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El Vall d’Hebrón logra 'apagar' metástasis en cáncer modificando proteínas

El hospital logra resultados positivos en ratones y busca entre 50 compuestos un fármaco para un ensayo en humanos

Miquel Segura, responsable del laboratorio de Tumores Neurales del Vall d'Hebrón.

03 oct 2022. 14.20H
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El Hospital Vall d’Hebrón sigue apostando por abordar de mejor manera el cáncer infantil, y un estudio basado en la reprogramación epigenética abre la puerta a evitar las metástasis en este grupo de población. A través de la alteración de un grupo de proteínas, conocido como complejo BAF, se ha logrado en modelos de ratón y células humanas in vitro que la célula no sea capaz de llegar a la metástasis o lo realiza con menos intensidad, provocando que no pueda crecer. Miquel Segura, responsable del laboratorio de Tumores Neurales, afirma en Redacción Médica que “si inhibimos la función de este complejo se puede prevenir la metástasis y provoca que sea mucho más difícil hacer crecerla en un lugar donde habitualmente no lo harían”. Ahora, la siguiente meta marcada por el grupo de investigación es encontrar la molécula clínica ideal para lograr deshacer el complejo BAF, evitando la formación de metástasis.

En el cáncer en general, cuando las células llegan a su punto de metástasis tienen que adaptarse de alguna manera para poder sobrevivir debido a que cada una sirve a unos genes determinados. “El complejo BAF se encarga de plegar y desplegar el DNA para que se exprese un determinado conjunto de genes. Estas células tumorales cuando escapan al tumor primario y van al lugar de la metástasis necesitan este reordenamiento para adaptarse. Si el complejo no funciona bien, la célula es incapaz de llegar al lugar de metástasis”, concreta Segura.

"Cuando una célula tumoral viaja por el torrente sanguíneo ha de eliminar unos genes que, de no ser así, implicaría su muerte"


Los efectos de esta reprogramación epigenética se testaron en células humanas in vitro y en modelos de ratón, traduciéndose en un fuerte bloqueo de la invasión de órganos diana por parte de las células de neuroblastoma y del posterior crecimiento de las metástasis, y permitiendo ampliar de forma casi total la supervivencia de los animales.

Gracias a la modificación del complejo BAF, Segura llega a hablar de un interruptor epigenético que permite inactivar proteínas de membrana que facilitan a las células interactuar con su entorno e invadir nuevos órganos: “La célula necesita estas proteínas para entrar en un órgano e ir creciendo. La célula ha de ir cambiando de expresión de genes para adaptarse a lo que encuentra, y cuando una célula tumoral viaja por el torrente sanguíneo ha de eliminar una serie de genes que, de no ser así, implicaría su muerte. Es aquí donde radica la importancia de la reprogramación epigenética”.

Identificados 50 compuestos para el bloqueo de metástasis


Tras este descubrimiento, el equipo del hospital barcelonés ya se ha puesto en marcha para iniciar el siguiente paso: Encontrar una molécula, un fármaco, que sea capaz de realizar el mismo resultado que los investigadores han logrado a través de una modelación genética. “El fármaco debe llegar al complejo BAF y lograr que de deshaga. De esta manera todo el programa de expresión génica para la formación de metástasis quedaría apagado. Tras realizar un screening inicial de millones de compuestos nos hemos quedado con 50. Los hemos probado uno a uno y buscamos financiación para seguir evolucionando. Esta pequeña molécula clínica para que llegue a ser un fármaco debe seguir una serie de pasos, por lo que hace falta comprobar que su función no sea tóxica, qué efectos secundarios genera etc.”, comenta el especialista.

"El fármaco debe llegar al complejo BAF y lograr que de deshaga, apagando el programa de formación de metástasis"


Estos 50 compuestos seleccionados se probarán primero en células humanas in vitro, y los que mejores resultados ofrezcan se probarán en animales. “Podemos tener un trabajo de cinco  años o que llegue a durar diez. En experiencias anteriores que tenemos al laboratorio hemos logrado que un fármaco llegue a un ensayo clínico en niños en siete u ocho años vista. Cuanto más contundentes sean los resultados que logremos, obtendremos más recursos.

Segura es consciente de las limitaciones que puede llegar a toparse el estudio, y la primera de ellas es que “estamos analizando un fármaco para el cáncer infantil con un bajo interés farmacéutico. Debido a ello, queremos demostrar en estos años que el fármaco también puede servir para el cáncer de adulto, dándole una mayor dimensión a la investigación”.

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