Exuperio Díez Tejedor, jefe de Servicio de Neurología y Centro de Ictus, coordinador del Área de Neurociencias del IdiPAZ del Hospital Universitario La Paz de Madrid y catedrático de Neurología de la UAM, es el investigador principal, junto con
Olivier Detante, de un proyecto europeo sobre el
tratamiento en el infarto cerebral agudo con células madre mesenquimales de tejido adiposo. Se trata de un consorcio en el que participan cinco países: Reino Unido, Finlandia, Francia, República Checa y España. La novedad del estudio es que las células se extraen del tejido adiposo de un donante sano, pudiendo administrarse por vía intravenosa al paciente en menos de 72 horas, ya que estarían almacenadas en un
biobanco de células, tal y como ha explicado en una entrevista a
Redacción Médica.
El proyecto está dividido en diferentes paquetes de trabajo donde Díez Tejedor, también presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN), coordina el ensayo clínico; la parte de
investigación experimental básica en animales la lidera
J. Jolkkonen desde Finlandia; la parte de estudio de biomarcadores del infarto cerebral se está coordinando por el
J. Montaner en el Hospital Vall d' Hebron; así como una parte de marcadores de imagen que se lleva a cabo por
A. Jaillard en Grenoble.
“Finalmente, el ensayo clínico, que contempla reclutar unos 400 pacientes se desarrollará en tres
partes: una de análisis de toxicidad, otra de búsqueda de dosis y otra, en fase II, para el análisis de seguridad y primeros datos de eficacia”, explica Díez Tejedor.
Células madre alogénicas
Si las células se extrajeran del propio sujeto se podría tardar hasta un mes para su administración. Por el contrario, si existe un banco de células se podría disponer de ellas y aplicárselas al paciente en menos de tres días. Esto es lo novedoso de este tratamiento, que se utilizan
células madre alogénicas, es decir, que no son del propio sujeto, sino de donantes. “Lo que hacemos en el estudio
Resstore es utilizar células mesenquimales alogénicas. Pero, en vez de ser procedentes de las de médula ósea, proceden de tejido adiposo”, asegura Díez Tejedor.
El ensayo clínico contempla reclutar unos 400 pacientes
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Estas células son más fáciles de obtener, no hace falta pinchar en la médula ósea a los pacientes y pueden proceder de distintas fuentes, como del
tejido graso subcutáneo. Además, el procedimiento tiene menor coste. “El uso de células alogénicas tiene la ventaja de que las células estarían disponibles en el mismo momento del infarto cerebral. Hemos aprendido que el tratamiento de estos pacientes debe ser muy precoz, las primeras 48 horas”, prosigue.
Vía intravenosa
“Inicialmente, para el
infarto cerebral se utilizó la vía intracerebral, que es muy agresiva y no podía realizarse en infartos cerebrales agudos, sino que había que esperar a fase más tardía y secuelar, por lo que las posibilidades de recuperación eran menores”, explica. Como alternativa apareció la vía intraarterial. Se introduce un
catéter –prosigue- hasta la carótida y arteria cerebral media y se inyectan ahí. Así las células se concentran en el cerebro y daba buenos resultados”. Pero quisieron innovar en animales y ver qué ocurría si se administraban las células por vía intravenosa. ¿El resultado? Menos cantidad de células llegaban al cerebro pero el resultado era exactamente el mismo. El animal se recuperaba bien y los daños disminuían.
El equipo de Díez Tejedor lleva años embaucados en esta investigación que, ahora, continúa el proyecto europeo.
Burocracia lenta
En España, el hospital ya ha hecho un estudio fase I, que se llama
'Amascis'. “Nosotros hicimos un estudio de seguridad, con 20 pacientes, con este tipo de células. Los primeros resultados nos dicen que son seguras. Estamos pendientes de su publicación”, anuncia Díez Tejedor. Pero, a pesar de estos y de otros trabajos que garantizan su seguridad, la
Agencia Europea del Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) y demás agencias nacionales piden que se vuelva a repetir el estudio. Eso nos está retrasando bastante”, afirma.
La Agencia Europea del Medicamento está retrasando el estudio
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Según Díez Tejedor, la lenta burocracia europea está frenando, por el momento, los avances que se están produciendo en estas investigaciones. “Con la parte animal no hay problema, pero con la humana llevamos año y medio estancados. Pero, si finalmente se desbloquea la situación, podríamos concluir en el 2020. En contraste, en Estados Unidos, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) es más ágil, y ya han podido realizar el estudio
'Master I' y comienzan con el
'Master II', un fase IIB, en el que participamos. Formamos parte del
'Steps IV', conferencia internacional que establece las guías para investigar en este campo", explica.
“Ahora nos hemos embarcado en la convocatoria del Ministerio de Sanidad para
ensayos clínicos no financiados por la industria y que ha incluido un paquete de terapia celular. Estamos trabajando en la aplicación de estas células y en conocer mejor la seguridad y el comportamiento, la ventana terapéutica y la dosis en pacientes con infarto cerebral. Si nos lo concediesen, tendríamos abierta otra vía de investigación”, asegura.
Tratamiento precoz
La
incidencia del infarto cerebral agudo en España es de aproximadamente 170 por cada 100.000 habitantes al año. “En este momento, el ictus es la causa más frecuente de incapacidad en adultos y la primera causa de muertes en mujeres. Por eso es muy importante que todas estas terapéuticas que estamos lanzando, para reducir el daño cerebral y mejorar su reparación. Lo que permitiría disminuir el número de pacientes con dependencia”, concluye.
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