Elizabeth Clapés, terapeuta de pareja y sexóloga y coordinadora del
Máster en sexología clínica y terapia de pareja de AMIR asegura que “el sistema educativo actual informa sobre la sexualidad desde un punto de vista
meramente reproductivo, haciendo que los jóvenes recurran a fuentes poco fiables para resolver las dudas que les surgen más allá de las enfermedades de transmisión sexual o la anatomía del aparato reproductor, que es prácticamente lo único que se les enseña en los centros educativos”. ¿Con qué se encuentran entonces? Con la
pornografía, que distorsiona gravemente la imagen real de la sexualidad, indica la terapeuta
Según Clapés, la pornografía presenta el sexo como algo que sucede en torno a la penetración y a la eyaculación masculina, provocando el máximo placer a ambas partes y sin tener en cuenta la necesidad de llevar a cabo una
adecuada excitación o estimulación previas. "La visión falocéntrica del porno hace que muchas mujeres sientan que no pueden disfrutar de las relaciones sexuales por no ser capaces de llegar al orgasmo únicamente por penetración, a la vez que deposita toda la responsabilidad del encuentro sexual sobre los hombres y su pene, provocando ansiedad y malestar a muchos de ellos", sostiene la terapeuta.
La idea preconcebida de que la mujer debe poder ser penetrada en cualquier momento y
sin el requerimiento de una adecuada estimulación, hace sentir como “raras” y “estropeadas” a aquellas que no consiguen la penetración o que la consiguen, pero con dolor, sintiéndose culpables y poco competentes o “funcionales”. Por otro lado, continúa, la pornografía muestra al hombre como alguien que debe estar siempre predispuesto a las relaciones sexuales, omitiendo que también existen una multitud de factores que pueden alterar su erección o eyaculación.
La realidad es que el sexo no tiene por qué girar en torno al pene, que gran parte de las mujeres no alcanzan el orgasmo únicamente por penetración y que es necesario un adecuado proceso de excitación y estimulación previo a la misma para que no sea dolorosa. Es así como la desinformación lleva a la información incorrecta y acaba generando unas expectativas erróneas sobre el sexo que desembocan en insatisfacción o, incluso, en disfunciones.
Dolor durante las relaciones sexuales
Entonces surge la pregunta,
¿qué dificultades son las más habituales en las relaciones sexuales? Para ello la terapeuta sexual asegura que existen afecciones que explican el dolor durante las relaciones sexuales en mujeres, como la
dispareunia y el
vaginismo. La dispareunia es el dolor psexersistente o recurrente antes, durante o después de las relaciones sexuales y el vaginismo es la imposibilidad o dificultad de conseguir la penetración (de dedos, tampones, pene…) por la contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina.
"Los trastornos de dolor inciden negativamente en la satisfacción y el deseo sexual, ¿Por qué? Porque el dolor genera aversión: el cuerpo evitará exponerse a una situación que percibe como dolorosa. Por este motivo, no se debe forzar la penetración, sino que debemos acudir a un especialista que valore la situación y el tratamiento más adecuado acorde a ella", matiza.
Por otro lado, en hombres, indica
Elizabeth Clapés, se suelen encontrar
dificultades relacionadas con la eyaculación y la erección, existiendo la eyaculación precoz, retardada e inhibida y la disfunción eréctil. Estas alteraciones suelen ir asociadas a la ansiedad que acompaña a los hombres por la presión que se ejerce sobre ellos al esperar que siempre estén dispuestos y preparados para llevar a cabo una penetración, tachando de débiles o poco varoniles a aquellos que no encajan en este estereotipo a la perfección y afectando gravemente a su autoestima y autoconcepto.
Las disfunciones sexuales suelen requerir la ayuda de un
psicólogo especializado en sexología y, en algunas ocasiones, también la de un
fisioterapeuta especializado en suelo pélvico, pero debe acudirse al médico previa o simultáneamente para descartar que la causa de estas sea de carácter físico. "Por lo tanto, se podría decir que lo mejor en estos casos es un abordaje multidisciplinar", defiende.
"Estos profesionales necesitan una formación específica dirigida a los profesionales de la psicología y que actualmente encuentran en formación de postgrado como la que ofrece AMIR con su Máster en sexología clínica y terapia de pareja la mejor forma de dotarse de los conocimientos necesarios para la adecuada detección y acompañamiento en las disfunciones sexuales y problemáticas en el ámbito de la pareja", matiza la terapeuta.
En este sentido, destaca que, para evitar dificultades e insatisfacción en el ámbito sexual, es fundamental la aplicación de "una adecuada y completa educación sexual en las escuelas que proporcione a los más jóvenes información verídica y realista". De esta manera, sentencia, se evitará que recurran a fuentes de información poco fiables que acaben
distorsionando su idea sobre la sexualidad.
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