La escena es conmovedora y su mensaje no puede ser más potente: “
He vencido al cáncer”. La euforia se transmite y se canaliza a través de un gesto tan corriente como es el de
tocar una campana, una práctica ‘made in America’ que en los últimos años ha arraigado también en algunos hospitales españoles. Lo cierto es que no a todos convence la iniciativa, pues hay profesionales de la salud que consideran que bajo esa capa superficial de triunfalismo puede haber
riesgos psicológicos para el protagonista o el resto de pacientes oncológicos de la planta.
El problema, convienen las facultativas consultadas por
Redacción Médica, es que si bien este tipo de iniciativas transmiten “mensajes de esperanza y victoria” para algunos
pacientes de cáncer (cuyo
Día Mundial se conmemora este 4 de febrero), otros pueden padecer “sentimientos de
exclusión, frustración o incluso fracaso al no poder participar en la celebración”. Son palabras de
Rebeca Lozano, secretaria científica de SEOM (Sociedad Española de Oncología Médica) y oncóloga en el Hospital Universitario de Salamanca, quien advierte de la necesidad de “valorar mucho” estas medidas antes de implementarlas a riesgo de fomentar “malestar” e incluso “división entre pacientes”.
En la misma línea,
Leticia Rojo, psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), apunta que cuando ‘tocar la campana’ se convierte en “símbolo de éxito”, no lograrlo deriva en una “fuente de tristeza o incluso aislamiento”. “
Parece que no se ha ganado la batalla”, argumenta esta sanitaria, que añade que el proceso oncológico es, lógicamente, muy particular en cada caso, por lo que un “acompañamiento personalizado a cada paciente” que le permita “ajustar bien las expectativas y dotar del significado oportuno para cada uno” resulta “fundamental”.
"Es importante transmitir a los pacientes que el cáncer es complejo y que una remisiónno es sinónimo de éxito personal"
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“Iniciativas como tocar una campana para celebrar el
fin del tratamiento oncológico tienen un mensaje positivo, pero pueden ser un
arma de doble filo -insiste-. Para aquellos que nunca podrán hacerlo, ya sea por tener una enfermedad crónica o un pronóstico desfavorable, este gesto puede generar frustración, tristeza o sensación de exclusión”. De hecho, explica que el impacto de este gesto “simbólico” puede derivar en más estrés o ansiedad.
Aprender a comunicarse con un paciente con cáncer
Esta realidad no quita, matiza Rojo, que algunos pacientes que hayan superado el cáncer afronten el acto de tocar la campana como un “
momento simbólico de cierre y celebración”, lo que contribuye a reconocer su “
esfuerzo y resiliencia durante un proceso complejo” como este.
Lo esencial, apunta Lozano, es fomentar una comunicación con el paciente basada “en la empatía, la claridad y un enfoque realista". En primer lugar, siempre debe
adaptarse al lenguaje y nivel de comprensión del paciente, evitando tecnicismos en los que, a veces, caemos de forma involuntaria. Es importante, además, explicar que la remisión no implica la ausencia total de riesgos futuros.
“Lo más importante es transmitir a los pacientes que el cáncer es una enfermedad compleja y que
una remisión no es sinónimo de éxito personal, así como tampoco una
recaída posterior lo es de fracaso personal”, añade la facultativa, quien subraya que la evolución de la enfermedad viene determinada por las características de la misma, “no por la actitud” de la persona que la padece.
“Quizá, en lugar de gestos simbólicos como tocar una campana, podría ser más productivo centrarse en reconocer el esfuerzo del paciente durante el proceso y buscar otros modos de celebración que no tengan consecuencias negativas en otros pacientes”, concluye la dirigente de SEOM, quien incide en que hay personas que prefieren
celebrar su curación “de forma discreta y privada”.
Más allá de 'curarse' de la enfermedad
Lo cierto es que el gesto de tocar la campana a modo de celebración tras superar el cáncer cuenta ya con arraigo en España, donde comenzaron a implantarse iniciativas de esta naturaleza hace aproximadamente una década.
Las profesionales de Oncología y Psicología consultadas por este periódico insisten en que el proceso no concluye tras desaparecer el tumor o la célula cancerígena. “Cada etapa en una enfermedad como esta tiene características concretas, que requieren atender en cada una de ellas las necesidades de una manera precisa y oportuna”, detalla Rojo. A modo de ejemplo, destaca que el haber terminado con los tratamientos, pese a ser una buena noticia, puede (y suele) “suscitar una
sensación de pérdida de control por el distanciamiento del hospital y del equipo médico, angustia por el retorno a las rutinas, roles y responsabilidades diarias, el retorno al trabajo…y un gran etcétera”.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.