Científicos estadounidenses demuestran que la principal causa del
cáncer es el azar. Un factor sorprendente, no porque antes no se supiera, sino por su alto porcentaje de probabilidades, pues se ha descubierto que cerca de dos tercios de las
mutaciones que causan esta enfermedad se deben a errores aleatorios durante la
replicación del ADN. Un elemento que a partir de ahora hay que tener en cuenta junto con la
herencia genética y los
factores ambientales.
La investigación, llevada a cabo por los científicos
Cristian Tomasetti y
Bert Vogelstein, del Centro de Cáncer Johns Hopkins Kimmel (EEUU) y cuyo
estudio se ha publicado en la revista Science, se centra en un nuevo modelo matemático basado en la
secuenciación del ADN y en datos epidemiológicos de todo el mundo. “Es bien sabido que debemos evitar factores ambientales como
fumar para reducir el riesgo de cáncer; pero es menos conocido que, cada vez que una
célula normal se divide y duplica su ADN para generar dos células nuevas, comete múltiples errores”, explica Tomasetti.
Esos errores, prosigue el codirector de la investigación, “son una fuente poderosa de
mutaciones del cáncer que, históricamente, se ha infravalorado, y nuestro nuevo trabajo aporta la estimación de la fracción de mutaciones causada por ellos”.
Los expertos llegaron a esa conclusión tras analizar las mutaciones que provocan un crecimiento anormal de las células en
32 tipos de cáncer, en los que el 65 por ciento de las mutaciones cancerígenas resultaron de los errores en la replicación del ADN. Según los autores del estudio, hacen falta en general dos o más mutaciones de genes críticas para que se desencadene un cáncer y usaron su
modelo matemático para mostrar, por ejemplo, que en el caso del cáncer de páncreas, el 77 por ciento de las mutaciones se deben a errores al azar en la replicación del ADN. En otros tipos de cáncer, como el de próstata, el cerebral o el de hueso, más del 95 por ciento de las mutaciones ocurren por esa misma causa.
La detección precoz, más esencial que nunca
Los científicos señalan que sus conclusiones están de acuerdo con estudios epidemiológicos que indican que aproximadamente un 40 por ciento de los cánceres pueden prevenirse si se evitan entornos o estilos de vida poco saludables, pero otras muchas personas padecerán la enfermedad por la naturaleza azarosa de esos errores genéticos.
Pese a la importancia de las campañas para evitar el tabaco, el sol, las comidas grasas y demás, el foco se vuelve con más fuerza que nunca hacia la
detección precoz. En este sentido, Vogelstein remarcó que se necesitan “urgentemente” métodos para
detectar el cáncer más temprano “mientras es aún curable”.
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