Cada año se producen en España unos
120.000 ataques cerebrovasculares o
ictus y, pese a que actualmente ha
mejorado la supervivencia, hasta un
30 por ciento de los
pacientes deja de
cumplir con la
medicación prescrita, clave para
evitar segundos eventos.
"Tenemos un
problema de
comunicación, los pacientes realmente
no tienen
conciencia de que deben
cambiar de
hábitos y
responsabilizarse de su
cuidado", ha defendido el presidente de Freno al Ictus,
Julio Agredano, durante unas jornadas de prevención organizadas con el aval de la Sociedad Española de Neurología (
SEN).
Actualmente hay identificados una serie de factores como la
hipertensión arterial, la
diabetes, el
colesterol, la
fibrilación auricular, el
sedentarismo o el
consumo de tabaco y alcohol, que si se controlan de forma adecuada pueden
reducir hasta un
90 por ciento el
riesgo de sufrir un
segundo ictus.
Los más determinantes son la hipertensión y la diabetes, ha reconocido la presidenta de la Asociación Madrileña de Neurología (AMN),
Blanca Fuentes, dado que hasta el 80 por ciento de los pacientes que han sufrido un ictus son
hipertensos y un 50 por ciento tienen
diabetes. Y casi el 10 por ciento de las
recurrencias están
asociadas directamente a esta
enfermedad.
Problema de comunicación
Cuando un paciente se recupera de un ictus el principal tratamiento es
antitrombótico de cara a
prevenir nuevos eventos, y puede ser mediante
antiagregantes plaquetarios o
anticoagulantes. A ellos hay que sumar el uso de
antihipertensivos y estatinas, con el objetivo de
mejorar la protección del
cerebro.
Controlando ciertos factores se reduce un 90% el riesgo de sufrir un segundo ictus
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Sin embargo, ha lamentado Fuentes, un porcentaje importante de pacientes deja de tomar alguno de estos fármacos con el tiempo. "Es un
problema de comunicación, por
no haber
informado bien a los pacientes, por hablar en términos muy técnicos o
delegar en un informe por falta de tiempo. O por
no hacer
ejercicio de recordatorio o porque el
paciente tampoco lo entiende", ha lamentado.
Además, ha añadido esta neuróloga, el hecho de que los
tratamientos en la fase aguda sean
más eficaces hace que haya pacientes que se sientan mejor, lo que
minimiza la adherencia porque "no le dan la importancia que tiene a la enfermedad". "Hay que insistir en que, aunque se hayan recuperado, tienen que evitarlo porque en la siguiente igual no llegan a tiempo o el tratamiento ya no es eficaz. La
sensación de miedo a un segundo episodio influye también en la adherencia", según Fuentes.
No hay adherencia a la medicación, ni al cambio de hábitos
De hecho, junto a la falta de adherencia al tratamiento otro problema aún mayor es la
adopción de hábitos más saludables, de los que "se olvidan" muchos pacientes. "Piensan que no va con ellos, y por ello hay que inculcar que tiene el
autocuidado", según Agredano.
"Cuando te sucede, buscas un enemigo, lo identificas y te olvidas del resto de factores. Por ejemplo, muchos pacientes lo asocian al estrés pero, como no pueden controlarlo, lo asumen y dejan de lado la
actividad física", ha apuntado.
El responsable del Plan de Parada Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC),
Ignacio Lozano, ha defendido el papel que pueden jugar las
nuevas tecnologías en el c
ontrol de muchos factores de riesgo pero la tesorera del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos,
Rosa López-Torres, ha admitido que pese a que puedan influir en la adherencia "no la mejoran tanto como el consejo y seguimiento individualizado".
"El profesional es fundamental para que el paciente se implique", ha resaltado esta farmacéutica, mientras que la presidenta de la Sociedad Española de Farmacología Clínica (
SEFC),
Cristina Avendaño, también ha animado a las autoridades sanitarias a reconocer que "existe un problema con la adherencia "para que lo incluyan en todos sus planes, estrategias y distribución de recursos". "El
apoyo a la adherencia es tan importante como el diagnóstico, tenemos mucho margen de mejora", ha sentenciado.
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