Alcalá, que es la universidad que le vio formarse, ¿qué huella intenta dejar en sus alumnos como profesora?
Intento dejarles básicamente dos cosas como investigadora. Curiosidad, la primera. Trato de motivarles para que sean personas curiosas. Esto es uno de los grandes requerimientos que tiene la Ciencia. Si no tienes curiosidad, no investigas. Si no hay algo que te llame la atención, que no te acaba de cuadrar en la cabeza, no te pones a investigarlo. Eso te lleva a generar hipótesis y a hacer experimentos para probarlo. Y segundo, esto requiere mucho esfuerzo y mucha ilusión. La vida del científico no es sencilla y si no tienes muy claro desde el principio que a esto hay que echarle horas y esfuerzo, y hay que ponerle ilusión, porque a veces los experimentos no salen y dan ganas de abandonar, no llegamos a ningún sitio.
Después de formarse en instituciones como la Universidad de Pennsylvania y el Cancer Institute de Nueva York, ¿qué aspectos de su modelo investigador cree que encajarían aquí en el nuestro?
Una estancia postdoctoral o predoctoral, un paseo por el mundo, es algo claramente indicado en la carrera de un científico. Es prácticamente necesario. El conocimiento se genera con hipótesis que no entienden de nacionalidades y con experimentos que deben probar que esto es reproducible en cualquier punto del del planeta. Además, ver cómo otros investigadores, con otras trayectorias y con otras singularidades por país, abordan los problemas es algo muy enriquecedor. Muchas veces el abordar los problemas siempre de la misma manera, reduce bastante el conocimiento que generas. Cuando tú ves que ese mismo problema científico, en otro país, lo abordan de otra manera y son igualmente eficaces, abres tu mente para que el próximo abordaje científico incluya lo que has aprendido. Esto enriquece muchísimo al sistema, te enriquece a ti como investigador y tu mente desde luego se expande.
"A veces definiría al macrófago como un gran ministro de Economía que no gasta la energía que no tiene y, la que tiene, la utiliza para cosas importantes"
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Si bien España tiene unos excelentes centros de investigación y ya no es necesario, como hace 25 años cuando yo me fui, irse al extranjero para tener tecnologías accesibles o tener conocimiento que no teníamos en aquel momento, yo sí que lo considero muy necesario para que tu mente de científico se enriquezca al máximo. También salir al extranjero te hace valorar las buenas cosas que se hacen en tu país. Como todo en la vida, es cuestión de balance y somos muy imaginativos. Y esto es algo que, como investigador español, cuando sales fuera, es tremendamente valorado. La imaginación que le ponemos a todo, la iniciativa que tenemos para abordar problemas con pocos medios y la gran formación teórica que en este país adquirimos.
Y ya para terminar, Laura, ¿a qué retos se enfrentan las nuevas generaciones de investigadores? ¿Qué cambios sustanciales se han producido desde que usted entra por primera vez en un laboratorio?
Una cosa que ha cambiado bastante, y que es un reto pero también una gran oportunidad, es la accesibilidad a datos y tecnologías. Es un reto porque a veces es difícil manejar toda la información que tenemos y a la que podemos acceder. Es fácil dispersarse, perderse y no filtrar la información que es adecuada. Y además, en Ciencia esto es muy importante, la información que es precisa y veraz para hacer tu investigación. Pero es una oportunidad porque, aquello a lo que no accedimos anteriormente y se estaba velado por conocimiento, ahora es claramente transparente para las nuevas oportunidades.
Y desde un punto de vista tecnológico, ahora tenemos un desarrollo brutal respecto al que teníamos antes. Esto, de nuevo, vuelve a ser un reto y una oportunidad. ¿Por qué? Porque ahora pensamos que una tecnología lo resuelve todo y no. Una tecnología te vuelve a dar datos que tú, con tu mente de científico, tienes que interpretar. Pero es una oportunidad. Las tecnologías cada vez son más precisas, cada vez son más potentes y cada vez llegamos más profundo. Un reto que es una oportunidad que tienen las nuevas generaciones y muy probablemente mis mentores. A mí me lo decían hace 20 años. Hay que tratar de adquirir esa vista de helicóptero que te dan los años, cuando eres capaz de separarte un poquito de los datos, verlos desde arriba y tratar de integrarlos, porque en el fondo una solución para un paciente es una visión integradora de todos los datos que has generado.
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