Ensayos clínicos han detectado que es seguro infundir regularmente a los pacientes con cáncer de cerebro y pulmón con 800-1.000 veces la cantidad diaria recomendada de vitamina C como potencial estrategia para mejorar los resultados de los tratamientos estándar contra el cáncer.
En un trabajo que se presenta este jueves en Cancer Cell, investigadores de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, también muestran vías por las cuales el metabolismo del hierro alterado en las células cancerosas, y no las células normales, conduce a una mayor sensibilidad a la muerte de células cancerosas causada por altas dosis de vitamina C.
"Este documento revela una debilidad metabólica en las células cancerosas que se basa en su propia producción de agentes oxidantes que nos permite utilizar compuestos activos de reducción de oxidación [redox], como la vitamina C, para sensibilizar a las células cancerosas a la radiación y la quimioterapia", dice el coautor Garry Buettner, uno de los primeros en proponer que las células cancerosas podrían tener vulnerabilidad a los compuestos activos redox hace más de 40 años.
Buettner, junto con los principales autores del estudio Bryan Allen y Douglas Spitz, son miembros de la facultad del Departamento de Radiación Oncológica de la Universidad de Iowa, y el Programa de Biología de Radiación en el Holden Comprehensive Cancer Center.
Los 11 pacientes evaluables inscritos en el ensayo de inocuidad del cáncer cerebral recibieron tres infusiones de vitamina C a la semana durante dos meses, seguidas de dos infusiones por semana durante siete meses mientras recibían radiación y quimioterapia de atención estándar. El objetivo de cada infusión era aumentar la concentración de vitamina C en la sangre de un paciente a 20.000 µM, en comparación con un nivel de sangre de aproximadamente 70 µM encontrado en la mayoría de los adultos.
Se necesitan dosis alta porque la vitamina C tiene una vida media de aproximadamente dos horas en la circulación de los seres humanos. El tratamiento fue generalmente bien tolerado; con efectos secundarios modestos como viajes frecuentes al cuarto de baño y boca seca. Rara vez, algunos pacientes desarrollaron presión arterial alta que disminuyó rápidamente después de la infusión.
Las células no cancerosas, seguras
La vitamina C, incluso a niveles altos, no es tóxica para las células normales. Sin embargo, el grupo de investigación de Iowa encontró que niveles anormalmente elevados de moléculas redox de hierro activo (un subproducto del metabolismo mitocondrial anormal) del tejido tumoral reaccionan con la vitamina C para formar peróxido de hidrógeno y radicales libres derivados del peróxido de hidrógeno.
Se cree que estos radicales libres causan daño al ADN selectivamente en las células cancerosas (frente a las células normales), lo que conduce a una mayor muerte de las células cancerosas, así como a la sensibilización a la radiación y a la quimioterapia de las células cancerosas.
"Es un ejemplo significativo de cómo conocer los detalles de los potenciales mecanismos y la ciencia básica de los compuestos activos redox en el cáncer frente a las células normales puede ser aplicado clínicamente en la terapia del cáncer", dice el autor principal Douglas Spitz, que se centró en los estudios bioquímicos. "Aquí, verificamos de manera convincente que el aumento de los iones metálicos activos redox en las células cancerosas fue responsable de esta sensibilidad diferencial del cáncer frente a las células normales a dosis muy altas de vitamina C", subraya.
Hasta medio año más de supervivencia
El estudio de seguridad prepara el escenario para los ensayos clínicos de fase II que buscan si la dosis alta de vitamina C es efectiva para prolongar la vida útil general y la calidad de vida de los pacientes sometidos a radiación y quimioterapia. Los autores están actualmente inscribiendo a pacientes con cáncer de pulmón en estadio IV y pronto comenzarán a inscribir a personas con glioblastoma multiforme (cáncer de cerebro) en estos ensayos de fase II.
Los científicos esperan que se puedan mejorar las respuestas del cáncer cerebral a la radiación y la quimioterapia en estos ensayos de fase II. Este optimismo se basa en los datos de ensayos de fase I que muestran un incremento en la supervivencia general de entre cuatro a seis meses en 11 pacientes con glioblastoma multiforme (18-22 meses) frente a la supervivencia de 14-16 meses típicamente observada con el tratamiento estándar.
"La mayoría de los pacientes de cáncer con los que trabajamos están emocionados de participar en ensayos clínicos que podrían beneficiar los futuros resultados de los pacientes -resalta el coautor senior Bryan Allen, quien dirigió el lado clínico del estudio-. Los resultados parecen prometedores, pero no vamos a saber si este enfoque realmente mejora la respuesta terapéutica hasta que completemos estos ensayos de fase II".
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