"Hay evidencia que relaciona el ejercicio con menos riesgo cardiovascular"

El cáncer afecta a más de 286.000 personas en España, una cifra que, según la Organización Mundial de la Salud, va a aumentar progresivamente a lo largo de los años. En un principio podríamos pensar que los efectos secundarios asociados a los tratamientos oncológicos son incompatibles con el ejercicio físico, sin embargo, no es así. Esta es una de las finalidades que persigue el programa VEnCE; aumentar la evidencia científica de los beneficios del deporte en la población oncológica y dotar de conocimiento a la sociedad y a los profesionales acerca de los efectos de la práctica de ejercicio físico en el cáncer.

VEnCE (Vive Entrena, Cáncer Enfrenta) es el nombre que recibe el programa creado por un grupo de profesores de la Universidad Europea con el que se ayuda, mediante la práctica de ejercicio físico y los tratamientos de fisioterapia, a cualquier persona que haya tenido cáncer o esté en proceso de tratamiento oncológico. La iniciativa, nacida en 2018, funciona gracias al esfuerzo de un equipo interdisciplinar de educadores físico-deportivos y fisioterapeutas especializados en el paciente oncológico y al apoyo que recibe de la Fundación de la Universidad Europea. La asistencia sociosanitaria que ofrece VEnCE se centra en programas de ejercicio físico grupal, que se realizan dos veces por semana durante hora y media, en las que se trabaja siguiendo las recomendaciones a nivel internacional de práctica de ejercicio físico para este tipo de población, así como sesiones de fisioterapia que se centran en el abordaje de suelo pélvico, el drenaje linfático manual y el trabajo de la musculatura respiratoria.

Mitigar efectos secuendarios de los tratamientos

La profesora de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Europea y miembro de VEnCE, Lidia B. Alejo, señala que “el ejercicio físico es muy efectivo para mitigar los efectos secundarios que aparecen a medio y largo plazo debido a los tratamientos oncológicos, como pueden ser la fatiga crónica, la neuropatía periférica, la pérdida de salud ósea, la mala calidad del sueño, la sarcopenia, la ansiedad o la depresión. Además, parece que genera mejoras en la eficacia de ciertos tratamientos”. La experta asegura también que existen evidencias científicas que prueban la relación entre la práctica de ejercicio físico y la disminución del riesgo de recaída y muerte por cáncer.

En relación con el cuidado de la salud mental que ofrece la iniciativa, la docente explica que “realizar ejercicio físico en grupo, con personas que entienden por lo que has pasado o estás pasando, hace que se generen unos vínculos que mejoran la salud social y, por ende, el bienestar psicológico”. Por otro lado, aunque las recomendaciones de ejercicio físico en la población oncológica son las mismas que en la población sana, éstas deben ser adaptadas a las particularidades de la persona enferma. “Por ello es fundamental que el ejercicio esté diseñado, supervisado y evaluado por educadores físico-deportivos y prescrito por el personal sanitario”, añade Lidia B. Alejo.

Programa de ejercicio para pacientes oncológicos

Actualmente, VEnCE ayuda a más de 80 personas en el programa de ejercicio físico y fisioterapia en Madrid a la vez que ofrece actividades especializadas en pacientes de cáncer de pulmón en diferentes Comunidades Autónomas alcanzando los 120 participantes. Todos los grupos están formados por personas que están en tratamiento primario, que ya han superado la enfermedad, que tienen tratamientos a largo plazo o incluso con metástasis. Aunque gracias a VEnCE y a otras iniciativas existen opciones de cuidado para pacientes oncológicos, queda mucho camino por recorrer. Al respecto, la experta destaca que “sería necesario poder incluir a los profesionales del ejercicio físico dentro del abordaje integral del paciente oncológico de una manera más accesible para cualquier paciente”.