Investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis (Estados Unidos) han logrado por primera vez detectar mediante un
análisis de sangre la presencia de placas de
proteína beta amiloide en el cerebro, que es actualmente el principal marcador diagnóstico de la
enfermedad de Alzheimer. Estas placas pueden acumularse antes de que los pacientes comiencen a experimentar los primeros
síntomas de pérdida de memoria, pero, hasta ahora, la única manera de detectarlas en el cerebro es mediante una tomografía por emisión de positrones (PET), cuyo uso es mucho más caro, o mediante una
punción lumbar, un procedimiento más invasivo.
Lo ideal sería que una prueba de detección basada en un análisis de sangre identificara a las personas que han empezado a desarrollar la enfermedad antes de que pueda diagnosticarse de forma sintomática. Por ello, ha reconocido el investigador
Randall Bateman, principal autor del estudio que publica la revista
Alzheimer's & Dementia, la novedad de su hallazgo es que esta prueba en sangre “permite detectar si la beta amiloide
ha comenzado a acumularse en el cerebro”.
La novedad de este hallazgo es que esta prueba de sangre "permite detectar si la beta amiloide ha comenzado a acumularse en el cerebro"
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“Esto es emocionante porque podría ser la base para una rápida y barata prueba de detección en sangre que permita identificar a las personas con alto riesgo de desarrollar la enfermedad”, ha destacado. Los estudios previos realizados con análisis de sangre habían demostrado que los niveles detectados de esta proteína no estaban directamente correlacionados con los niveles acumulados en el cerebro, lo que podía dar lugar a falsos positivos.
Tres subtipos de la proteína
Bateman y su equipo midieron los niveles en sangre de tres subtipos de esta proteína (la beta amiloide 38, 40 y 42) utilizando un análisis altamente preciso mediante
espectometría de masas para ver si tenían alguna relación con los niveles acumulados en el cerebro.
Los investigadores estudiaron a 41 personas de más de 60 años de los que 23 dieron positivo en el análisis de la proteína, lo que significa que tenían signos de deterioro cognitivo. El PET y la punción lumbar también permitió detectar la presencia de placas amiloides en el cerebro o alteraciones amiloides en el líquido cefalorraquídeo. Los investigadores también midieron subtipos amiloides en 18 personas que no tenían acumulación de amiloide en el cerebro.
Para medir los
niveles de la proteína, así como la evolución de su producción con el tiempo, los investigadores dibujaron 20 muestras de sangre de cada individuo durante 24 horas, y vieron que los niveles de la beta amiloide 42 en relación con la 40, que eran entre un 10-15 por ciento más bajos en las personas con placas amiloides.
“Las
placas amiloides se componen principalmente de beta amiloide 42, por lo que probablemente significa que se está depositando en el cerebro antes de pasar al
torrente sanguíneo”, ha explicado Bateman, reconociendo que aunque las diferencias no son grandes, son muy consistentes. “Nuestro método es muy sensible, sobre todo cuando se tienen muchas muestras repetidas como en este estudio, por lo que podemos estar muy seguros de que la diferencia es real. Incluso una sola muestra puede servir para distinguir quién tiene placas de amiloide”.
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