España ha dado un
paso de gigante en relación con la
regulación del cannabis medicinal y su dispensación en las farmacias comunitarias, abriendo la puerta a
nuevos tratamientos para combatir distintas
enfermedades oncológicas y
neurológicas. Generar un
impacto en la calidad de vida del paciente,
mitigar el dolor y conocer la
magnitud del
cannabis son los principales caminos defendidos en este nuevo escenario por
Albert Tuca, oncólogo de la Unidad de Soporte y Curas Paliativas del Servicio de Oncología del
Hospital Clínic de Barcelona, y
Yolanda Blanco, consultora de la Unidad de Neuroinmunología del mismo centro hospitalario.
El principal
reto al que se exponen los especialistas con la introducción del cannabis medicinal es conocer la
evidencia real de los beneficios que pueda generar al paciente, aún
desconocida. “Cualquier fármaco que pueda mejorar
no sólo el dolor, sino otros
síntomas, y que pueda contribuir a una
mejor calidad de vida de los pacientes siempre es importante. La evidencia que tenemos hoy por hoy en ensayos clínicos
no es suficientemente robusta para conocer el
alcance del cannabis, qué
dosis son las adecuadas y qué resultados puede tener
combinándolo con otros fármacos.
No conocemos el beneficio real de la vía cannabinoide, y aunque mejora la sintomatología de los pacientes, falta mucho conocimiento aún”, explica Tuca en
Redacción Médica.
Tuca: "La evidencia no es suficientemente robusta para conocer el alcance del cannabis"
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Blanco se pronuncia en una línea muy similar a Tuca con relación a los beneficios que puede llegar a generar el cannabis, concretamente para tratar la
esclerosis múltiple. “Para poder aplicar estos productos el paciente tiene que superar unas
escalas de espasticidad. Sorprendentemente hemos visto que cuando les preguntamos, afirman que
descansan más debido a que tienen menos espasmos y dolor por las noches. Este cambio provoca que durante el día se sientan con más energía. Pienso que,
si el paciente tiene dolor y que con el cannabis
ampliamos el abanico para tratarlo, bienvenido sea”.
Dentro de la Unidad de Neuroinmunología ya se está usando un producto de
cannabis comercializado, conocido como
Sativex, y Blanco ve como una
oportunidad la regulación del cannabis medicinal para ampliar su uso: “Con esta nueva ley, podremos
ampliar las indicaciones del producto o generarlas en el Clínic. Si tenemos ahora la posibilidad de ofrecer estos productos medicinales para mitigar el dolor o la espasticidad a otras patologías, bienvenido sea, y más en un marco como es el
dolor crónico, que afecta a la calidad de vida de los pacientes”.
El cannabis y el dolor: Dosis y toxicidad
Uno de los principales usos que se quiere dar en la administración de productos ligados al cannabis es la
mitigación del dolor que sufre el paciente a diario: “Tendremos que aprender mucho para poder establecer
protocolos de estudio y ubicar los efectos del cannabis en el dolor. Su efecto en relación con los
opioides no es superior, pero no conocemos si puede evitar el
aumento de dosis de estos o su alcance en forma de fármaco adyuvante. Debemos normalizar y entender el cannabis como una droga de uso terapéutico y conocer mejor todos estos aspectos”, sentencia el oncólogo.
La pregunta que lanza al aire Tuca ahora que se puede disponer de cannabis medicinal es cómo se puede llegar a usar: “Es vital conocer sus
efectos positivos y negativos y para ello se deben hacer
controles periódicos y ver si existe mejora de los síntomas. Pese a que mejora la intensidad de dolor en la mayoría de los casos, no lo hace en casos extremos. El cannabis mejora el
sueño, la
tristeza, la
sensación depresiva y reduce la
ansiedad, pero como todo fármaco, tiene
efectos secundarios que limitan su uso. Debemos conocer el margen de dosis y establecer un balance, ya que podría ser inefectivo o generar
toxicidad”.
Blanco: "Es evidente que el cannabis no solucionará el problema de la especificidad y del dolor, pero su aplicación sí puede ayudar"
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El
escepticismo que puede o no generar el uso del cannabis medicinal se resume, según los especialistas, en comprobar su eficacia a través de los ensayos clínicos. “En mi especialidad tenemos experiencia con su uso y hemos visto el impacto que genera. No tenemos
falsas expectativas si conocemos que puede dar de sí su uso, si hay una evidencia detrás y si es usado como un complemento para ayudar al paciente. Es evidente que el cannabis no solucionará el problema de la especificidad y del dolor, pero su aplicación sí puede ayudar”, concreta la consultora de Neuroinmunología.
En opinión de Tuca, “el problema no es tener un nuevo fármaco ligado al cannabis, sino
saber cómo usarlo. La evidencia actual es poco robusta y debido a ello debemos trabajar intensamente. Mi impresión es que el cannabis es seguro y podrá aportar beneficios a los pacientes, pero su magnitud se desconoce por ahora”.
Apuesta firme por las farmacias comunitarias
La distribución de preparados estandarizados de cannabis es otro de los aspectos que la subcomisión de cannabis medicinal del
Congreso de los Diputados estudió,
dando preferencia a las farmacias hospitalarias y explorando la alternativa de las farmacias comunitarias. La visión de los especialistas es apostar para que cualquier farmacia lo pueda dispensar sin problema. “Las farmacias comunitarias también deben poder distribuir estos productos, siempre que este esté controlado. Hemos de conocer la
proporción de todos los productos cannabinoides y sus
efectos secundarios. Si se conoce las dosis que se aplican a cada producto, pienso que tanto las farmacias hospitalarias como comunitarias deberían distribuirlo”.
Blanco apuesta por la realización de
cursos sobre el manejo de estos
productos y como
asesorar al paciente más allá de lo que afirman los especialistas para que las farmacias indiquen cómo aplicarlo: “No se pueden incluir las farmacias comunitarias si el farmacéutico no puede dar respuesta a las preguntas del paciente. Un problema que se debe evitar es dispensar el producto y no dar indicaciones. Si esta parte está cubierta, se deberían incluir las farmacias comunitarias”.
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