Investigadores de UCLA Health (Estados Unidos) han publicado
el mayor estudio de la historia sobre familias con al menos dos hijos autistas, descubriendo
nuevos genes de riesgo y aportando nuevos conocimientos sobre cómo influye la genética en que una persona desarrolle el
trastorno del espectro autista (TEA).
La investigación, publicada en la revista científica 'Proceedings of the National Academy of Sciences', también aporta pruebas genéticas de que
el retraso y la disfunción del lenguaje deberían reconsiderarse como un
componente básico del autismo.
La mayoría de los estudios genéticos sobre el autismo se han centrado en familias con un hijo afectado por este trastorno del neurodesarrollo, excluyendo a veces a las familias con varios hijos afectados. Como resultado,
pocos estudios han examinado el papel de las variaciones hereditarias raras o su interacción con el efecto combinado de múltiples variaciones genéticas comunes que contribuyen al riesgo de desarrollar autismo.
El autismo es altamente hereditario: se calcula que al menos el 50 por ciento del riesgo genético se predice por una variación genética común y otro 15-20 por ciento se debe a mutaciones espontáneas o a patrones de herencia predecibles.
El riesgo genético restante está aún por determinar.
Para este estudio, los investigadores realizaron la secuenciación del genoma completo en 4.551 individuos de 1.004 familias con al menos dos hijos diagnosticados de autismo. En este grupo había 1.836 niños con autismo y 418 niños sin diagnóstico de autismo.
Los investigadores hallaron
siete genes potenciales que, según las predicciones, aumentan el riesgo de autismo:
PLEKHA8, PRR25, FBXL13, VPS54, SLFN5, SNCAIP y TGM1.
Esto es notable porque
otros estudios han tenido que analizar cohortes mucho mayores para identificar un número similar de nuevos genes de riesgo. Esto se debe a que, en este caso, la mayoría de los nuevos genes se apoyaban en variaciones raras del ADN hereditario que se transmitían de padres a hijos con autismo.
Los investigadores también examinaron
el riesgo poligénico, en el que una combinación de variaciones genéticas comunes puede aumentar la probabilidad de desarrollar autismo. Descubrieron que los niños que heredan mutaciones raras de padres no afectados en combinación con el riesgo poligénico
tienen más probabilidades de padecer autismo. Esto ayuda a explicar por qué los padres portadores de una única mutación rara pueden no mostrar signos de autismo aunque sus hijos sí los tengan.
También respalda el
modelo del umbral de responsabilidad, un concepto de la genética del comportamiento que sostiene que existe un efecto aditivo de los genes que influye en la probabilidad de que alguien desarrolle un determinado rasgo.
El lenguaje, clave en el autismo
Otro hallazgo importante fue que
los niños con retraso del lenguaje tenían más probabilidades de heredar una puntuación poligénica asociada al autismo, mientras que no existía una relación similar en los niños sin retraso del lenguaje.
Este patrón era específico del autismo y no se observaba en otros rasgos como el nivel educativo, la esquizofrenia o el trastorno bipolar, lo que sugiere que existe un vínculo entre el riesgo genético de autismo y el retraso del lenguaje.
Sin embargo, la edición más reciente de la guía profesional utilizada por los profesionales de la salud mental para diagnosticar trastornos, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5ª Edición (DSM-5), no considera el retraso del lenguaje un síntoma básico del autismo, alegando la variabilidad de la capacidad lingüística entre las personas con autismo.
"Esta asociación de riesgo general de TEA que fue más fuerte en aquellos con retraso del lenguaje sugiere que
el lenguaje es en realidad un componente central del TEA. Este hallazgo debe ser replicado en cohortes más grandes, especialmente en aquellas reclutadas más recientemente bajo el DSM-5", han remachado los autores.
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