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Seguimiento emocional del paciente oncológico mediante la historia clínica

Sanidad lanza una guía con recomendaciones para mejorar la atención psicológica en el tratamiento del cáncer

Una mujer durante la prueba de cáncer de mama.

11 nov 2024. 18.50H
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La brecha emocional que genera un diagnóstico oncológico obliga a ampliar la asistencia prestada a estos pacientes desde el prisma psicológico. Es por ello que, una vez realizado el cribado correspondiente mediante el uso conjunto del Termómetro de distrés (TD) y la Escala hospitalaria de Ansiedad y depresión (HADS), el malestar detectado debe figurar en la historia clínica electrónica de cara a monitorizar el estado emocional del colectivo, independientemente de la edad, a lo largo de todo el proceso, tal y como recoge el documento de mejora de la Atención Psicológica al Cáncer en el Sistema Nacional de Salud publicado por el Ministerio de Sanidad.

En concreto, la guía, nacida del consenso entre el ministerio, comunidades autónomas y un comité técnico con más de 16 sociedades científicas implicadas, recomienda el uso de la herramienta estandarizada TD y la HADS de forma conjunta, para poder detectar precozmente el malestar emocional (distress) e introducir su resultado en el historial digital del paciente, de cara a asegurar un buen seguimiento tanto del paciente como de los familiares. 

Dicho cribado, es especialmente aconsejable tanto en el momento del diagnóstico como, en el caso de los menores, cuando se producen cambios significativos en su situación como puede ser el inicio del tratamiento, el paso a cuidados paliativos o las recaídas. También se recomienda tomar el pulso emocional del paciente antes y después de realizar ciertos procedimientos - especialmente si son invasivos- o ingresos hospitalarios. "Resulta importante reevaluar a lo largo del proceso las necesidades  psicológicas de los/las pacientes y sus familias pero siempre teniendo en  cuenta la frecuencia con la que se producen los ingresos y los tiempos que transcurren para evitar duplicidades y abrumar" a los afectados, matizan los autores. 

Formación específica 

La formación es uno de los factores a los que más peso otorga la guía. En este sentido, los autores son partidiarios de ofrecer cursos de formación en habilidades de comunicación y el proceso de información al paciente y su familia, a todos los profesionales sanitarios que atienden a pacientes con cáncer "como parte esencial de su actividad laboral". El objetivo no es otro que ayudarles "en la toma de decisión conjunta respecto al tratamiento y proceso médico a seguir". 

"El uso de guías conversacionales integradas en la historia clínica del paciente, como conversación documentada entre profesional y paciente, facilita la toma de decisiones compartidas en relaci al tratamiento y seguimiento a realizar, siendo considerado un indicador de calidad asistencial", detalla uno de los apartados del documento.

De forma más específica, la guía incide en la mejora de la formación de los psicólogos clínicos en atención a las necesidades específicas de pacientes oncológicos y a sus familias, con la finalidad de "tratar de forma integral" a estas personas.

Prestar una atención correcta a la población infantojuvenil es, a menudo, más complicado para los profesionales que los que están en edad adulta, ya que los más jóvenes se encuentran siempre en un cambio constante. Por ello, según esta guía, los psicólogos clínicos que atienden a pacientes oncohematológicos en infancia y adolescencia deberían contar con una formación específica al igual que, en sentido inverso, los profesionales que prestan atención en Oncohematología tendrían que disponer de "formaci pediátrica específica y formación básica en emociones y proceso oncológico". 

De igual modo, en este contexto, el manual invita a valorar el futuro desarrollo de programas específicos de atención a pacientes adolescentes y jóvenes adultos/as (15-39 años) por la propia idiosincrasia de la etapa del desarrollo en la que se encuentran estas personas en el momento del diagnóstico. 

La derivación de pacientes ocupa también un lugar destacado en la guía, poniendo de manifiesto la necesidad de "diseñar protocolos" para que los pacientes y su familia reciban atención psicológica "en función de la complejidad del caso", tal y como explica el documento. El apoyo de Psicología debe estar presente en los "comités de tumores" con el especialista pertinente, siendo, además, "parte integral de la unidad multidisciplinar que preste atención", tal y como reclama el documento. 

Mediadores culturales para inmigrantes


La guía no deja atrás a los recién llegados a nuestro país. Es por eso que tanto Sanidad como los servicios autonómicos y las sociedades científicas, son partidarios de contar en los servicios de Oncología y Hematología con un "mediador cultural o intérprete", con la finalidad de "mejorar la atención a pacientes de diferentes culturas y con distinto idioma". Esta es una medida que ya han aplicado otros países como Australia, Reino Unido o Estados Unidos, demostrando su repercusión directa en la mejora de la atención a pacientes de diferentes culturas con distinto idioma. 
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