Uno de cada cuatro pacientes con diagnóstico de párkinson en su historia clínica en realidad padece otra enfermedad. Por lo general, el típico temblor de la patología a veces enmascara otras afecciones. La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha dado a conocer los últimos datos sobre la enfermedad la víspera de su Día Mundial, que se celebra el 11 de abril.
Al mismo tiempo, quienes de veras padecen párkinson lo manifiestan con síntomas no motores en su fase temprana. Una realidad que hace que se retrase su diagnóstico y que empeore la calidad de vida del enfermo, que en los primeros años no es mala gracias al efecto de la medicación.
“La manifestación clínica más común consiste en la dificultad para el inicio y realización de movimientos voluntarios. Sin embargo, un paciente con párkinson a veces desarrolla, entre cinco y diez años antes del comienzo de los síntomas motores, muchos trastornos no relacionados con la motricidad”, ha explicado Javier Pagonabarraga, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN.
“En un gran número de pacientes, la depresión se revela como la primera manifestación del párkinson, pero también, otras veces, se expresa con problemas de memoria, pérdida de olfato, estreñimiento, alteraciones urinarias, disfunción sexual o trastornos del sueño”, ha añadido.
Puesto que un número importante de pacientes refieren diversos síntomas mucho antes de que aparezcan las manifestaciones motoras de la enfermedad y que su inicio y progresión son graduales y distintos en cada caso, los pacientes con párkinson tardan una media de entre uno y tres años en obtener un diagnóstico, y un 15 por ciento espera más de cinco años en recibir el dictamen definitivo.
“El diagnóstico del párkinson se realiza por las manifestaciones clínicas y no es difícil cuando nos encontramos ante un cuadro de temblor. Sin embargo, teniendo en cuenta que en un 30-40 por ciento de los casos los pacientes no presentan temblor, que no se disponen de marcadores biológicos y que las técnicas de neuroimagen funcional no siempre ayudan a diferenciar esta enfermedad de otras que cursan con trastornos del movimiento o temblor, tan características de esta patología, hace que, a pesar de que se ha mejorado mucho en los últimos años, la detección del párkinson sigue siendo tardía”, ha recalcado Pagonabarraga.
“Número considerable” de tratamientos disponibles
Sin embargo, resulta “importante detectar la enfermedad a tiempo, porque existe un periodo en el que la respuesta a la terapia farmacológica es excelente. Puesto que disponemos de un número considerable de tratamientos que consiguen mejorar los síntomas de la enfermedad, tanto para el control de los síntomas motores como para los no motores –que a veces son incluso más incapacitantes– se puede mejorar la calidad de vida de los pacientes durante varios años”.
Dentro de los síntomas no motores, el dolor (presente en un 60 por ciento de los pacientes), la fatiga (50 por ciento), la psicosis (50 por ciento), la somnolencia diurna excesiva (entre un 12 por ciento y un 84 por ciento de los pacientes) o el insomnio (55 por ciento), son los más frecuentes.
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